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El futuro de El Prat por Josep Piqué

El futuro de El Prat por Josep Piqué
El futuro de El Prat por Josep Piquélarazon

La desaparición de una empresa es siempre una mala noticia. Y más en unos momentos de dramática crisis económica que nos va a acercar a la fatídica cifra de casi seis millones de parados. Uno de cada cuatro ciudadanos con capacidad de trabajar no va a poder hacerlo. Y por ello urgen medidas de política económica como las que está empezando a implementar el nuevo Gobierno español y que esperamos tengan la profundidad y la eficacia suficientes, en ámbitos como el mercado de trabajo, el sector financiero, las administraciones públicas o la energía que, junto a la imprescindible consolidación fiscal, marquen un cambio de rumbo y España vuelva a la senda del crecimiento económico y de la creación de empleo.

Por ello, la desaparición de Spanair, con sus 4.000 puestos de trabajo, entre empleos directos e indirectos, es, sin duda, una mala noticia. Y no es el momento, ahora, para que, desde el sector del transporte aéreo, entremos en debates sobre las inyecciones de capital público procedente de las administraciones catalanas. La compañía aérea –Vueling Airlines– que tengo el honor de presidir, líder indiscutible en el aeropuerto de Barcelona, por rutas, destinos, pasajeros y conexiones, se ha manifestado reiteradamente al respecto. Y seguimos pensando que se ha cometido un profundo error. Pero ahora lo que corresponde es hacer frente a las consecuencias inmediatas sobre los ciudadanos afectados y facilitarles las cosas lo mejor posible –y lo estamos haciendo– y pensar en cómo ayudar a los trabajadores afectados a encontrar de nuevo un puesto de trabajo.

Pero nos interesa situar, además, el debate en otro ámbito. El pasado jueves el Conseller de Territori i Sostenibilitat convocó a los presidentes de cuatro entidades catalanas representativas de la sociedad civil y particularmente comprometidas con el desarrollo de las infraestructuras en Cataluña. Es el llamado GTI4 (Grup Tècnic d´Infrastructures) que agrupa a la Cámara de Comercio de Barcelona, al Fomento del Trabajo Nacional, al RACC y al Círculo de Economía, que tengo el honor de presidir.
Las cuatro entidades, junto con otras, fueron las promotoras de un acto en el IESE que expresó su preocupación sobre el futuro del aeropuerto, su carácter estratégico para la competitividad de Cataluña y del conjunto de España, y la ambición de avanzar hacia un esquema de gestión que, con criterios empresariales y de forma individualizada, permitiera hacer de El Prat un gran aeropuerto que ofrezca un nivel de conectividad internacional e intercontinental acorde con la calidad de sus instalaciones –realmente extraordinarias– y con las necesidades de la economía catalana y, por ende, española. Con capacidad para competir internacionalmente y en la primera división del sector.
Y los cuatro presidentes reiteramos nuestro compromiso con esa ambición. Y vamos a seguir trabajando en ello. Hemos solicitado ya entrevista con la nueva ministra de Fomento a tal efecto y seguiremos apoyando un acuerdo político que sea coherente con el futuro que deseamos para El Prat.

Y, como presidente de Vueling, estoy en condiciones de afirmar que la desaparición de Spanair no debe desviarnos de esos objetivos, sino animarnos aún más en su consecución.

Y la primera reflexión es que no hay futuro sin competitividad. Siempre, pero especialmente en momentos de necesaria austeridad presupuestaria. Y que, en sectores plenamente liberalizados y de competencia extrema, intentar sostener empresas ineficientes tropieza, antes o después, con la realidad.

La segunda viene como corolario. Intentar construir objetivos sobre la ineficiencia es siempre antesala del fracaso. Pero no nos debe distraer de los objetivos. Y el mayor es que El Prat sea un Aeropuerto de primer orden, no sólo en número de pasajeros (que ya lo es, con más de 33 millones el pasado año, el séptimo de Europa), o en la calidad extraordinaria de sus instalaciones, o en su conectividad continental europea (no menor que la de Barajas), sino en su conectividad intercontinental. Ese ha sido el deseo expresado por la sociedad civil catalana y por las instituciones políticas y ese ha sido el argumento utilizado por los gestores de Spanair para recabar apoyo público. Pero los objetivos deben siempre acomodarse a la realidad existente y partir de conceptos claros y no erróneos.

Vayamos por partes. Los aeropuertos no son, en sí mismos, «hubs» (centros de una red de conexiones que permiten alimentar grandes aviones para rutas intercontinentales), sino que las grandes compañías aéreas eligen terminales de ciertos aeropuertos como sus «hubs». Para entendernos, Barajas no es un «hub». La T4 es el «hub» de Iberia. Y, por ello, era ilusorio pensar que cualquier compañía aérea con capacidad y dimensión suficientes fuera a desplazar sus «hubs» a la T1 de Barcelona.

¿Significa ello que no es posible que Barcelona no sea un origen/destino de vuelos intercontinentales sin escala? En absoluto. Lo importante es que seamos capaces de traer suficientes pasajeros a Barcelona cómo para convencer a grandes compañías aéreas de que les conviene situar grandes aviones para rutas intercontinentales que les sean rentables, más allá de sus «hubs». Y en eso estamos en Vueling. Hemos puesto en marcha un sistema de conexiones que hace de El Prat nuestro «mini-hub», pero que nos va a permitir que millones de pasajeros –dos millones antes de la caída de Spanair– pasen por El Prat procedentes de muchos orígenes y con tantos otros destinos. Y eso puede contribuir decisivamente a que otras compañías, con códigos compartidos, puedan establecer base en El Prat.

No olvidemos que el entorno es extremadamente competitivo. Y que Barajas está muy bien conectado con América Latina pero no con el resto del mundo. Y que Asia y, también África, son ya centros de gravedad que van a ser cada vez más importantes en este nuevo mundo «desoccidentalizado» del siglo XXI.

Hay, pues, partido por delante. Y no depende de compañías concretas, sino de lo que seamos capaces, entre todos, de seguir construyendo. Sin ensoñaciones y con las ideas claras. Pensando que el futuro se gana acertando y no con meros voluntarismos.

 

Josep Piqué
Presidente de Vueling Airlines