Londres

Los Juegos una pasarela por Julián García Candau

La Razón
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Los Juegos Olímpicos son competiciones deportivas, manifestaciones patrióticas, exaltaciones del físico y también, de unos años a esta parte, pasarela de modelos. La ropa deportiva ya no es sólo de uso ocasional. Las grandes marcas crean modelos que mujeres y hombres puedan vestir en la calle.

Es difícil adquirir una vestimenta que no esté claramente marcada, y quienes adquieren zapatillas, camisetas o chándales lo hacen pidiendo los de una determinada fábrica. Hace años, las zapatillas deportivas sustituyeron a las modestas alpargatas y, ahora, el precio es tan elevado como el de buenos zapatos.

Hubo años en los que se identificó al ama de casa modesta por el uso del boatiné. Se llegó a confundir con clase social y hasta con tendencias culturales. Hoy, el ejecutivo aprovecha el domingo para vestir el chándal tanto si se queda en casa como si sale a practicar algún tipo de deporte. Es el moderno «pret a porter».

Hace unos años, los medios de comunicación tenían prevención a la publicación de fotografías de deportistas vistiendo una determinada marca. Se entendía como publicidad encubierta y era imposible huir de las tres bandas, del cocodrilo o de cualquier otra distinción. Las empresas dedicadas a la ropa deportiva han mantenido durante años grandes disputas con campañas publicitarias en las que han pretendido imponerse en el mercado. Campo abonado han sido los grandes acontecimientos deportivos. Mundiales de fútbol y Juegos tienen presencia publicitaria en cada indumentaria.

Cada año hay ofertas para que las distintas delegaciones olímpicas luzcan una marca. En Londres, los españoles han vestido de manera, digamos, chocante, la ropa de una empresa rusa. Ha sido un golpe de efecto y la polémica que han levantado camisetas y chaquetas ha servido para criticas incluso de los propios atletas que han llegado a decir que las chicas parecerían azafatas de Singapur Airlines.

Este año se ha extendido el uso de gafas de sol incluso en pruebas nocturnas. Las chicas, tras la aparición en Seúl de Florence Griffith con uñas espectaculares, ha creado mimetismo y nadadoras y atletas se las pintan de mil maneras incluidos los colores de la bandera nacional. La catalana Mireia Belmonte, dos medallas, las usa postizas y largas y dice, en broma, que le sirven para nadar mejor.

Con las gafas podría deducirse que hay muchos atletas que padecen fotofobia. Hay casos en los que está justificado el uso de las mismas, y a ser posible de diversos colores cada día, para disimular rostros poco agraciados. Sin embargo, resulta casi incomprensible que, para una carrera en la que ha que poner todos los sentidos, el deportista esté pendiente de las gafas de sol.

Los grandes deportistas son escaparates ambulantes mundiales y marcan tendencia. Los tenistas lucen relojes cuya marca procura explotar la imagen y aumentar las ventas.

El deporte es pasarela permanente. Las ganadoras de medalla de plata en natación sincronizada Andrea Fuentes y Ona Carbonell lucieron bañadores diseñados por la villarrealense Dolores Cortes, que después de las pasarelas más famosas ha optado también por los Juegos.

Ella diría un dicho de su pueblo: Toda piedra hace pared.
 

Posdata
Los caseros vascos acuden los domingos a las ciudades para vender sus productos. Hay fechas en las que la feria exhibe las más preciadas muestras de la gastronomía. Maider Unda es pastora y produce quesos Idiazábal, gloria para el paladar. Con su medalla de bronce seguirá de feria en feria. Ya conocen la calidad de su queso. Es su medalla de oro.