Política

Accidente de Germanwings

El aeropuerto de El Prat, la otra zona cero

A lo largo de la jornada, hasta 150 familiares y amigos se desplazaron a El Prat para conocer de primera mano los detalles del accidente
A lo largo de la jornada, hasta 150 familiares y amigos se desplazaron a El Prat para conocer de primera mano los detalles del accidentelarazon

La Policía tuvo que recoger a los familiares que llegaban desorientados al aeródromo y acompañarlos a un módulo en el que recibían información y atención psicológica.

Carreras de desesperación en busca de información, lágrimas y abrazos infinitos. Ésas fueron las escenas que se repitieron desde las 14:00 horas de ayer en el Bloque Técnico de la terminal T2 en el aeropuerto de El Prat, al que fueron llegando los familiares de los 45 españoles fallecidos en el vuelo que iba de Barcelona a Dusseldorf.

Con una mezcla de confusión e incertidumbre, uno a uno los allegados de las víctimas iban llegando a la T2 sin saber muy bien a dónde dirigirse. La compañía Germanwings no tiene ningún punto de información en el aeropuerto, por lo que algunos llegaban al mostrador de Handing Swissport, la compañía a través de la que opera. Desde allí los familiares eran trasladados, literalmente a la carrera, por Mossos vestidos de paisano hasta el Bloque Técnico de AENA, donde se instaló el centro de atención psicológica. El Sistema de Emergencias Médicas desplegó un equipo de médicos y psicólogos expertos en atender a personas que atraviesan situaciones traumáticas. Un dispositivo de emergencia que se acordó en un gabinete de crisis presidido por la delegada de Gobierno en Cataluña, Llanos de Luna, y al que se sumó horas más tarde el Ministro del Interior, Jorge Férnandez Díaz.

Hasta 150 familiares y amigos se desplazaron ayer hasta El Prat. Para evitar el contacto con la Prensa, las autoridades tuvieron a bien aislarlos en un módulo intermedio de la terminal. La vieja terminal del aeropuerto trabaja a medio gas después de que se inaugurara el nuevo edificio. Ayer, el patio adyacente al módulo en el que aguardaban los familiares se convirtió en un continuo ir y venir de personas. Policías, psicólogos y miembros de la Cruz Roja se esforzaban en minimizar las consecuencias del accidente. Así, de tanto en tanto, los miembros de los servicios médicos acompañaban a los familiares al exterior del módulo para dar un breve paseo.

La mayoría de los 144 pasajeros que viajaban en el vuelo de Germanwings eran pasajeros alemanes que regresaban a sus casas tras pasar unos días de vacaciones en Barcelona y Palma de Mallorca, según informaron los trabajadores de Swissport.

A partir de media tarde, los familiares fueron trasladados en autobuses fletados por la Generalitat a diversos hoteles de los alrededores de Barcelona para ofrecerles una atención personalizada, lejos de las miradas y preguntas de periodistas, con los que se vivió varios momentos de tensión dada la incomodidad de la situación para hacer preguntas. Miembros especializados de la Guardia Civil, Policía Nacional y Mossos d’Esquadra se desplazaron hasta los hoteles y puntos de atención psicológica, donde se encontraban las víctimas para tomarles muestras de ADN con el fin de agilizar las tareas de identificación de los cuerpos y poder remitirlos a las autoridades francesas que trabajan en el rescate de los cuerpos.

Las víctimas

A la espera de la lista oficial de pasajeros de la aeronave siniestrada, a lo largo de la jornada fueron confirmándose con cuentagotas las identidades de alguno de los pasajeros. Una de las escenas más conmovedoras, sin ir más lejos, fue protagonizada por alumnos de un instituto de Llinars del Vallès (Barcelona), que habían acogido a un grupo de estudiantes alemanes. Estos jóvenes, junto con dos profesoras, habían pasado una semana en esta localidad en virtud de un intercambio escolar y regresaban a Alemania en el avión siniestrado. La consternación reinante propició que algunas personas se replantearan tomar un avión, como una pasajera alemana que tenía que coger el vuelo para Colonia y que, tras hablar con sus familiares, decidió anularlo y comprar un billete de tren.

La vicepresidenta de Lufthansa, Heike Birlenbach, aterrizó en Barcelona de urgencia para explicar algunos –más bien pocos– detalles sobre el accidente. La directiva explicó que la compañía está planteándose trasladar a los familiares de los pasajeros de ese vuelo al lugar de la tragedia, pese a que todavía no hay nada decidido. Poco más explicó Birlenbach hasta que las primeras investigaciones arrojen algún resultado y declinó comentar los motivos por los que el avión despegó con 20 minutos de retraso del aeropuerto de El Prat.

Entre las posibles víctimas del accidente figuran dos trabajadoras, una química de origen mexicano y una consultora de exportaciones, de la empresa Itram Higiene de Vic (Barcelona). Una abuela, su hija y su nieta, alumna de la escuela Santa Isabel de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), también viajaban en el avión siniestrado, según informó el Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallès (Barcelona).

También una mujer de Jaca (Huesca) de 37 años y su bebé de siete meses se encuentran entre los pasajeros, así como la mujer del jefe de gabinete del líder de ERC, Oriol Junqueras, y un ejecutivo de Delphi de origen navarro, que viajaba con un delegado sindical de UGT a una reunión de trabajo.

Varios trabajadores de la empresa NutriSport, que elabora bebidas y alimentos para deportistas, y dos empleados de la firma de moda Desigual, un hombre y una mujer, viajaban en este vuelo. Un ex trabajador de la firma gallega Inditex Josep Sabaté Casellas, que esperaba el nacimiento inminente de su cuarto hijo, sería otra de las víctimas, al igual que dos trabajadores de Fira de Barcelona.