Internacional

Austria cierra su campaña electoral más sucia

Un escándalo de noticias difamatorias contra los conservadores salpica a los socialdemócratas austríacos y amenaza al bipartidismo.

Sebastian Kurz y Peter Pilz
Sebastian Kurz y Peter Pilzlarazon

Un escándalo de noticias difamatorias contra los conservadores salpica a los socialdemócratas austríacos y amenaza al bipartidismo.

Austria cerró ayer la campaña electoral más sucia que se recuerda con la sensación de asistir al final de una era. El bipartidismo de conservadores (ÖVP) y socialdemócratas (SPÖ) que ha dominado la vida política del país alpino desde el final de la Segunda Guerra Mundial está agotado y la derecha populista del FPÖ está dispuesta a cubrir ese espacio dejado por dos partidos que han gobernado en Gran Coalición 44 de los últimos 72 años.

El último debate televisado celebrado durante la noche del jueves entre los cinco principales candidatos mostró cuánto difieren sus prioridades. Mientras el canciller socialdemócrata Christian Kern ponía el énfasis en el pleno empleo (5,4%) y la buena situación económica, sus rivales lo hacían en la inmigración, tema estrella de esta campaña. Para el actual ministro de Asuntos Exteriores y candidato conservador Sebastian Kurz, favorito en los sondeos con un 33%, es necesario reducir las ayudas a los inmigrantes para garantizar el Estado del Bienestar.

En la misma línea, el ultra Heinz Christian Strache, que con un 25% lucha voto a voto con el SPÖ por la segunda posición, defendió el cierre de las fronteras de Austria. Precisamente, Kurz, de 31 años y responsable de estas elecciones anticipadas, debe su fulgurante éxito al hecho de haber copiado el programa de Strache para endurecer la entrada de inmigrantes en Austria, un país aún conmocionado por la llegada de 150.000 refugiados desde 2015 (más del 1% de la población). Ambos parecen ahora condenados a entenderse para gobernar juntos en coalición. El líder populista, que llamó a Angela Merkel la «mujer más peligrosa de Europa» por abrir las fronteras a los refugiados en 2015, ya se ve como vicecanciller de Austria.

El FPÖ, un partido creado en 1955 por antiguos nazis y miembros de la SS, ha sabido edulcorar su discurso xenófobo y antieuropeo para atraer a los votantes desencantados tanto del SPÖ como del ÖVP. Lo cierto es que ambos se lo han puesto muy fácil gracias a una inusitada campaña de golpes bajos que ha erosionado sobre todo la imagen de los socialdemócratas, a los que los sondeos conceden una debacle histórica.

La campaña del SPÖ entró en barrena después de conocerse este verano que Tal Silberstein, el asesor y «spin doctor» que contrató Kern por 400.000 euros, había creado en la red social de Facebook dos páginas con información difamatoria contra Kurz. Aunque el asesor fue despedido del equipo del canciller el 14 de agosto pasado, tras ser investigado por supuesto lavado de dinero en Israel, según la Prensa, el equipo de Silberstein continuó operando los sitios web incluso después de que el partido rompiera relaciones con él.

«Aliado» de soros

A Kurz, entre otras cosas, se le acusaba con noticias falsas de tener planes para abrir las fronteras a una nueva oleada de inmigrantes musulmanes y ser aliado del conocido magnate y filántropo húngaro de origen judío George Soros. La operación buscaba disuadir a los votantes del FPÖ que han pasado a apoyar al joven ministro de Exteriores desde que asumió la presidencia del ÖVP el pasado mayo.

En un intento de repartir la responsabilidad de la campaña sucia, el SPÖ dijo haber sido víctima de un robo de datos, mientras que Peter Puller, un colaborador de Silberstein, acusó al ÖVP de haberle ofrecido 100.000 euros para cambiar de bando. Sin embargo, estas traiciones y conspiraciones más propias de «House of Cards» han pasado sobre todo factura a la credibilidad de un canciller que ha tenido que pedir disculpas y defenderse de las acusaciones de que estaba al tanto de las actividades de su jefe de campaña.

De ahí que la Prensa, que saludó su llegada al poder en mayo de 2016 como «una oportunidad» para regenerar la política, hable ahora abiertamente del «fiasco» del líder socialdemócrata. La primera víctima del escándalo ha sido el secretario general del SPÖ, Georg Niedermühlbichler, que dimitió el 30 de septiembre.