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EE UU suspende el visado favorito de Silicon Valley

La H-1B permite a las tecnológicas acelerar el fichaje de los trabajadores cualificados

La Razón
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La H-1B permite a las tecnológicas acelerar el fichaje de los trabajadores cualificados

Todavía no ha terminado la controversia relacionada con la suspensión de los visados para gente originaria de algunas naciones de mayoría islámica, cuando Donald Trump ha impulsado nuevos límites a la entrada en EE UU. El primer afectado será Silicon Valley, el famoso territorio situado en California que encabeza la tecnología informática a escala mundial. A decir verdad, la importancia de Silicon Valley es tan considerable por su extraordinario aporte económico y también por su papel en tareas de inteligencia y defensa que no son pocos los analistas que lo consideran parte esencial del denominado «complejo militar-industrial» o del supuesto «Deep State» (Estado profundo), impulsor de buena parte de la política de EE UU. Las opiniones sobre el nuevo paso del presidente Trump están más que divididas.

Para las compañías tecnológicas, la visa H-1B constituye un instrumento privilegiado a la hora de atraer talentos extranjeros a suelo norteamericano como matemáticos o ingenieros. Su argumento preferido es que existe una escasez de talento en Estados Unidos y hay que importarlo de otras naciones.

Es cierto que las visas H-1B benefician extraordinariamente a las empresas tecnológicas en dos áreas que no resulta posible cubrir atendiendo sólo a la oferta interna. La primera es la reducción de los salarios. La gente que procede de otras naciones, especialmente de Asia, está dispuesta a aceptar remuneraciones que son importantes, pero continúan resultando mucho más modestas que las recibidas en promedio por un trabajador de Estados Unidos. A este aspecto –nada desdeñable– se añade otro. El trabajador estadounidense se caracteriza por una extraordinaria movilidad geográfica. Por término medio, está dispuesto a cambiar de estado por un incremento de su sueldo de un 10%. Dado que el español sólo cambia de provincia si el cambio es de un 40%, puede entenderse que una empresa tenga que buscar alicientes añadidos para mantener a un buen empleado en su puesto de trabajo. La visa H-1B lo ha permitido. Durante años, el extranjero que entra a trabajar en Estados Unidos con esa cobertura legal no puede abandonar la empresa. En otras palabras, es un efectivo asegurado por un precio razonable –más bajo, por regla general– y por años. Como además esa misma compañía lo respalda en la obtención de la «green card» –la tarjeta de residencia permanente–, la permanencia aún queda más afianzada. Por supuesto, el trabajador podría marcharse al cabo de unos años, pero iniciar de cero el procedimiento de la «green card» no es algo apetecible.

No puede extrañar que Google haya reconocido ante algunos de sus investigadores que esa situación le permite retener a los trabajadores extranjeros o que existan bufetes de abogados que recomiendan a las multinacionales contratar de manera preferente a no-norteamericanos. Sin ir más lejos, una comisión del Congreso encargada de analizar la situación concluyó que los extranjeros que trabajaban bajo la cobertura de la visa H-1B «recibían salarios más bajos, menos empleos de directivos superiores, menores bonus y menos aumentos de la paga y de las indemnizaciones aunque serían los típicos para el trabajo que, de hecho, realizaban».