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Trump bombardea una base aérea en Siria tras el ataque químico

Se trata de la primera agresión directa de EE UU desde que comenzara la guerra civil

Las fuerzas militares estadounidenses lanzaron un total de 59 misiles de crucero desde dos de sus buques militares
Las fuerzas militares estadounidenses lanzaron un total de 59 misiles de crucero desde dos de sus buques militareslarazon

La operación quirúrgica lanzada por Estados Unidos contra la base aérea de Shayrat como castigo al régimen de Bachar al Asad por gasear a la

A las 3:40 de la madrugada (2:40 hora española) Donald Trump quiso mandar un mensaje de determinación al presidente Bachar al Asad con una ofensiva sobre la base aérea siria de Shayrat como represalia al ataque con armas químicas que acabó con la vida de más de 80 civiles, entre ellos 27 niños. Es la primera intervención directa de EE UU desde que comenzara la Guerra Civil en Siria hace seis años. Trump ha dado un golpe de timón a la política de Washington ante la cuestión siria que contradice, además, la tentación aislacionista del inquilino de la Casa Blanca.

El presidente de EE UU defendió la operación quirúrgica bajo la lógica del castigo al régimen sirio por el «horrible ataque químico contra civiles inocentes. Usando un agente nervioso mortal, Asad ahogó las vidas de hombres, mujeres y niños indefensos. Fue una muerte lenta y brutal para muchos, incluso para bebés preciosos, en este bárbaro ataque. He ordenado un ataque militar selectivo en un campo de aviación en Siria desde donde el ataque químico fue lanzado», reconoció el mandatario desde el complejo de lujo de Mar-a-Lago (Florida), donde se reunía con el presidente de China, Xi Jinping, una circunstancia que se interpreta como un aviso a Corea del Norte, aliado de Pekín. Precisamente China ha venido apoyando a Rusia en la ONU con el bloqueo de sanciones a Asad por sus ataques contra la población civil. En una sesión extraordinaria del Consejo de Seguridad, EE UU afirmó que está preparado para «hacer más» en Siria tras su primer ataque contra Damasco. «Estados Unidos dio anoche un paso muy calculado. Estamos preparados para hacer más, pero esperamos que no sea necesario», aseguró la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley.

En el bombardeo estadounidense se lanzaron 59 misiles Tomahawk (con un alcance de entre 1.700 y 2.500 kilómetros) desde dos destructores (el «USS Ross» y el «USS Porter»), que se encuentran en el Mediterráneo oriental. Moscú fue advertida con una hora de antelación sobre el ataque. Para Trump es «de vital interés de seguridad nacional» que EE UU «prevenga y persuada de la propagación y el uso de armas químicas», por lo que tomó medidas al respecto y llamó a «las naciones civilizadas» a unirse en el objetivo de buscar el fin de las «matanzas y el derramamiento de sangre» que vive Siria. «Años de intentos previos de cambiar el comportamiento de Asad han fracasado. Como resultado, la crisis de refugiados aumenta y la región se desestabiliza», apuntó el presidente americano. En el Congreso, tanto demócratas como republicanos acogieron de manera positiva la orden de Trump, aunque con cautela, y muchos coincidieron también en solicitar al mandatario que consulte con el Legislativo sus siguientes pasos sobre el conflicto sirio. Algunos republicanos, entre ellos el senador Rand Paul, llegaron a cuestionar la legalidad de la decisión al no haber sido autorizada por el Congreso.

Desde Moscú, el Kremlin condenó el bombardeo estadounidense. «Es una agresión contra un Estado soberano y una violación del derecho internacional con un pretexto inventado», dijo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, quien agregó que Vladimir Putin ve los ataques contra la base siria como «un intento por parte de EE UU de desviar la atención de la comunidad internacional de las múltiples víctimas entre la población civil en Irak». Asimismo, aseguró que las maltrechas relaciones entre ambas potencias han sido dañadas aún más con ese paso. Más tarde se supo que Putin convocó una reunión del Consejo de Seguridad ruso para abordar la operación militar estadounidense y donde se expresó la «profunda preocupación» con las inevitables consecuencias negativas del bombardeo.

Para el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, el ataque en Siria prueba la «extrema dependencia» de la Administración Trump de la opinión de las élites políticas que el nuevo presidente criticó en su discurso inaugural. «No pasaron ni tres meses desde su investidura, y el mandatario de EE UU ya cedió ante la presión de las élites», escribió el jefe del Gobierno ruso en Facebook. Por su parte, el Ministerio de Exteriores anunció que Rusia suspende el acuerdo con EE UU que evitaba incidentes aéreos en el cielo de Siria. Mientras, el titular de la cartera de Exteriores, Sergei Lavrov, señaló que el ataque con misiles lanzado por Estados Unidos sin el consentimiento de la ONU recuerda a la invasión de Irak de 2003. A su vez, los militares rusos informaron que en el ataque murieron siete militares sirios. Según datos del Ministerio de Defensa de Rusia, menos de la mitad de los 59 misiles lanzados por las fuerzas estadounidenses alcanzaron su objetivo.

Entre Rusia y EE UU la desconfianza se elevó ayer y no hará más que aumentar a raíz de la suspensión de la cooperación militar en Siria. Y es que a falta de coordinación de acciones entre Moscú y Washington se eleva el riesgo de un choque militar directo entre las fuerzas de ambas potencias. Echa más leña al fuego el pleno respaldo de Turquía a Washington tras este ataque. Las tropas turcas, presentes en el norte de Siria, pueden sentirse alentadas para iniciar una ofensiva contra el régimen de Asad.

El Gobierno sirio podría solicitar un mayor apoyo de Moscú para frenar las aspiraciones turcas. Todo ello llevaría a una nueva crisis entre Moscú y Ankara que, a pesar de todos los intentos, no han logrado recomponer sus relaciones tras el derribo del avión ruso en 2015 y el asesinato del embajador de Moscú en Turquía en 2016. A eso se suma el firme rechazo al ataque en Siria expresado por Irán y las consecuencias en la región.