Crisis del PSOE

La liebre

La Razón
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Lo que está pasando es que al presidente le aprietan desde dentro para que decida su futuro: si quiere continuar o si prefiere delegar. A día de hoy, Zapatero no tiene muchas ganas de repetir. Amén de los problemas particulares, está la ruinosa situación del país. Merkel ya le ha dicho que no hay más opción que apretarse el cinturón. Ni compras masivas de deuda ni eurobonos ni utilización del fondo de rescate para rebajar el pasivo de los «pigs». La dama de hierro alemana tiene claro que si ella ha recortado gastos e inversiones, sueldos y pensiones, sin tener necesidad, los demás están obligados a hacer lo mismo. Y Zapatero no puede ser una excepción. Amén que Wikileaks le ha sacado esta semana los colores al destacar que Obama siempre le vio como un dirigente incapaz o demasiado optimista con la crisis económica. Nada diferente a lo que se piensa en España. Prometió un Gobierno social y ha liderado la política más antisocial que se recuerda: 4,5 millones de empleos destruidos en 6 años, aumento de la tasa de paro del 11 al 20 por ciento, supresión de los 2.500 euros por nacimiento, congelación de las pensiones, recorte del sueldo a los funcionarios, subida de impuestos y privatización de empresas públicas rentables. Sólo queda tierra quemada, y en ese escenario es comprensible que las encuestas den diferencias superiores a 15 puntos para el PP, y que dentro del partido (socialista) no se hable de otra cosa que de la sustitución. Con Zapatero el panorama electoral es negro, arguyen unos. Sin él, de aparecer otro candidato comunicado a tiempo, quizás aún pueda haber partido, comentan otros. Y de ahí esta guerra de codazos entre barones por ver quién es el adecuado. Atribuyen a Pepiño la frase de que «quizás Rubalcaba no sea más que una falsa liebre». Podría ser. Verdadera o falsa, lo cierto es que la liebre Rubalcaba corre más que las demás y es más astuta y tiene más olfato. ¿Quién podría ser si no el sustituto? O Alfredo o la nada, dicen los felipistas. O Alfredo o Solana, apuesta la vieja guardia.

Sólo otros tres figuran con opciones, a saber: Carme, Barreda o Vara. Quizás incluso Patxi, que tiene recambio seguro en Ares. Pero es esta última una operación arriesgada. A Patxi mejor dejarlo donde está, y para Barreda y Vara habría que esperar hasta las municipales, quizás demasiado tiempo dadas las urgencias con que nos tropezamos.

Luego Rubalcaba podría ser una «liebre falsa», pero no parece que haya otras liebres mejor posicionadas. La única cuestión es que el que ha de tomar la decisión no abre la boca por mucho que le aprieten, y en última instancia todo depende de él. Algunos le aconsejan, susurrando, que no cometa el error de Suárez. Si renuncia se rompe la organización, y el desastre podría ser equiparable al de UCD. Si sigue al frente se daría, a lo sumo, un resultado catastrófico como el de Montilla. Pero seguiría habiendo estructura de partido.