Unión Europea

Juncker prevé una «difícil negociación»

Bruselas mantiene la cautela tras el discurso de May y le pide que respete las reglas comunitarias.

La primera ministra británica, Theresa May, abandona el número 10 de Downing Street en Londres
La primera ministra británica, Theresa May, abandona el número 10 de Downing Street en Londreslarazon

El Tribunal Supremo de Reino Unido emitirá el próximo martes, 24 de enero, la sentencia en la que determinará si el Gobierno tiene competencias para iniciar por su cuenta el proceso de ruptura con la UE o es necesario que medie una votación parlamentaria.

Bruselas reaccionó ayer con flema británica al discurso de Theresa May. La partida ha comenzado, pero la capital comunitaria prefiere no mostrar sus posibles ases en la manga. El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, en su comparecencia ante el Pleno de la Eurocámara con motivo del comienzo de la Presidencia maltesa de la UE hizo algunas breves alusiones a las palabras de la «premier» británica, pero dejó claro que «un discurso no basta para activar la negociación» y que, por lo tanto, las autoridades europeas esperarán al desbloqueo del artículo 50 previsto para finales de marzo, antes de destapar posibles claves negociadoras. Hay algunas razones a este silencio por parte de los Veintisiete. Tras esperar seis meses a que Downing Street aclarase su apuesta por un Brexit duro o blando, la capital comunitaria reclama su derecho a que Londres no controle los tiempos. Un paso en falso en este sentido podría conllevar que el otro lado del Canal lleve también la batuta sobre el contenido de las negociaciones y que Bruselas parta en desventaja.

La segunda razón también obedece a una de las principales debilidades del bloque comunitario: su heterogeneidad. Fuentes diplomáticas reconocen su temor a que Londres aplique el conocido lema: divide y vencerás. Hasta ahora, los Veintisiete han levantado un dique uniforme, pero éste puede resquebrajarse si las negociaciones se enfangan. Resulta llamativa la mención de May a «los exportadores alemanes, los agricultores franceses, los pescadores españoles y los desempleados de la zona euro» en una amenaza velada a la multiplicación de intereses divergentes dentro de la países europeos según su mayor o menor dependencia de la economía británica. Ante este peligro, todo indica que el discurso ya ha sido pactado entre las diferentes capitales europeas después de que el lunes el presidente del Consejo, Donald Tusk, mantuviera conversaciones telefónicas con la propia May, el presidente francés, François Hollande y la canciller alemana, Angela Merkel. El 3 de febrero los Veintisiete se reunirán en Malta en un nuevo encuentro para diseñar su futuro sin Reino Unido y, según la Presidencia maltesa, se convocará otro cita cuatro o cinco semanas después de que Londres notifique el comienzo del proceso.

Dentro de esta primera y cauta reacción, las autoridades europeas celebran que Reino Unido haya aceptado la imposibilidad de acceder al mercado único sin cortapisas si pone freno a la libre circulación de trabajadores, pero también advierten de que no habrá relación a la carta a través de un acuerdo comercial más o menos imaginativo. Juncker se refirió a una «solución equilibrada que respete la reglas», el presidente de la Presidencia rotatoria, Joseph Muscat, aludió a un nuevo acuerdo «inferior» a las ventajas de pertenencia al mercado único y Tusk en un debate posterior recalcó que Bruselas no tolerará «estrategias de escoger lo que a uno sólo le gusta».