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El emperador Akihito pone fecha a su marcha: abril de 2019

El soberano, enfermo y a punto de cumplir 84 años, protagonizará la primera abdicación en el Imperio del Crisantemo en dos siglos

Fotografía de archivo del 23 de diciembre de 2016 que muestra al emperador de de Japón, Akihito, saludando durante la celebración de su cumpleaños 83
Fotografía de archivo del 23 de diciembre de 2016 que muestra al emperador de de Japón, Akihito, saludando durante la celebración de su cumpleaños 83larazon

El soberano, enfermo y a punto de cumplir 84 años, protagonizará la primera abdicación en el Imperio del Crisantemo en dos siglos.

En poco menos de año y medio el deseo de abdicar del emperador japonés Akihito se hará realidad. El anuncio hecho ayer sobre la abjuración del anciano soberano –prevista para el 30 de abril de 2019–, supondrá la primera renuncia al trono del Crisantemo de un monarca japonés en aproximadamente dos siglos. Al mismo tiempo, su marcha cerrará una era en la que, con la diplomacia por bandera, buscó sanar durante más de tres décadas las heridas provocadas por la Segunda Guerra Mundial. Su marcha dará comienzo a su vez a otra muy diferente con la ascensión al trono de su hijo Naruhito, que coincidirá con un gobierno más beligerante y decidido a rearmar el país ante las crecientes amenazas china y norcoreana.

«Hoy se ha dado un gran paso para la sucesión de la Familia Imperial», anunció satisfecho el primer ministro nipón, Shinzo Abe, tras la reunión del Consejo de la Casa Imperial, constituido por diez miembros del Gobierno, representantes de los altos órganos judiciales y miembros de la familia imperial. Este comité se creó para organizar y facilitar todo el proceso después de que en agosto de 2016 Akihito hiciera ver su deseo de dejar el trono ante el empeoramiento de su salud y su avanzada edad –cumplirá 84 años en tres semanas–, motivos que, argumentó, le impiden ejercer las funciones propias de su posición como debería.

Tras aquel inusual discurso ante la nación, el tercero que daba un emperador japonés desde 1945, el Parlamento nipón aprobó una ley para permitir que Akihito abandonara el trono en vida, algo prohibido por la Casa Imperial japonesa. Desde entonces, se han barajado diferentes fechas que, hasta la anunciada oficialmente, han sido desechadas por coincidir con otro tipo de fastos en el país. Ayer, el recién elegido Abe insistió en que su Gobierno «promoverá las iniciativas legislativas y los esfuerzos necesarios» para que todo el procedimiento siga los plazos establecidos.

Tras la muerte de su padre Hirohito en 1989, ascendió al trono el 12 de noviembre de 1990, convirtiéndose en el primer soberano sin halo divino después de que la Constitución del país aprobada en la posguerra abandonara ese concepto y definiera al emperador como «símbolo del estado y de la unidad de la nación», además de despojarlo de poder político. Desde entonces, junto a la emperatriz Michiko, Akihito se ha ocupado de abordar el terrible legado de la contienda librada en nombre de su padre y consolar a las víctimas de desastres y otras tragedias, una actitud que le ha hecho ganarse el respeto y admiración de sus conciudadanos.

En 1992, se convirtió en el primer monarca japonés en visitar China, donde persisten a día de hoy amargos recuerdos sobre la guerra y la acometida nipona. En aquella visita, Akihito dijo que «deploraba profundamente» un «período desafortunado en el que mi país infligió un gran sufrimiento al pueblo de China». Además, desde su posición siempre ha instado a los japoneses a no olvidar los horrores de la batalla, una actitud que choca con la política más beligerante de Abe, quien desde que asumió por primera vez el poder adoptó un tono menos culpable por las atrocidades cometidas.

«Él redefinió el trabajo. Quería modernizar la monarquía y ocuparse de los asuntos pendientes y acercar la casa imperial a la gente», declaró Jeffrey Kingston, director de estudios asiáticos en la Universidad del Temple de Japón. Pero el tiempo y la enfermedad han pasado factura. En 2003 fue operado de cáncer de próstata. Cinco años después sufrió una hemorragia estomacal como la que costó la muerte a su padre, y en 2012 fue sometido a una operación de «bypass».

Con el listón bien alto, Akihito dejará el trono de Japón en manos de su hijo, Naruhito, tan solo un día después de que se haga efectiva su abdicación. Ese día se cerrará la era actual del «Heisei» o paz y dará comienzo otra con el reinado del nuevo emperador, quien para entonces contará 59 años.