Internacional

Andrés Pastrana: «Es un avance, pero hay que revisar la entrada política de las FARC»

Presidente de Colombia entre 1998 y 2002, fue junto con Álvaro Uribe el artífice del triunfo del «no» en el referéndum del 2 de octubre.

Andrés Pastrana: «Es un avance, pero hay que revisar la entrada política de las FARC»
Andrés Pastrana: «Es un avance, pero hay que revisar la entrada política de las FARC»larazon

Presidente de Colombia entre 1998 y 2002, fue junto con Álvaro Uribe el artífice del triunfo del «no» en el referéndum del 2 de octubre.

Con su voz reposada y mirada clara, Andrés Pastrana desgrana los motivos del rechazo al acuerdo y explica por qué ahora sí se ha abierto una oportunidad para una paz definitiva. El éxito está –dice– en las manos del presidente Santos.

–¿Qué opina de la revisión de Santos al acuerdo con las FARC?

–El 99% de las propuestas que hice con mi grupo de estudios fue tenido en cuenta, pero aún no sé cómo quedaron incluidas.

–¿Cuántos cambios presentaron?

–De las modificaciones de mi grupo conservador, que fueron más de 30, básicamente las propuestas más gruesas al anterior acuerdo de paz eran sobre narcotráfico, defensa de la propiedad, el tema presupuestario... Sé que se han tenido en cuenta mis modificaciones.

–¿Estamos más cerca de la paz?

–Yo creo que sí. Santos habló de que se hicieron concesiones en 56 sobre 57 puntos. Lo que omitió es que hay un punto sin discusión que es la eligibilidad de los guerrilleros. La preocupación es que si éste es un acuerdo final, si no quedaron las propuestas como corresponde, habrá dificultades. Esperamos que estén incluidas como corresponde y así sí estamos mucho más cerca de la paz. Por las propias declaraciones del jefe del equipo negociador, Humberto de La Calle, que en su campaña por el «sí» nos dijo que ése era el mejor acuerdo posible, y (ayer) ya dijo que este acuerdo es mejor al que presentaron al país. Por tanto, como dijimos, un mejor acuerdo siempre se podría revisar, sobre todo si había unión entre todos los colombianos. Y esto podrá unificar al país en torno a la paz, para que ésta sea verdaderamente estable y duradera.

–¿Qué falló para que ganara el «no» en el referéndum?

–Faltó el consenso nacional. El presidente es el único que puede buscarlo para que todos los partidos, movimientos, ONG... hagamos una paz para todos los colombianos. Derrotamos un mal acuerdo de paz. Al presidente le trasladé que el 2 de octubre no ganó la guerra, ganó la paz. Ese día, los colombianos estaban divididos entre el «sí» y el «no». Hoy estamos el 99% respaldando a Santos para hacer un buen acuerdo.

–¿La paz no es una cesión?

–No. La paz la hacemos todos los colombianos. Lo establece nuestra Constitución, el derecho fundamental y la búsqueda de la paz es la primera obligación del presidente. No es un asunto jurídico, sino político. Hemos tenido casos de negociaciones buenas y otras malas.

–¿Por ejemplo?

–El presidente Gaviria firmó un acuerdo con Pablo Escobar. Le entregó la cárcel de la Catedral, que dejó de ser un centro de reclusión. Hay, sin embargo, buenos acuerdos como el del M19 a finales de los 80-90. Un movimiento guerrillero liderado por Carlos Pizarro que se sometió a las reglas de la democracia. En elecciones, logró congresistas, alcaldes y hasta un vicepresidente.

–En cuanto al escollo de la participación política de los narcoguerrilleros, ¿qué responde a los que dicen que es mejor que estén en el Parlamento que en el conflicto?

–Que los guerrilleros que están acusados de crímenes de guerra o lesa humanidad no pueden ser cargos electos. No se entiende que quien ha masacrado y secuestrado esté ahora en el Parlamento.

–No ve usted a «Timochenko» como líder de un partido político.

–Quienes están acusados de crímenes de guerra y lesa humanidad no pueden estar en las instituciones.

–¿Qué papel pueden jugar los líderes de las FARC?

–Hace un mes, celebraron la X conferencia y tomaron dos decisiones por unanimidad: aprobar el acuerdo de La Habana y dejar las armas y convertirse en partido. Lo que hay en La Habana es un grupo político y la primera derrota democrática que sufrieron fue el 2 de octubre. Las FARC no son sólo «Timochenko» o Iván Márquez, debe presentar gente nueva que pueda participar en asuntos de representación popular.

–¿Puede garantizarse mediante el acuerdo el desmantelamiento del negocio del narcotráfico?

–Es uno de los temas que he liderado. El narcotráfico no puede ser un delito conexo, como quería el Gobierno. Hemos sufrido tantos años de violencia que no podemos aceptar que sea una contravención. Tampoco se incluyó una colaboración de las FARC en la política antidroga. Sabemos quiénes son sus socios: el cártel de Sinaloa, del Chapo Guzmán; Los Soles de Venezuela o Los Soles de Ecuador, pero ellos tienen que confesar cuáles son las rutas, los laboratorios y, lo más importante, dónde está el dinero. Se calcula que las FARC pueden tener entre 10 y 20 billones de dólares. ¿Por qué? Porque tienen que resarcir a las víctimas. Tienen que entregar el dinero. Si no lo entregan, siguen cometiendo fraude.

–¿Fue precipitada la ceremonia de Cartagena de Indias?

–Fue un gravísimo error, vendieron que el acuerdo estaba hecho y no era así. Faltaba el elemento más importante, que el pueblo votara. En Colombia decimos: «No hay que ensillar antes de traer las bestias».

–¿Y el premio Nobel?

–Sobre este asunto no hablo. Como me preguntó un colega: ¿Le sorprendió el Nobel? Y a quién no. Lo importante es que se consultó al pueblo y hay que respetar las decisiones del pueblo.

–¿No sintieron que quizás eran ustedes los equivocados?

–No, por el contrario, estábamos del lado de las inquietudes del pueblo colombiano.

–¿Será el año 2017 el de la paz definitiva?

–Creo que sí, pero depende del presidente Santos.

–¿Cómo encaja la elección de Donald Trump?

–Estamos preocupados por las posiciones de Trump contra los hispanos. Su victoria nos coloca ante un escenario muy complicado con el cierre total de la frontera, con políticas migratorias discriminatorias. Seguimos siendo el patio trasero de EE UU. Pero no hay legado del presidente Obama para América Latina. ¿Cuba? Normalizar relaciones sin exigir nada. Y ¿Colombia? Apoyar un proceso de paz que no estaba ratificado. No hay legado.