Brexit

Dublín se niega a cambiar los principios básicos del acuerdo sobre la frontera de Irlanda

La Razón
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La premier Theresa May lucha contrareloj para conseguir que en la próxima cumbre europea del 14 de diciembre se pueda lograr, al fin, comenzar a hablar de las ansiadas relaciones comerciales entre el Reino Unido y el bloque. La frontera que separa Irlanda del Norte con la República de Irlanda sigue siendo el principal escollo a resolver. Altos responsables del Partido Conservador de la primera ministra mantuvieron ayer negociaciones con representantes del Partido Unionista Democrático (DUP). Aunque, al cierre de esta edición, ninguna de las dos partes se manifestó al respecto.

Sin el visto bueno del DUP, May está atada de pies y manos porque, tras perder la mayoría absoluta en junio, su supervivencia política y gobierno en minoría dependen del respaldo de los 10 diputados norirlandeses.

Pero, al mismo tiempo, Bruselas ha dejado claro que cualquier propuesta que no sea satisfactoria para Dublín, no lo será para la UE. Y en este sentido, el Gobierno irlandés advirtió ayer que no aceptará un acuerdo sobre la frontera de la isla que altere los "principios básicos"del pacto que May rechazó el lunes en último momento ante la presión del DUP.

El viceprimer ministro irlandés y titular de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, aseguró que su Ejecutivo está dispuesto a considerar, si llegan, propuestas alternativas sobre la frontera o aceptar la inclusión aclaraciones sobre el acuerdo que ya estuvo sobre la mesa el lunes.

Los unionistas norirlandeses no quieren que la provincia británica tenga un régimen diferente del resto del Reino Unido y por ese motivo vetaron el texto que proponía que Irlanda del Norte no tuviera "divergencias reguladoras"respecto a la República de Irlanda, lo que, en la práctica, mantendría a la región dentro del mercado único y la unión aduanera.

"Estamos en un momento en el que aún tenemos que encontrar una solución, pero quiero dejar claro que los principios básicos que acordó Irlanda a principios de esta semana no se cambiarán", declaró Coveney ante el Parlamento de Dublín.

El panorama es complejo y la división de las filas tories tampoco ayuda. Por un lado, varios tories del ala más euroescéptica del partido han pedido a May que considere incluso la posibilidad de abandonar las negociaciones sin llegar a ningún acuerdo, incluido el ex líder de la formación, Ian Duncan Smith. Pero, por otra parte, alrededor de 20 conservadores que respaldan un estrecho acuerdo comercial con la UE, han remitido una carta a la premier considerando “sumamente irresponsable” levantarse en este momento de la mesa de negociaciones.

Nicky Morgan, que coordinó la misiva y es además presidenta del comité parlamentario del Tesoro, asegura que cada vez hay más hay apoyo en Westminster para mantener una estrecha relación comercial con el bloque. “Cada vez más diputados me contactan en privado para decir que apoyan el contenido y el tono [de la carta]", dijo.

Michel Barnier, el negociador para el Brexit de la UE, ha dado hasta domingo de plazo para que May pueda presentar una propuesta de acuerdo. Aunque el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, asegura que estaría dispuesto a esperar hasta la propia víspera de la cumbre del próximo jueves con tal de desbloquear las negociaciones.

Fuentes de Whitehall –donde se encuentran todos los ministerios- aseguran que, aunque en la cumbre europea se logre hablar finalmente de relaciones comerciales, la debilidad de May y la división de su Gobierno es tal que no creen que se pueda llegar a un acuerdo final de salida. "Todo el mundo sabe que la segunda fase va a ser mucho, mucho más difícil que las conversaciones mantenidas hasta ahora, que ya están resultando de por sí bastante complejas", aseguró ayer a The Times una fuente anónima con papel principal en las conversaciones sobre Brexit.

El caos aparente que reina en el Número 10 comienza a agotar la paciencia de los interlocutores de Bruselas. Con todo, saben que no pueden presionar mucho más a May porque se quiere evitar a toda costa tanto su dimisión como unas elecciones anticipadas en el Reino Unido. Tener un nuevo líder tory que fuera euroescéptico o al laborista Jeremy Corbyn convertido en premier no haría otra cosa que dificultar aún más las cosas.