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China y Rusia se suman a EE UU en la condena contra Pyongyang

Kim Jong Un confirma el éxito del último ensayo balístico y promete que pronto tendrá un misil de alcance intercontinental

La Razón
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Mucho han cambiado las cosas desde que Zhou Enlai, el que fuera primer ministro chino en la era Mao, dijera que China y Corea del Norte mantienen una relación tan estrecha «como los dientes y los labios». Casi medio siglo después y desde que el joven dictador Kim Jong Un se hiciera con el poder en 2011, el gigante asiático se ha distanciado progresivamente de su tradicional aliado, un país aislado por la comunidad internacional.

China, que ayer mostró su firme oposición al ensayo balístico que el domingo llevó a cabo Pyongyang, rechazó las críticas que apuntaban a que podía hacer más por alejar al régimen norcoreano de su objetivo de desarrollar un arma nuclear capaz de alcanzar el continente americano. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Geng Shuang, afirmó que el lanzamiento violó las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que piden el fin de las pruebas nucleares y de misiles de Corea del Norte.

Geng aseguró que China trabajaría de la mano con otros países para resolver el problema con una «actitud responsable y constructiva». Precisamente, tras la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad ayer por la tarde, EE UU, Corea del Sur y Japón condenaron el ensayo e instaron al país a detener su programa nuclear, que ya acumula seis paquetes de sanciones en la última década. También Rusia reprochó a Pyonyang su «desprecio desafiante» de las resoluciones del Consejo de Seguridad. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores mostraron su «preocupación» y llamaron «a todas las partes a mostrar moderación y evitar acciones que puedan provocar una mayor escalada de tensión».

Ajeno a todo ello, el régimen de Corea del Norte expresaba su satisfacción por el éxito de la última prueba con un misil de medio alcance habilitado para albergar una cabeza nuclear, algo que numerosos analistas ponen en duda, pero consideran probable en un futuro. Según informó la agencia oficial KCNA, el dictador supervisó personalmente el lanzamiento de «un misil balístico tierra-tierra de alcance medio/largo Pukguksong-2» que supone una versión mejorada del misil balístico probado con éxito en agosto. Las imágenes mostraban a un enorgullecido Kim rodeado de camaradas celebrando el lanzamiento de un proyectil que tras recorrer 500 kilómetros acabó en aguas del mar de Japón. El mandatario norcoreano declaró estar muy satisfecho «por la posesión de otro poderoso artefacto nuclear que se suma a la tremenda fuerza del país» y añadió que «gracias al desarrollo del nuevo sistema de armamento estratégico, nuestro Ejército es capaz de acometer sus funciones con mayor precisión y rapidez en cualquier medio: bajo el agua o en la tierra».

El lanzamiento, considerado por Corea del Sur como un desafío de Pyongyang para tratar de medir la respuesta de la nueva Administración Trump, también ha generado inquietud en Rusia, cuyo Ministerio de Exteriores ha expresado preocupación. Para Jonathan McDowell, experto del Centro de Astrofísica Harvard Smithsonian, «este nuevo cohete es del tipo de los que nos deberíamos preocupar». Según explicó, «los cohetes de combustible sólido pueden ser lanzados a corto plazo sin mucha preparación. Los grandes motores de combustible sólido son difíciles de hacer funcionar correctamente, por lo que supone un avance realmente significativo de Pyongyang».

Pese a ello, diversos analistas apuntan a que la prueba se hizo con este tipo de proyectil porque el país todavía no ha perfeccionado un misil balístico intercontinental (ICBM) con el que poder alcanzar territorio americano y cuyo desarrollo, según anunció Kim Jong Un en su discurso de Año Nuevo, se encuentra en las «etapas finales». Sea así o no, Jeong Joon Hee, un portavoz del Ministerio de Unificación de Corea del Sur, aseguró que este tipo de acciones muestran cómo Pyongyang «no tiene ninguna intención de retroceder a su objetivo de convertirse en un país con armas nucleares».