Política exterior

Atalaya desde Filipinas

La Razón
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De Pekín a la capital de Filipinas, cuatro horas de vuelo. Y a la llegada, el 19 de octubre, el encuentro con Carlos Madrid, director del Instituto Cervantes en Manila. Allí, en la residencia del embajador de España, Luis Calvo (con Pedro Pascual, consejero Económico Comercial), tuvimos almuerzo-convivium en el que todo acabó centrándose en el futuro papel de la UE en el mundo tras el Brexit. En ese sentido, en 2025, todos los Estados miembros de la Unión habrán de estar ya dentro del euro, y tendrán que haber suscrito el Tratado de Schengen, sin más demoras. Lo que implica la simultánea adhesión unánime a la Unión Fiscal y a la Unión Bancaria, así como a otros mecanismos de integración. Por lo demás, habrá un secretario del Tesoro para la UE, que, como Alexander Hamilton en EE UU en 1792, tendrá capacidad para emitir eurobonos que serán activos financieros de primer orden en los principales mercados mundiales.

Muchas más posibilidades surgieron en el cuasi-seminario que se formó en la embajada, en términos de lo que llamamos «Proyecto Atalaya». Con referencia a la misión histórica de la UE de llevar a China y a EE UU a la mesa de negociaciones para un gran acuerdo. Evitando de ese modo los conflictos posibles anticipados por Henry Kissinger, de quien recordé su libro «On China», con los antecedentes del Memorándum de Eyre Crowe en 1907, que supo prever la I Guerra Mundial. Por una cuestión de lucha hegemónica entre el ya antiguo Imperio Británico y el ascendente Imperio Alemán, el II Reich de Bismarck de 1871. Como también el profesor Graham Allison ha insistido en ese posible enfrentamiento con su tesis de la «Trampa de Tucídides», el historiador griego que en su libro «La guerra del Peloponeso» (411 a.C.) subrayó que cuando una potencia prevé que puede ser superada por otra, se entra en la posibilidad de una guerra preventiva. Como hace 2.400 años sucedió en el caso de Esparta frente a Atenas.

Análoga amenaza se advierte ahora por los graves peligros que existen objetivamente: el nuclear, la gran explosión demográfica en África (de 1.200 millones de pobladores en 2016 a casi 4.000 en 2100), y el cambio climático con todavía insuficiente respuesta. Se trata de situaciones difíciles, complicadas ahora por la cibernética, con «hackers» por doquier que podrían actuar en el momento menos pensado.

Si no hay un gran acuerdo EE UU-China (cada vez más próxima a Rusia en lo militar), que sirva para desmantelar el arsenal atómico mundial y resolver otros grandes problemas, estaremos siempre «pendientes de un hilo». Se necesita organizar un mundo multipolar, con un comité de poderes globales dentro de la ONU: EE UU, China, Rusia, UE, Iberoamérica, África, India, sureste asiático y Pacífico Sur. Ésa sería la gran aportación mundial de la UE: impulsar la configuración de una organización multipolar mundial para lograr el sueño de Immanuel Kant en 1795, con su «Ensayo sobre la paz perpetua».

Durante el resto de mi estadía en Filipinas, se sentía la proximidad de una China que va hacia la omnipotencia regional. E inevitablemente surgió el tema del Tribunal de La Haya, sentenciando contra Pekín en el conflicto del Mar de la China Meridional, que la República Popular pretende convertir en aguas territoriales suyas. Como también hubo menciones al problema moro de Mindanao, donde la ciudad de Marawi fue arrasada por el Ejército filipino para acabar con un potente foco de terrorismo yihadista. Además, hablamos de la muy controvertida lucha contra el narco del presidente Rodrigo Duterte, en la que puede haber inculcación de derechos humanos. Pero con gran popularidad para el presidente.

Al despedirme de Filipinas fue, como siempre con la nostalgia de la gradual de-saparición de la lengua española, a partir de una erosión creciente desde 1898, y con el golpe de muerte que significó la II Guerra Mundial. Algunos de los últimos de Filipinas se sitúan en parte en la Universidad de Santo Tomás, fundada en 1611, y en la que hoy labora incansable –según vimos en la visita que le hicimos Carlos Madrid y yo– el Padre Ángel Aparicio, al frente de una formidable biblioteca en lengua española, con documentos muy valiosos, desde Legazpi a Rizal. Sin olvidar Intramuros, donde vimos la nueva sede en construcción del Instituto Cervantes, como foco hoy de nuestro idioma, sin olvidar los habitantes del sur de Mindanao, con el chabacano filipino-español como lengua propia.

Adiós Manila, adiós. Última etapa del viaje, Macao, la meta de los ludópatas, pero mucho más que eso, como podremos ver en el último artículo de mi gira asiática.