Terrorismo yihadista

Atentado suicida en Túnez contra la guardia presidencial

Varias ambulancias llegan al lugar donde se ha producido el atentado en la capital tunecina
Varias ambulancias llegan al lugar donde se ha producido el atentado en la capital tunecinalarazon

Doce muertos al inmolarse un terrorista en la capital al paso de un autobús militar.

Un nuevo atentado terrorista sacudió ayer a la capital tunecina, provocando la muerte de, al menos, doce personas, aunque otras fuentes elevan la cifra a 22. Según varios testigos, el responsable fue un terrorista suicida que hizo estallar una bomba, alcanzando a un autobús en el que se desplazaban agentes de la guardia presidencial a su paso por la avenida de Mohamed V. En la céntrica calle se halla todavía la antigua sede del derrocado dictador, Zinedin el Abedin Ben Ali, y habría sido en ese punto donde el atacante se inmoló. «Se trata de una escena de guerra. Muchos muertos pertenecen a la guardia presidencial», confirmó en su cuenta de Twitter el consejero de Presidencia, Firas Guefrech, quien calificó el atentado de «atroz». Varias ambulancias se desplazaron al lugar del incidente y la zona fue acordonada para comenzar con las investigaciones con la mayor celeridad. El primer ministro, Habib Essid, y el ministro del Interior, Najem Gharssali, se desplazaron poco después hasta allí y Mohamed Ennaceur, presidente de la Asamblea, convocó a los grupos con representación parlamentaria a una reunión de urgencia para analizar la situación tras el atentado. Poco después se decretó el estado de emergencia, con lo que se reforzaron las medidas de seguridad en todo el país, principalmente en el aeropuerto internacional de Túnez-Cartago, que, al cierre de esta edición, permanecía abierto. También se intensificaron los controles en las zonas turísticas.

Los últimos atentados sufridos por un país considerado la única democracia nacida de la Primavera Árabe estuvieron dirigidos contra intereses turísticos y fueron reivindicados por el autodenominado Estado Islámico (EI). El 26 de junio, 38 turistas murieron en dos atentados yihadistas contra sendos hoteles de Susa, el Imperial Mahrahaba y el Muradi Palm Marinay. Para poner barreras a la creciente amenaza del extremismo religioso, las autoridades declararon el estado de emergencia, todavía vigente, y emprendieron una campaña de arrestos que ha desembocado en el desmantelamiento de más de una decena de presuntas células yihadistas. A principios de este mes, el Ejecutivo anunció el arresto de varios individuos que planeaban una oleada de ataques contra comisarías de Policía y hoteles en la ciudad de Susa, escenario del último asalto.

Ataque en el Sinaí

Más proclive a abatir terroristas que a llevarlos ante la Justicia, Egipto tampoco ha logrado frenar la lacra del fanatismo yihadista. También en la jornada de ayer, siete personas perecieron en un atentado perpetrado en un hotel situado en la población de Al Arish, en el que se alojaba un grupo de jueces encargado de supervisar las elecciones parlamentarias que celebra el país. Un magistrado, un fiscal, cuatro miembros de las Fuerzas de Seguridad y un civil perdieron la vida en un ataque múltiple en el que participaron tres suicidas que portaban artefactos explosivos. Ocho personas resultaron heridas, dos de gravedad, según el comunicado de las Fuerzas Armadas egipcias. Wilayat Sina, la filial egipcia del Estado Islámico, reivindicó la autoría del asalto al hotel Swiss Inn en un texto en el que asegura que es una venganza por los encarcelamientos de mujeres musulmanas.