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Corte fluido, noche elegante

La Razón
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Máxima, que hoy se convierte en reina de los holandeses, fue la excepción de la noche. Frente a los volantes plisados de su palabra de honor de Valentino que daban volumen y movimiento a cada uno de sus pasos, las demás invitadas a la cena de recepción optaron por la fluidez en el corte sin ser nada sofisticados. Tendencia a la verticalidad que tan sólo en el caso de Mette-Marit de Noruega –con un estampado algo discutible– ofrecía algo más de vaporosidad. Como ejemplo del estilo marcado por las nuevas herederas europeas, sirve el elegante vestido de Doña Letizia, que optó por un diseño en seda y encaje chantilly con flores en azabache, combinado con un clutch de cristales y sandalias de Magrit. Firmado por su fiel Felipe Varela, acentuaba su silueta en su punto justo. Esa sobriedad medida en los diseños tomó vida con los diferentes pantones por los que se decantaron para una noche de fiesta, desde el berenjena de Victoria de Suecia al nude de Mary Donaldson, mate en la falda y con un cuerpo con pedrería y transparencia de suma elegancia. Un juego que se tornó en bicolor en el caso de Camilla Parker y en impecable para la reina Beatriz, que se decantó por un vestido en brocado plateado de dos piezas y una capa negra ribeteada de piel para protegerse del frío holandés. Nobleza obliga.