Parlamento Europeo

Los 27 consagran la integración a diferentes velocidades

Los 27 consagran la integración a diferentes velocidades. Los líderes de la UE renuevan los votos de los padres fundadores frente a la amenaza populista y el Brexit. Proponen una Europa «segura» y protagonista a nivel global

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, sostienen la Declaración de Roma
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, sostienen la Declaración de Romalarazon

Los líderes de la UE «renuevan sus votos» decididos a «actuar juntos y a distintas velocidades»

Con determinación, todavía se puede esperar un futuro prometedor para la Unión Europea. Qué mejor escenario que la milenaria Roma, donde la Historia aporta sentido al presente, también el del desgastado Viejo Continente, que necesita un horizonte que perseguir. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea renovaron ayer su compromiso con la Unión al asistir en la Ciudad Eterna a la conmemoración de los 60 años de la firma de los Tratados de Roma, el evento que dio inicio a la Unión Europea tal como hoy la conocemos. El compromiso material de seguir apostando por la integración europea fue sellado en una Declaración firmada por los 27 mandatarios europeos y los máximos responsables comunitarios, en la espléndida Sala de los Horacios y Curiacios dentro del Palacio de los Conservadores, sede del Ayuntamiento de Roma.

«Nosotros, los dirigentes de 27 Estados miembros y de las instituciones de la UE, nos sentimos orgullosos de los logros de la Unión». Son las palabras con las que arrancan el documento en defensa de la UE, 60 años después de su nacimiento. Del escrito, trascienden cinco pilares fundamentales para seguir en el proyecto de integración europea: «La paz, la libertad, la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho». Más allá de los principios fundacionales, los retos que tiene por delante la UE no son pocos ni son fáciles: el terrorismo, la inmigración, el desempleo, el populismo, el euro y las desigualdades sociales, entre otros.

En lo relativo a los objetivos económicos, no todos los países podrán adaptarse de la misma manera, de modo que en la declaración se deja por escrito la posibilidad de lo que periodísticamente se conoce como «Europa a dos velocidades». «Actuaremos juntos, a distintos ritmos y con distinta intensidad cuando sea necesario, mientras avanzamos en la misma dirección, como hemos hecho en el pasado», se lee en el documento firmado por todos los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros de la Unión tras la salida de Reino Unido, que se hará efectiva este miércoles con la activación del Artículo 50 por parte de Londres.

«La Europa de las distintas velocidades no significa de ningún modo que no haya una Europa unida. Aquí decimos muy claro: queremos una dirección común. Hay cosas que son inalienables. Es el caso del mercado interior; son las libertades básicas, son nuestros valores de libertad, libertad de expresión y de opinión, de prensa, de religión. Eso nos hace fuertes juntos. Eso no queda comprometido», sentenció la canciller alemana Angela Merkel.

«En esta sala, hace 60 años, comenzó nuestra gran aventura», pronunció ayer Antonio Tajani, el presidente del Parlamento Europeo. «Juntos hemos conseguido escapar de la trampa de los nacionalismos y dejar atrás para siempre la pesadilla de la guerra y la oscuridad de las dictaduras. El duro trabajo de estas seis décadas nos ha permitido aportar, a las diferentes generaciones, la libertad de viajar, estudiar, trabajar e innovar». Pero el representante del pueblo europeo advierte: «Limpiar la fachada no es suficiente, son necesarios cambios profundos. Herramientas reales para dar respuestas a las angustias de quien no encuentra trabajo y a los jóvenes que no pueden programarse un futuro». Y añadió: «La Declaración es un compromiso hacia nuestros ciudadanos y el Parlamento se encargará de asegurar que esta voluntad no quede sólo en el papel».

El presidente del Gobierno italiano, Paolo Gentiloni, hizo especial hincapié en el protagonismo de los padres fundadores para explicar el importante surgimiento de la UE tras la Segunda Guerra Mundial: «El recorrido de la Unión empezó mucho antes [de la firma de los Tratados de Roma], cuando nuestra patria europea se perdió a sí misma». Y ahonda: «Antes de que la guerra acabara, dos hombres, Altiero Spinelli y Ernesto Rossi, junto a otros, encarcelados en la isla de Ventotene, soñaron con un futuro diferente. De paz». Citando a «grandes estadistas como De Gasperi, Adenauer, Schuman y Spaak», Gentiloni aseguró que el nacimiento de la UE tiene que ver con «la elección más antigua de la humanidad, entre el bien y el mal». Y añade: «Tras haber elegido el mal mediante dos guerras mundiales, los europeos escogieron el bien para alejar los nacionalismos». «Arriesgamos una parálisis fatal para Europa», alertaba ayer el presidente de la república italiana, Sergio Mattarella. Para evitarla, según el jefe del Estado transalpino, hay sólo un instrumento: «Tenemos que redefinir la actual arquitectura europea a través de la reforma de los tratados. No será sencillo, pero con la firma de la Declaración comienza una fase constituyente no eludible para un relanzamiento efectivo». Y asegura: «Los próximos diez años serán cruciales».

La Unión Europea, antes de que fuera un objetivo político tangible, no era más que un sueño propio de los intelectuales visionarios que vivían en un continente bélico por antonomasia. Víctor Hugo, en el siglo XIX, habló de unos «Estados Unidos de Europa», basados en el pensamiento humanista, por ejemplo. «Europa se hará sólo cuando haya hechos concretos que creen una solidaridad de hecho», dijo el francés Robert Schumann, padre fundador de la Unión. Tras dos guerras mundiales, hoy Europa está presente en la vida de sus ciudadanos mucho más de lo que ellos creen, de modo que su supervivencia depende, entre otras cosas, de cómo resolverá su propia percepción.

El compromiso de los 27

Seguridad

«Una Unión en la que todos los ciudadanos se sientan seguros y puedan circular libremente, donde nuestras fronteras exteriores estén protegidas, con una política migratoria eficaz, responsable y sostenible, que respete las normas internacionales; una Europa decidida a luchar contra el terrorismo y la delincuencia».

Sostenibilidad

«Generar crecimiento y empleo; un mercado único fuerte, conectado y en expansión, que asuma la transformación tecnológica, y una moneda única, estable y aún más fuerte que abra vías de crecimiento, cohesión, competitividad, innovación e intercambio, especialmente para las pequeñas y medianas empresas».

Europa Social

«Una que promueva la igualdad entre mujeres y hombres, así como los derechos y la igualdad de oportunidades para todos; que luche contra el desempleo, la discriminación, la exclusión social y la pobreza; una Unión en la que los jóvenes reciban la mejor educación y formación».

Defensa

«Promover la estabilidad y la prosperidad en su vecindad inmediata al este y al sur, y también en Oriente Próximo, en África y en el mundo; asumir más responsabilidades y ayudar a la creación de una industria de defensa más competitiva e integrada; una Unión comprometida con el refuerzo de su defensa».