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EE UU-Israel: La Embajada en Jerusalén, para 2019

El vicepresidente Mike Pence anuncia en Israel que su país agilazará el traslado de su legación diplomática y advierte de que Washington está con un pie fuera del acuerdo iraní.

El primer ministro Netanyahu saluda Mike Pence antes de su discurso en el parlamento israelí, ayer
El primer ministro Netanyahu saluda Mike Pence antes de su discurso en el parlamento israelí, ayerlarazon

El vicepresidente Mike Pence anuncia en Israel que su país agilazará el traslado de su legación diplomática y advierte de que Washington está con un pie fuera del acuerdo iraní.

El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, llegó ayer a Israel como parte de su postergada gira por Medio Oriente y tras el anuncio del presidente Trump de su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. Más allá de las reuniones y las visitas que tiene en agenda, Pence llegó a la Knesset (el Parlamento) y dejó su impronta con un discurso que superó las expectativas de los anfitriones y que muchos políticos israelíes ya califican de histórico.

No es que trajera grandes novedades, ya que el vicepresidente reiteró conceptos que fueron expresados por el presidente Donald Trump, pero lo hizo con claridad y contundencia, y en suelo israelí. Pence se refirió al reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y dijo que Trump «corrigió una injusticia de 70 años e hizo historia».

«Al reconocer a Jerusalén como capital de Israel, Estados Unidos optó por los hechos y no por la ficción», señaló el vicepresidente norteamericano. Por si quedaba alguna duda de que su Gobierno respalda estas declaraciones y tiene intenciones de llevarlas a la práctica, Pence anunció que el mandatario americano «ha dado indicaciones al Departamento de Estado para empezar las preparaciones del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén». El traslado de la Embajada de Tel Aviv a Jerusalén será «antes del final del año que viene», remachó el funcionario.

En ese instante, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se puso de pie como impulsado por un resorte invisible, mientras su rostro expresaba una mezcla de sorpresa, emoción y alegría, y los demás legisladores se le unían en un sonoro aplauso. En el momento en que Pence le puso fecha al traslado de su representación diplomática, ya no quedaba ni uno solo de los miembros de la Lista Árabe Unificada en la sala del Parlamento. Apenas unos segundos después de iniciado el discurso de Mike Pence, los legisladores árabe-israelíes se pusieron de pie y empuñaron carteles en los que se veía la imagen de la mezquita de Al Aqsa, junto a la leyenda: «Jerusalén es la capital de Palestina».

Estaba claro que los diputados árabes no permanecerían en el recinto durante el discurso de Pence y que buscarían la manera de manifestar su desacuerdo y rechazo a la actual política norteamericana. Todo estaba preparado, casi como una escena ensayada, y los legisladores fueron expulsados de la sala y se dirigieron directamente al primer piso, donde los aguardaban las cámaras y los micrófonos de medios internacionales. La legisladora Aida Touma Suleiman, del partido árabe-israelí Hadash, explicó más tarde que se referían a Jerusalén Este y que «el objetivo era mostrarle a Pence, a Trump y al mundo entero que en Israel hay otras voces, y que no estamos de acuerdo con la política que lidera. No estamos de acuerdo con la ideología que Pence y Trump representan, con su apoyo a las colonias y el discurso mesiánico con el que intentan borrar la narrativa palestina».

Desde temprano se hicieron oír las críticas a esta actitud de la Lista Árabe Unida. El ministro de Defensa israelí, Avigdor Liberman, escribió en su cuenta de Twitter que los integrantes de esta lista «demostraron que son representantes de organizaciones terroristas dentro del Parlamento de Israel». «Con su conducta vergonzosa mostraron al mundo su deslealtad al país y sus símbolos nacionales», agregó. Casi todos los políticos de derecha se pronunciaron en este sentido, mientras los legisladores árabes denunciaban haber sido objeto de la brutalidad de los guardias apostados especialmente por el presidente del Parlamento para actuar en el momento en que comenzara el escándalo.

El único que no pareció conmoverse demasiado fue el propio Mike Pence, que dijo con una sonrisa que estaba satisfecho de estar en un país con una «democracia tan vibrante».

Para los integrantes de la coalición del Gobierno israelí, lo importante, lo que quedó en limpio tras la visita de vicepresidente estadounidense a la Knesset fue su mensaje, más allá de gestos y escándalos. «Fue el discurso sionista más grande e importante de la historia», declaró el ministro de Ciencia y Tecnología, Ofir Akunis.

Pero nadie duda que lo dicho por Pence fue como música para los oídos de Netanyahu. No sólo respecto de Jerusalén, sino también a Irán y el acuerdo nuclear, al que calificó de «desastre». «Como dejó claro el presidente Trump, éste es el último intento, y a menos que sea corregido, Estados Unidos se retirará del acuerdo nuclear de Irán de inmediato», advirtió vicepresidente.

En el comunicado que se difundió tras la sesión especial del Parlamento, el primer ministro Netanyahu agradeció a Mike Pence por sus declaraciones sobre Jerusalén y sobre Irán, y por «el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel y su seguridad». Un solo párrafo del discurso de Pence no fue incluido en la nota de agradecimiento de Netanyahu, el que hacía mención a la fórmula de dos Estados para dos pueblos. El segundo hombre más poderoso del Gobierno de Estados Unidos pidió a los palestinos –que boicotearon su visita y no aceptaron recibirlo– que regresen a la mesa de diálogo, que, según dijo, es la única manera para lograr la paz en la región.