Europa

Cataluña

Objetivo nacional: salir de la crisis

> Confía en que el BC compre deuda para dar estabilidad al euro. > Pensiones: descarta su rebaja y más recortes para los funcionarios. > Insiste en que no hay más alternativa que cumplir con el déficit. > Ajustes de 102.149 millones: eleva en más de 37.000 millones el plan de ahorro para 2013-2014.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ayer durante la rueda de prensa que dio en La Moncloa
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ayer durante la rueda de prensa que dio en La Moncloalarazon

El principal objetivo de la comparecencia de ayer del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, era no ayudar a que los mercados retomaran la senda del histerismo con la que acogieron de primera mano las declaraciones de la víspera del jefe del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Rajoy fue previsible, optó por seguir en el camino del que cree que el que resiste, gana; y esto sirvió para no interrumpir una digestión más calmada y optimista por parte de los inversores de las palabras de Draghi.

Moncloa continúa decidida a ganar tiempo. A aguantar, dentro de la estrategia de Rajoy. Sin descartar la petición de ayuda al fondo de rescate, pero alimentando al mismo tiempo aquella parte del mensaje del BCE que más nos interesa, la de que ha dejado la puerta abierta a intervenciones en el mercado secundario para la compra de bonos. Ayer había ya rumores en los mercados sobre una posible compra de bonos españoles e italianos en los plazos más cortos y Moncloa barrió para casa y colocó precisamente el acento en las «dos partes más positivas» de la nueva posición del banco regulador: el reconocimiento de que son «inaceptables» los diferenciales que hay en Europa y su disposición a intervenir. Por varias veces insistió el presidente español en estos elementos. Puede que vuelva a ser sólo otro alivio temporal, un poco más de tiempo ganado, porque desde la propia Moncloa advierten de que la volatilidad es muy grande y que la falta de volumen «inevitablemente la va a aumentar aún más». Pero la estrategia de devolver la pelota al tejado del responsable de la política monetaria europea sirvió al menos para conseguir que las cosas no empeoraran.

Rajoy no tuvo tampoco ayer respuesta para la pregunta de si España solicitará la intervención del fondo de rescate: no la puedo tener» –precisó—porque «para tomar las decisiones hay que tener la mayor información posible». «¿Cuál es el objetivo final de lo que propone Draghi? ¿Estamos hablando de obligaciones a siete meses o de bonos a diez o siete años? ¿Es adecuado para los intereses de España? ¿Cuál es el procedimiento? ¿A qué fondo de rescate se refiere, al MEDE, que todavía ni existe?», se preguntó en alto el jefe del Ejecutivo para evidenciar que el BCE tampoco esta vez ha marcado con claridad el camino que dice que puede ser la salida para los países con más presión sobre su deuda. «No tengo tomada ninguna decisión. Quiero conocer primero cuales son esas medidas, qué significarían, qué pretenden. A la vista de las circunstancias tomaremos una decisión u otra, pensando siempre en lo mejor para el interés general», añadió Rajoy.


«No tocaré las pensiones»
La ofensiva diplomática que durante estas dos últimas semanas ha mantenido abierta el Gobierno sirvió para convencer a La Moncloa de que los socios, empezando por Berlín, no exigirían a España nuevas condiciones macroeconómicas a cambio de la ayuda para sostener a la deuda, siempre y cuando se mantuviera el compromiso de cumplir con los objetivos de déficit impuestos por la Comisión Europea. Ésa, por ejemplo, era la lectura de los mensajes que les había hecho llegar el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Draghi habló de condiciones, pero Moncloa las desconoce y, entretanto, sigue sin despegarse del guión que defendía antes de que el BCE se pronunciase: el Gobierno central ya ha hecho los grandes ajustes que considera necesarios para este año; confía en llegar con ellos al objetivo de déficit también en 2013, con nuevas vueltas de tuerca al gasto público para los próximos ejercicios; y ahora lo que toca es velar porque el resto de administraciones, empezando por la autonómica, también cumplan. El Gobierno niega que vaya a aprobar nuevos recortes para los funcionarios, y Rajoy rechazó que vaya a recortar las pensiones en el próximo año. Éstas son dos de las partidas que la UE siempre ha puesto encima de la mesa en la negociación con los países intervenidos. «Con los datos que hoy conozco, no tengo la intención de bajar las pensiones el año que viene y, como ya saben, ésta sería la última partida que bajaría», precisó Rajoy. Una de sus primeras decisiones fue actualizar todas las pensiones con una subida del 1 por ciento para este año.


Ayudas a los parados
No obstante, el balance de su primera etapa de mandato no aclara si habrá prórroga de la ayuda de 420 euros para los parados sin ingresos inscritos en el programa de formación. La vigencia de esta prórroga finaliza el próximo 15 de agosto. «No hemos tomado ninguna decisión», señaló Rajoy. El Gobierno aprobó en febrero esta medida con un presupuesto aproximado de 300 millones de euros. La previsión era que este programa beneficiara a unas 150.000 personas, pero ya se han superado los 400.000 beneficiarios, lo que ha multiplicado su coste. El próximo Consejo de Ministros, del día 24, podría aprobar una nueva prórroga con efectos retroactivos de esta ayuda, aunque Rajoy no dio ninguna señal de que fuera a ser así.


Cumplir con el déficit: objetivo sagrado
Rajoy despidió el curso con una nueva versión del discurso churchilliano de «sangre, sudor y lágrimas». Sus decisiones están siendo cada vez más contestadas en la calle. Y, lo que de verdad angustia al Gobierno por su influencia en la imagen exterior, también por el lado autonómico, frente que capitanean Cataluña y Andalucía. El caso catalán les preocupa especialmente, y todo se fía a que funcione la estrategia de Rajoy de mirar para otro lado y no echar leña al fuego, aunque el fuego se lo hagan en la puerta de Moncloa. Él no está dispuesto a sentarse con Artur Mas a negociar el Pacto Fiscal, pero no hace causa en eso y lo que subraya es que sí está dispuesto a reunirse con el presidente de la Generalitat cuando él quiera. Para hacer pedagogía sobre la necesidad de que todas las administraciones asuman su responsabilidad con el déficit tiró de cifras rotundas, como los más de 900.000 millones de euros de deuda externa total que acumula España o los más de 90.000 millones de euros que todas las administraciones públicas gastaron de más sobre sus ingresos el pasado año. «Hemos vivido con demasiado crédito, y hoy es muy difícil refinanciarlo, y si pedimos más dinero prestado los intereses son demasiado altos», precisó. El mensaje es que no hay alternativa, que «esto no es una opción», y que el mandato obliga a todas las administraciones.


Salida de la crisis, «objetivo nacional»

Igual que no busca el enfrentamiento directo con Cataluña, aunque la Generalitat sí lo busque con el Gobierno, Rajoy también fue exquisito en sus alusiones al líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. Dijo que hablaban a menudo y que el secretario general socialista estaba de acuerdo con él en lo esencial, es decir, en la defensa de los intereses de España en Europa. Una de sus frases más contundentes fue la afirmación de que la salida de la crisis es un «objetivo nacional, que exige que todos rememos en la misma dirección». Mensaje para la oposición, y también para los agentes sociales y para los Gobiernos autonómicos.


Las prioridades del nuevo curso

La agenda para septiembre sigue delimitada por las mismas prioridades que han marcado el arranque de la Legislatura: ajustar los gastos con los ingresos; las reformas nacionales para mejorar la competitividad de la economía; y seguir dando la batalla en Europa para que se consolide la unión fiscal y bancaria y para que se resuelvan los problemas de financiación y de liquidez de nuestra economía. «Muchas cosas que afectan a nuestro futuro se están decidiendo en la Unión Europea», concluyó Rajoy. Habrá que alargar la espera para ver si la balanza se inclina por fin del lado de nuestros intereses. El presidente hace de la necesidad virtud y se queda con lo positivo, como, por ejemplo, los últimos mensajes de apoyo del FMI y de países hasta ahora críticos, como Finlandia. Y a quienes le echan en cara el fuerte desgaste de estos siete meses les recuerda que su Gobierno tiene un «mandato claro» y que tendrá que ser juzgado por su balance de cuatro años, no de unos cuantos meses.


Unión bancaria, este año
El presidente del Gobierno ha remitido una carta al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y a su homólogo de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, en la que fija de nuevo su posición ante la ejecución de los «importantes» acuerdos adoptados en el último Consejo Europeo. Entre otras cuestiones, Rajoy defiende que al menos la unión bancaria se apruebe en la última cumbre europea de este año, prevista para diciembre. La carta contiene la propuesta española de que la citada unión fiscal y bancaria se debatan formalmente en el mes de octubre, para que al menos la segunda sea ratificada antes de que acabe el año. «España tiene la obligación de intentar influir en las decisiones de la UE aportando sus ideas», precisó Rajoy.