Videos

El fiscal del caso: «El copiloto tuvo la intención de destruir el avión»

Los investigadores consiguen «rescatar» un archivo de audio de la primera caja negra

La caja negra del Airbus A320 localizada
La caja negra del Airbus A320 localizadalarazon

El fiscal de Marsella, encargado del caso del accidente, ha indicado que la interpretación de la actuación del copiloto, que se negó a abrir la puerta de la cabina al piloto una vez que salió, indica que tenía la «intención de destruir el avión» y lo hizo descender de forma voluntaria. Sin embargo, «nada permite decir que se trate de un atentado terrorista». Alemania afirma que no hay «indicios terroristas» en el copiloto. Los pasajeros no fueron conscientes de lo que ocurría hasta el último momento. ► La tragedia en imágenes: - Las tareas de rescate - Luto en toda Europa - Andreas Lubitz, el inesperado protagonista del drama

► La Policía revisa las imágenes del control de maletas y la lista del pasaje ► El Rey y Rajoy han analizado en Zarzuela los datos sobre el siniestro ► Los últimos momentos del vuelo 4U9525, minuto a minuto ►Varias compañias obligarán a que siempre haya dos personas en la cabina del avión

La caja negra del vuelo 4U9525 Barcelona-Düsseldorf con las grabaciones sonoras del interior de la cabina de pilotos «ha hablado». «Tenemos la totalidad de los últimos 30 minutos de vuelo», dijo ayer el fiscal de Marsella, Brice Robin, y reveló que el accidente fue provocado por Andreas Guenter Lubitz, el copiloto del A320, con la «voluntad de destruir el avión». Gracias a las informaciones de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA), del FlightRadar, con los datos de seguimiento de los controladores, y de las grabaciones sonoras de la cabina de pilotos, el fiscal pudo hacer un relato detallado y estremecedor de los treinta minutos de grabación, que comienzan con la conversación «alegre y cortés» entre los pilotos y terminan con los gritos de los pasajeros y el choque del avión contra la montaña a unos 700 km/h.

La Cockpit Voice Recorder (CVR) revela que durante los primeros veinte minutos de grabación «no pasa nada anormal». En un momento dado, se oye al comandante preparando el «briefing» de aterrizaje, y entonces el copiloto cambia de tono, sus respuestas se vuelven «lacónicas». Una vez terminada la preparación del «briefing», el comandante pidió al copiloto que tomase el mando del avión, y en la grabación se oye el ruido de un asiento que retrocede y el de una puerta que se cierra. «Podemos legítimamente pensar que el piloto se ausentó para satisfacer una necesidad natural», afirmó el fiscal.

Fue en ese momento cuando el copiloto, estando solo y al mando del A320, decidió activar el botón del «flight monitoring system» para activar el descenso del avión. No hay dudas, según los investigadores, de que «la acción sobre ese seleccionador de altitud sólo pudo ser voluntaria». Cuando el comandante regresó para ocupar su puesto, utilizó el interfono que permite la identificación visual para que el copiloto le abriese la puerta. El comandante insistió varias veces, pero no obtuvo respuesta a pesar de que utilizó su código de entrada. También golpeó la puerta sin éxito. En el interior de la cabina sólo se oye «el ruido de una respiración humana que se puede escuchar hasta el impacto final», lo que permite deducir que Andreas Guenter Lubitz estuvo consciente hasta el último momento: «Respiraba normalmente, no es una respiración jadeante sino humana, clásica» y en «un silencio absoluto». No hay cámaras en el interior de la cabina, pero los investigadores piensan que el copiloto no cedió al pánico porque el ritmo de respiración es constante.

Durante ese tiempo, los controladores aéreos del aeropuerto de Marsella estuvieron intentando contactar con el piloto, pero tampoco ellos obtuvieron una respuesta, ni cuando lo intentaron mediante un relevo de radio a través de otros aviones, ni cuando pidieron que se lanzara el código de emergencia que significaba que en ese momento el vuelo 4U9525 de la Germanwings «se convertía en prioritario para permitir un aterrizaje forzoso». Fueron sólo ocho minutos, pero eternos. En ese tiempo, el avión pasó de «12.000 a 2.000 metros de altura». Las alarmas saltaron indicando a la tripulación la aproximación del suelo, y al mismo tiempo se oyen golpes violentos en la puerta del comandante intentando derribarla. La puerta, que era blindada, como exigen las normas internacionales para impedir eventuales atentados terroristas, no cedió.

Justo antes del choque final, se oye el ruido de un primer impacto sobre un talud, antes de estrellarse a más de 700 km/h contra la montaña. Las primeras interpretaciones de los investigadores son estremecedoras: «El copiloto, por una abstención voluntaria, se ha negado a abrir la puerta de la cabina al comandante y accionó el botón que controla la pérdida de altura». «Desconocemos las razones», afirmó el fiscal, pero «su voluntad era destruir el avión».

El fiscal indicó que el levantamiento de los cuerpos de las víctimas comenzó el miércoles a mediodía, pero será un trabajo arduo que no se terminará hasta finales de semana, o a principios de la que viene porque todo el traslado se realiza con la ayuda de helicópteros. Ahora esperan que la colaboración de la Justicia de España y Alemania, tal y como se comprometieron la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aporte «respuestas rápidas» a las peticiones de ayuda mutua en lo que se refiere a la identificación de las víctimas, el informe de mantenimiento del aparato, los currículos de los pilotos, y las circunstancias personales y laborales del copiloto, Andrea Lubitz.

La noticia de que uno de los pilotos no se encontraba en el interior de la cabina cuando tuvo lugar el accidente fue adelantada unas horas antes de su comparecencia por el diario «The New York Times», citando como fuente a un responsable militar implicado en la investigación. De momento, el fiscal no va a abrir una investigación: «Tengo como principio que cuando estoy ante una investigación difícil como ésta me concentro en ella, ya habrá tiempo después para ocuparse de las filtraciones».

Ahora, lo que le interesa al fiscal de Marsella son «las causas de este accidente y el trabajo de 500 gendarmes movilizados para las labores de transporte por helicóptero para asegurar a cada uno de los investigadores que tienen que trabajar provistos de crampones, porque el suelo es inestable, las piedras caen y cubren los eventuales indicios que se han señalado. Es complicado».

Robin indicó también que había abierto en principio una investigación por «homicidio involuntario», pero a la vista de los nuevos elementos, podría transformarse en una «investigación por homicidio voluntario».