Israel

La violencia de los colonos se vuelve contra Netanyahu

La muerte de un bebé en Cisjordania pone en alerta al Gobierno del primer ministro

Los palestinos despidieron ayer a Laith Al Jaldi, de 17 años, que murió en un enfrentamiento con la Policía
Los palestinos despidieron ayer a Laith Al Jaldi, de 17 años, que murió en un enfrentamiento con la Policíalarazon

La sociedad israelí, en su inmensa mayoría, amaneció el viernes conmovida por la noticia del ataque en el que murió un bebé palestino de 18 meses, Ali Saad Darwabshe, y sus padres y hermano resultaron gravemente heridos en la aldea Duma, en Cisjordania. El sello de los colonos de los asentamientos judíos había quedado estampado en la pared: la inscripción decía «Nekamá», que significa venganza. Apenas unas horas antes, Ishai Shlisel, un judío ortodoxo, apuñaló a seis personas que participaban en la Marcha del Orgullo Gay en el centro de Jerusalén. Sin tiempo para recuperarse del impacto, los israelíes vivieron ayer una nueva jornada marcada por la violencia. El palestino Laith Al Jaldi, de 17 años, falleció por las heridas sufridas por fuego del Ejército israelí cerca de Birzeit, a las afueras de Ramala, en los disturbios que siguieron al asesinato del bebé. Al Jadi, residente del campo de refugiados de Yalazone (al norte de Ramala) sufrió el impacto de un disparo tras lanzar un cóctel molotov contra el puesto militar israelí de Atara, en Cisjordania. En el campo de refugiados de Shuafat, en Jerusalén Este, decenas de palestinos lanzaron piedras y cócteles molotov contra los agentes, que utilizaron medios de dispersión de masas. Dos policías resultaron heridos por el impacto de piedras.

El Gobierno israelí reaccionó con celeridad ante el ataque contra la familia palestina, y de inmediato movilizó a miles de efectivos de todas sus fuerzas de seguridad, que salieron a un operativo de cacería de los responsables del crimen. El presidente de la nación, Reuven Rivlin, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, visitaron a la familia Darwabshe en el hospital Shiva, en la localidad de Tel HaShomer. Más allá de la política, y de su intención de aplacar la ira palestina, aparecían ante las cámaras conmocionados por lo sucedido. Pero su objetivo parece lejano. El negociador jefe palestino, Saeb Erekat, tras visitar ayer a la familia del bebé muerto, reiteró que «Palestina considera al Gobierno israelí totalmente responsable del ataque terrorista», subrayó en un comunicado

El ministro de Educación, Naftali Bennet –que lidera el partido Casa Judía, que representa a los colonos y los asentamientos judíos en Cisjordania–, repudió en Facebook el «asesinato inaceptable». «Entre nosotros anidan las semillas de la violencia, que no pueden ser ignoradas», escribió Bennet. «La violencia no comienza en el desfile gay o en la aldea Duma, pero por desgracia tampoco termina allí», enfatizó. La respuesta no se hizo esperar: los internautas le recordaron que tan sólo unas horas antes, el mismo Bennet arengó a la multitud desde el techo de una vivienda en el asentamiento Bet-El, donde el Ejército israelí destruyó dos viviendas y fue atacado con violencia verbal y física por cientos de colonos. Para muchos, ahí está el hilo conductor. En la libertad de acción con que saben que cuentan los habitantes de los asentamientos. Los sectores de centro e izquierda del mapa político israelí apuntan hacia el primer ministro Netanyahu y su partido, que –aseguran–, por no perder la estrecha mayoría con la que ahora a duras penas sostienen la coalición de gobierno, hacen la vista gorda a las acciones arbitrarias y muchas veces violentas de los colonos. La gran pregunta es qué sucederá ahora. Netanyahu conoce muy bien la amenaza que significan los colonos para su Gobierno, que ahora se multiplica. Incluso dentro del Consejo de Asentamientos califican a los asesinos de Alí Darwabshe de «cáncer dentro de la sociedad israelí y de la comunidad de los colonos judíos», advierten que el Gobierno los ha dejado hacer, que ha perdido el control de los inadaptados. Los propios colonos piden hoy mano dura para quienes violan los mandamientos básicos de la fe judía y deslegitiman su ideología.

Incidentes violentos

Los colonos protagonizaron incidentes violentos también en la colonia Bet El, al sur de Cisjordania, donde dos edificios que se construían de forma ilegal fueron demolidos. Benjamin Netanyahu repudió la violencia y prometió construir en el mismo lugar 300 nuevas viviendas. Las mismas 300 viviendas que prometió construir hace tres años y nunca construyó. El ministro Naftali Bennet, de Casa Judía, dijo: «La diferencia es que yo estoy ahora en el Gobierno, y me encargaré de que cumpla la promesa».