Unión Europea

«Brexit means brexit» o nada

La Razón
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Aunque el Brexit ha sido el gran ausente de la campaña electoral, a partir de hoy va a estar más presente que nunca. El 20 de junio comenzarán las negociaciones con los Veintisiete. Todavía no se conocen las prioridades ni las «líneas rojas» que van a poner los británicos sobre la mesa. El nuevo Gobierno de Londres deberá tomar una decisión trascendental para su futuro: si apuesta por un Brexit duro o blando.

Si Theresa May consigue una mayoría absoluta holgada, podría deshacerse de la línea más euroescéptica de su Gobierno y apostar por un divorcio más suave. Esta opción, aunque traicionaría lo que ha defendido hasta ahora, le permitiría apostar por un período transitorio desde el 30 de marzo de 2019 con un estatus parecido al que tiene Noruega. Estaría dentro del espacio económico europeo, lo que le permitiría beneficiarse del mercado único. A cambio, debería permitir la libre circulación de trabajadores durante unos años, pagaría 10.000 euros anuales y estaría sujeta al Tribunal de Justicia de la UE.

Sin embargo, si May gana por una exigua mayoría, podría ser malo tanto para los británicos como para los 27. Al otro lado, la UE está más unida que nunca. El divorcio con Reino Unido ha servido como federador interno, al menos de momento. El euroescepticismo ha bajado fuera de las islas británicas y las negociaciones se ven como un juego de suma cero: todo lo que no pague Londres, deberán sacarlo de sus bolsillos el resto. Hasta el momento no se ha roto la unidad entre los 27. Sin embargo, Holanda, Austria y otros países que no quieran aportar más dinero al presupuesto comunitario tras la salida de Reino Unido podrían quebrarla.

La UE quiere negociar primero el tratado de divorcio y después el acuerdo comercial con los británicos. Al otro lado del Canal de La Mancha desean que se haga al unísono. En Londres ya saben que negociar un tratado comercial es una tarea ardua que puede llevar 5 años. Reino Unido tiene la ingente labor de renegociar más de 150 tratados con otros países y además en una situación de debilidad.

Si el nuevo Gobierno apuesta por un Brexit duro, la salida del mercado único significará levantar aduanas con los 27 de los que llegan el 55% de las importaciones a la isla. Esto obligará a sustituir la burocracia comunitaria por miles de funcionarios británicos que ahora deberán gestionar la política agrícola o los fondos regionales desde Londres.

Los ciudadanos a ambos lados del Canal de La Mancha también se verán afectados. La salida brusca de la UE conllevaría la eliminación de la libre circulación de trabajadores con la consiguiente carga administrativa para los consulados de Reino Unido.

La salida británica también incrementará el proteccionismo en la UE y deja sin contrapeso al eje franco-alemán. Y en cuanto a la seguridad que tanto preocupa ahora tras los tres atentados se vería perjudicada al salir el Reino Unido de Europol y no poder usar las bases de datos de la agencia para controlar a los terroristas. La UE, por su parte, perderá a un miembro con silla en el Consejo de Seguridad de la ONU, potencia nuclear con un gran ejército y a una de las mejores diplomacias del mundo. El Brexit ha vuelto y tendrá consecuencias para todos.