Dinamarca

Dinamarca confiscará bienes a los refugiados para costear su manutención

Los empleados de seguridad piden la documentación en la estación de tren del aeropuerto de Copenhague
Los empleados de seguridad piden la documentación en la estación de tren del aeropuerto de Copenhaguelarazon

Un acuerdo entre los partidos políticos excluye objetos de valor sentimental como anillos de boda o retratos familiares

Las autoridades danesas no podrán confiscar los objetos de valor afectivo a los refugiados. El Gobierno liberal danés ha consensuado con la oposición socialdemócrata esta reforma del polémico proyecto, anunciado hace meses, que permite a la Policía confiscar dinero y objetos personales a los refugiados con el fin de costear su manutención en el país nórdico.

El plan inicial, comparado por algunos críticos con las prácticas nazis, permitía a las autoridades registrar a los refugiados y confiscar objetos o sumas de dinero en efectivo superiores a las 3.000 coronas (400 euros). El eurodiputado Jens Rohde llegó a abandonar el Partido Liberal (Venstre) el mes pasado en señal de protesta. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) lamentó la semana pasada que el proyecto de ley danés envía a otros países la señal de que “podría aumentar el miedo y la xenofobia y restricciones similares que reducirían, mas que expandirían, el espacio global para el asilo”.

La ministra de Integración, Inger Stojberg, presentó el pasado viernes un nuevo borrador en el que aumentaba la cantidad a 10.000 coronas (1.340 euros), pero fue rechazada por dos de los tres partidos derechistas que apoyan al Gobierno en minoría de Lars Lokke Rasmussen y por los socialdemócratas por no excluir los objetos personales.

El texto consensuado, que empezará a discutirse hoy en el Parlamento y se votará el 25 de enero, excluye objetos de valor afectivo como alianzas de boda, retratos familiares o distinciones honoríficas, pero permite confiscar aquellos que no tengan una carga sentimental y cuyo valor supere los 1.300 euros, adelanto ayer la televisión pública DR. Así, móviles, ordenadores portátiles y relojes podrán ser requisados por la Policía a los demandantes de asilo. Precisamente, el coste financiero fruto de la avalancha de refugiados (principalmente sirios e iraquíes) ha abierto una brecha entre el Gobierno y uno de sus socios menores, la Alianza Liberal, que exige al primer ministro que cumpla su prometida bajada de impuestos si quiere seguir contando con el apoyo de sus 13 diputados.

Los cambios del proyecto de ley fueron recibidos con satisfacción por los socialdemócratas. “Nos alegra que la ministra haya cedido. No estamos de acuerdo en que se les pueda quitar a la gente anillos de compromiso u otros objetos con valor afectivo”, declaró su portavoz en política de extranjería e integración, Dan Jørgensen, que había calificado de “indecente” el anterior borrador.

Menos satisfecho se mostraba ayer el ultraderechista Partido del Pueblo Danés (DF), principal aliado parlamentario del Gobierno, que lamentó que los extranjeros que llegan a Dinamarca en busca de asilo reciben más dinero que los daneses que dependen de la ayuda social. El discurso antiinmigración del los ultras ha obligado a Rasmussen a endurecer la ya de por sí restrictiva política de inmigración en sus siete meses al frente del Gobierno. Este texto forma parte de una reforma migratoria más amplia, que, entre otras cosas, impedirá el reagrupamiento familiar de algunos emigrantes hasta que hayan pasado tres años.

Horas antes de tener garantizados los apoyos suficientes para aprobar la iniciativa, el primer ministro se refería a la mismo con la “propuesta de ley más malinterpretada de la historia de Dinamarca”. “La medida trata básicamente de que en una sociedad como la danesa, donde hay derechos universales, uno tiene que arreglárselas por sí mismo como punto de partida y, si no puede, recibe ayuda”, explico Rasmussen, contrario a que los refugiados no corran con ningún gasto al llegar a Dinamarca. Con una población de cinco millones de habitantes, el país nórdico recibió el año pasado 21.000 solicitudes de asilo, frente a las 14.815 de 2014. En comparación, lejos de las 160.000 llegadas a la vecina Suecia, que sólo tiene el doble de su población.