Grecia

El problema para España: la deuda

La Razón
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Grecia quiere capitalizar el NO y en Europa la prioridad es evitar contagios indeseados. Se quiere esquivar un frenazo en la salida de la crisis, en la economía, así como impedir el regreso de las turbulencias a las bolsas y a la deuda pública. Hoy mismo, el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha convocado a la Comisión Delegada para Asuntos Económicos para analizar el resultado del referéndum griego.

Varoufakis ha jugado con el temor de extender la inestabilidad financiera al afirmar: “Europa no se atreverá a echarnos del euro porque les costaría un billón”.

El primer frente se va a dar en el sector bancario. Europa podría dejar caer a plomo a Grecia a partir de hoy mismo no renovando la línea de emergencia a las entidades crediticias helenas. Estas siguen en pie por la respiración asistida que les llega desde Frankfurt vía BCE. Por eso, Varoufakis, ayer mismo, lo primero que hacía es reunirse con los principales directivos de la banca griega mientras Tsipras urgía a retomar el diálogo. Quieren y necesitan poner fin al corralito y que abran mañana los bancos griegos. El día 20 vence un préstamo de 3.600 millones con el BCE. Si Atenas no paga ¿cómo puede justificar Draghi seguir apuntalando a Grecia? Bruselas también sabe que el euro es algo más que un proyecto monetario. Debería haber sido el trampolín que impulsara la unidad política del Viejo Continente. Y ahora ¿cómo pueden frenar Merkel y Hollande el aumento de la incertidumbre?

Los mercados pueden presentar caídas entre el 5% y el 10%, según los analistas de Goldman Sachs y Merryll Lynch. Y eso que las bolsas absorbieron parte del golpe la semana pasada al descender el 5%, que es lo que bajó el Ibex 35 español. El problema más delicado se centra en la deuda pública de España, Irlanda, Italia y Portugal. En el caso de nuestro país, el japonés Nomura estima que el diferencial de los bonos de referencia con los alemanes podría acercarse a los 200 puntos básicos. Es una subida moderada, pero la prima de riesgo es, de nuevo, el principal termómetro de la inestabilidad financiera y política europea. Grecia puede haber iniciado el camino del Grexit y el retorno al dracma, que según el IFO, el Instituto de Economía Alemán, es el plan B que siempre han tenido bajo la mesa el tándem Tsipras-Varoufakis.

La cuestión es el precio que deberán pagar los griegos y el coste que supondrá para la UE. La desconfianza puede extenderse a la divisa europea pues ya no es irreversible una salida de alguno de los socios y la posible vulnerabilidad de cualquier otro ante los ataques contra el euro. La divisa única podría caer por debajo de la paridad con el dólar. A partir de hoy se verá si la arquitectura institucional establecida en estos últimos cinco años en Europa resiste los embates y se analizará al detalle el papel de Berlín y el Bundesbank ante este nuevo escalón de la crisis. Hay menos dudas sobre el BCE y Mario Draghi. Este ya dijo que “haría lo que fuera necesario para defender al euro” y hasta ahora no ha decepcionado. Todos los analistas creen que Draghi incrementará la compra de activos y, si hace falta, pondrá en marcha el programa OMT de adquisición de deuda. Grecia debe quedarse en una excepción, en una singularidad del Mediterráneo Oriental.

Lo ocurrido en Grecia es una novedad en el mundo. Nunca antes había entrado en morosidad un país perteneciente al club más rico del planeta: el comunitario europeo. Ninguna nación de la Unión Europea, salvo el pequeño Chipre, había establecido un control de capitales. Las colas parecen ser una constante de los gobiernos populistas, sean del sur de los Balcanes o de Sudamérica. Grecia, a diferencia de Argentina, carece de recursos naturales y su infraestructura turística se acerca a la saturación. Sus maravillosas islas, su excepcional pasado o sus bellezas pétreas no dan para escapar a la ruina. El reto más acuciante de Grecia no es la deuda, es la falta de crecimiento. La servidumbre de la deuda pública helena es menor que la de otros países europeos. Atenas es incapaz de generar ingresos para financiar su sector público y sus pensiones. Y esto ocurre tras la ayuda quinquenal de 200.000 millones de euros de Europa, 30.000 millones del FMI y 100.000 millones de quitas al sector privado. Grecia quiere reanudar la negociación con la base del informe del FMI que aboga por otras ayudas de 50.000 millones y reestructuración de la deuda. El FMI añade que se ha llegado a esta situación por el deterioro económico durante el gobierno de Syriza. Los dirigentes europeos deben decidir si obvian el referéndum y siguen negociando con sus propuestas, se arrugan y admiten la oferta de Atenas o aceptan el órdago a la grande de Tsipras y que salga el sol por Antequera y Grecia del euro.