Israel

El Estado Islámico, a las puertas de Israel

Los últimos atentados y la relación entre los yihadistas y el brazo armado de Hamas hacen saltar las alarmas en Jerusalén

Instantes previos a la ejecución de soldados sirios en el teatro romano de Palmira.
Instantes previos a la ejecución de soldados sirios en el teatro romano de Palmira.larazon

Los últimos atentados del Estado Islámico y la relación entre los terroristas yihadistas y el brazo armado de Hamas hacen saltar las alarmas en Jerusalén.

La cruenta dinámica que envuelve en los últimos años a varios países árabes ha colocado a Israel ante un complejo desafío: no verse arrastrado a guerras que no considera suyas, y garantizando al mismo tiempo la defensa de su territorio y sus ciudadanos de los coletazos de los conflictos a su alrededor. La guerra en Siria ha derivado en más de una ocasión en disparos perdidos o intencionados hacia los Altos del Golán del lado israelí de la frontera y la presencia de rebeldes yihadistas muy cerca del territorio de Israel es un hecho en ese frente desde hace ya mucho tiempo.

Una situación muy similar que se percibe incluso como mucho más peligrosamente cercana es la de la frontera sur: grupos palestinos favorables al Estado Islámico (EI) han disparado cohetes desde la Franja de Gaza hacia Israel, como parte de su lucha de poder con el Gobierno central de Hamas. Pero todo se ha tornado mucho más agudo en los últimos días, a raíz de los atentados simultáneos perpetrados por Uilaiat el Sinaí, la filial local del califato islámico, contra 15 puestos del Ejército egipcio en la parte norte de la península, cobrando la vida de, al menos, 60 soldados egipcios y varios civiles.

El analista de seguridad del portal israelí Ynet, Ron Ben Yshai, recalca que el fortalecimiento del Estado Islámico en el vecino Sinaí constituye un peligro directo para Israel. «No se trata ya de una banda que sabe solamente abrir fuego en forma esporádica a corta distancia y disparar cohetes imprecisos, hacer una emboscada a un autobús civil o a una patrulla militar israelí en la frontera con Egipto», comenta. «Lo que vemos ahora es una organización semimilitar que combina terrorismo con combate militar coordinado» y con armas modernas.

Para Israel, una organización de esta entidad es una seria complicación. Se encuentra en su frontera sur, funciona y se fortalece en el territorio de un país árabe cuyo acuerdo de paz con Israel es de importancia estratégica y sin duda, el EI hará lo imposible para destruir ese tratado. A todo esto se agrega otra pieza del mosaico: la compleja relación entre el Estado Islámico y Hamas, que gobierna en Gaza.

Por un lado, el EI siempre se opuso a Hamas, tanto por la relación de dicha organización islamista palestina con Irán, líder del mundo chií, como por su rechazo de agendas locales, aunque tengan carácter religioso. Para el EI, el califa es Abu Bakr al Bagdadi y debe imponerse en todo el mundo islámico. De fondo, por tanto, se dibuja una clara lucha de poder. En ese marco, Hamas destruyó en mayo una mezquita en Gaza identificada con los partidarios del EI y mató a algunos de sus comandantes. Los yihadistas locales reaccionaron disparando hacia Israel, sabiendo que la política oficial israelí es responder hacia Hamas, a la que consideran responsable, como Gobierno, de todo lo que ocurre en Gaza.

En este contexto, cuando hace unos días miembros del EI en Alep (Siria), publicaron un vídeo titulado «Un mensaje a nuestro pueblo en Jerusalén», no sorprendió su mensaje central: una advertencia al Gobierno de Hamas en Gaza, advirtiéndole de que sería derrocado. Esto, unido a las escaramuzas internas en Gaza, muestran como lógico el reacercamiento que parecía darse en los últimos tiempos entre Hamas y el Gobierno egipcio hermanados por el interés común contra el Estado Islámico. El punto clave fue la apertura más habitual del puesto fronterizo de Rafah que conecta Egipto con la franja palestina y que hasta hace poco Egipto mantenía casi siempre cerrado. Pero los atentados de esta semana del EI en el Sinaí reabrieron la crisis.

El jueves, un general del Estado Mayor de Israel, Yoav Mordejai, afirmó tener pruebas de que miembros del brazo armado de Hamas estuvieron involucrados en la organización de los ataques. El alto oficial habló en forma explícita de «cooperación entre Hamas y el grupo que apoya al Estado Islámico», y aseguró que evacuaron heridos del EI de Sinaí a Gaza, así como «conexiones para la organización de armamento». El mismo día, un informe en el periódico «Haaretz» daba, de fuentes de Inteligencia israelí, la misma información.

Los distintos elementos de este complejo puzle podrían parecer contradictorios: las declaraciones israelíes colocan a Hamas, y al EI del mismo lado, mientras que por otro, la reciente advertencia del EI a Hamas presentaría un cuadro diferente. Pero la lectura de todo esto tiene varias aristas. No necesariamente cada decisión del brazo armado de Hamas, que ha mostrado ser muy independiente, es plenamente avalada por los responsables del Gobierno en Gaza, que en el momento actual no tienen interés en un choque a gran escala que desestabilice más todavía la compleja situación interna en la Franja. Por otra parte, a las consideraciones políticas actuales, puede que se sobrepongan, aunque sea en la clandestinidad, las ideológicas. Cabe recordar que Hamas es parte de la Hermandad Musulmana, enemigo declarado del actual régimen egipcio.

Es justamente en este punto en el que ponen énfasis no pocas voces en Egipto. El conocido periodista Ahmed Mussa dijo por televisión que «¡hay que cerrar para siempre el cruce de Rafah y no abrirlo nunca más!», afirmando que por lo menos 200 terroristas, entre ellos 20 del exterior, habían entrado en el Sinaí desde la Franja de Gaza. Con ello, acusaba directamente al Gobierno de Hamas de estar involucrado en los atentados del Sinaí.

Paralelamente al discurso hostil de los yihadistas contra Occidente y sus valores –y claro que aumentarán los atentados–, el hecho es que la inmensa mayoría de las víctimas de los islamistas son sus propios correligionarios musulmanes. En su mayoría suníes. Israel advierte de que debe debilitarse igualmente a los radicales suníes y a Irán, cabeza del extremismo chií. Lo recalcó el «premier» Benjamin Netanyahu días atrás, señalando que «sería un error fortalecer a uno a expensas del otro». De todos modos, en el terreno, quienes van pagando el mayor precio del avance extremista del islam radical son sus propios hermanos.

Según el Índice de Terrorismo Global elaborado por el Instituto de Economía y Paz, en 2013 murieron en el mundo casi 18.000 personas en ataques terroristas, de las cuales el 82% era de cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria. En los últimos 14 años, solamente el 5% de los asesinatos terroristas ocurrió en los países de la OCDE y desde 2000, el 90% de los ataques de terroristas suicidas tuvo lugar en Medio Oriente, el norte de África y en el sur de Asia (Pakistán y Afganistán, principalmente).