Política

Elecciones en Reino Unido

El fantasma de «Brexit» asusta a Europa

La Razón
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Cameron ha prometido un referéndum sobre la permanencia en la UE si es reelegido. Los grandes bancos de la City apuestan por abandonar Londres si se produce la salida.

La cita con las urnas no sólo definirá el futuro de Reino Unido; también podría asestar un duro golpe al ya malherido proyecto europeo. Y es que, de ser reelegido primer ministro, David Cameron ha prometido convocar antes de 2017 un referéndum sobre la permanencia del país en la Unión Europea (UE). Históricamente, las relaciones con Bruselas siempre han supuesto una incómoda cuestión para cualquier inquilino de Downing Street, sobre todo en caso de los «tories». Los políticos siempre han intentado eludirla, pero con Cameron se llegó a un callejón sin salida. El ala más euroescéptica de su partido –promotora de dos importantes rebeliones en la Cámara de los Comunes por este asunto– le había puesto contra las cuerdas ante la gran popularidad del eurófobo UKIP. La formación liderada por Nigel Farage ha logrado que la inmigración se convierta en uno de los temas protagonistas de la campaña. Según los sondeos, hoy se convertirá en la tercera fuerza más votada con el argumento de que, «sólo abandonando la UE, el país podrá controlar de nuevo sus fronteras».

A día de hoy, el 51% de los británicos votaría por dejar los Veintiocho frente al 49% que prefiere quedarse. Antes de celebrar el referéndum, Cameron quiere negociar la repatriación de algunos poderes (que aún sigue sin especificar) para asegurarse de que el electorado votará por la permanencia. Pero el presidente de la Comisión Europea, Jean- Claude Juncker, ya ha advertido de que cualquier cambio será bloqueado. «No está prevista ninguna reforma hasta noviembre de 2019», señala. La consulta, por tanto, se celebrará con el tratado actual. Y eso dificulta mucho las cosas para que los británicos mejoren su percepción d Europa.

La economía, sin embargo, tiene como siempre un papel decisivo. Londres es sede de 250 bancos extranjeros, que emplean a 160.000 personas. HSBC, el mayor banco de Europa, ya ha amenazado con abandonar su oficina en la capital británica y regresar a su antiguo hogar en Hong Kong si Reino Unido abandona la UE. Y la mayoría de las entidades estarían dispuestas a seguir sus pasos. Según la Confederación de la Industria Británica (CBI, en sus siglas en inglés), la pertenencia a la UE aporta al país un valor equivalente al 5% del PIB, alrededor de 78.000 millones de libras (105.000 millones de euros) al año. Con todo, si finalmente los británicos votaran por cortar el cordón umbilical con Bruselas, en virtud de la normativa europea saldrían del club europeo dos años después de la notificación formal, lo que dejaría durante 24 meses a Reino Unido en una especie de limbo.

La política internacional apenas se ha mencionado en la campaña electoral británica. Pero en los despachos europeos y al otro lado del Atlántico es ya un secreto a voces que Reino Unido ha perdido protagonismo en el escenario global. Y en este sentido, los analistas advierten de que el plebiscito al que el líder conservador no quiere renunciar bajo ningún concepto podría llevar al país al ostracismo.

Mientras, en Bruselas asumen que pueden cargar a partir de hoy a sus espaldas otro motivo más de preocupación. Mientras tiene pendiente cerrar un acuerdo con Grecia para alejar así el fantasma de una posible salida del país del club de la moneda única, las elecciones británicas podrían deparar un resultado que aleje a Reino Unido de su seno. La UE se afana por mantener una Europa unida y fuerte, pero algunos Estados miembros ven en el hecho de alejarse de sus políticas de austeridad la guía perfecta para ganar votos en las elecciones nacionales. En el caso británico, Cameron lo vio claro. Su arriesgada promesa del referéndum ha sentado muy mal en Bruselas, que nunca se lo ha perdonado. El anterior presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reconocía que si finalmente el país decidiera dejar de formar parte del «club» comunitario, perdería influencia en un contexto mundial. El actual presidente del Ejecutivo europeo, de hecho, no contó con el voto favorable del «premier tory», aunque el tiempo parece haber limado las asperezas entre ambos.

Cameron parece haber jugado bien a dos bandas. Durante las últimas cumbres se ha volcado en las decisiones europeas, sobre todo en materia de inmigración, y en alguna ocasión ha reconocido razones para no abandonar la UE, como el acceso al mercado común de más de 500 millones de personas. Sin embargo, en su discurso de cara a los ciudadanos británicos, gana en popularidad cuando pone en cuestión las políticas comunitarias. Pero al margen de Cameron, otro de los dolores de cabeza para Bruselas llegaría desde los euroescépticos. Las estadísticas otorgan al partido eurófobo UKIP votos suficientes para ser la tercera fuerza política del país. Su controvertido líder, el eurodiputados Nigel Farage, se niega incluso a cualquier tipo de negociación con la UE.