Las Vegas

Las Vegas: Un arsenal para sembrar el terror

Las autoridades encontraron 23 armas en la habitación del hotel desde donde Paddock disparó a discreción a las 22.000 personas que asistían a un concierto al aire libre y otras 19 en su casa

Stephen Paddock, en una fotografía sin fechar facilitada por su hermano
Stephen Paddock, en una fotografía sin fechar facilitada por su hermanolarazon

Las autoridades encontraron 23 armas en la habitación del hotel desde donde Paddock disparó a discreción a las 22.000 personas que asistían a un concierto al aire libre y otras 19 en su casa.

Stephen Paddock tenía 23 armas de fuego en la suite del Hotel Mandalay Bay, donde le encontraron los soldados de élite SWAT después de que se suicidara. Las había transportado en diez maletas. Una vez allí, el asesino había roto las ventanas selladas de su habitación en la planta 32 con un martillo para poder hacer blanco entre las 22.000 personas que acudieron al último día del festival de Las Vegas. Al cierre de esta edición, el número de personas asesinadas había subido a 59 y a 525 el de heridos.

El comisario de Policía de Las Vegas, Joseph Lombardo, confirmó que en la casa del asesino «hallaron otras 19 armas y en el coche se encontraron explosivos, miles de balas y nitrato de amonio, que es un fertilizante utilizado para hacer bombas». Paddock, un jubilado sin antecedentes penales, había modificado algunos de los rifles que se encontraron en la habitación del hotel para hacerlos automáticos y que disparasen más rápido a la hora de hacer blanco en las personas que habían ido a ver a la estrella del country Jason Aldean.

Los agentes de Policía de Las Vegas y el FBI intentan ahora entender qué es lo que llevó a Paddock a cometer semejante masacre. Hasta el domingo era conocido en los casinos de Nevada como uno de tantos jugadores, aficionado a hacer apuestas fuertes en los hoteles. Metido de lleno en los negocios de inversión inmobiliaria en Texas, se había casado y divorciado en dos ocasiones. Tenía una novia filipino-australiana, Marilou Danley, de 62 años, que se acababa de mudar a su casa para vivir con él. Poseía licencia de caza y para pilotar aviones. Poseía dos pequeñas aeronaves.

El FBI siguió ayer interrogando a los vecinos del asesino. Pero incluso ellos saben muy poco de Paddock, un tipo poco hablador que no compartió información de su vida con los vecinos. Sí que está confirmado que en los últimos días había apostado más fuerte y más veces de lo normal.

No se le conocía empleo estable desde los últimos 30 años. Era jugador. En realidad, ése parecía su trabajo. Y había ganado mucho dinero así, yendo al casino o jugando por internet mientras disfrutaba de un crucero, según dijo su hermano, Erick Paddock.

Trump: «Un demente»

En los últimos días hizo una transferencia a un banco de Filipinas de 100.000 dólares. Se desconoce de momento por qué y para qué. Danley, de 62 años, había viajado a Hong Kong el pasado 25 de septiembre, tres días antes de que Paddock ingresara en su habitación del hotel Mandalay Bay, desde donde disparó al público del festival. Fuentes de la investigación indicaron que Danley regresará hoy a EE UU. Según esas mismas fuentes, la pareja comenzó a salir la pasada primavera y vivía en Mesquite, a unos 130 kilómetros del lugar del suceso. De ella sólo se sabe que le gustaba llevar una vida de lujo en Nevada. La Policía de Las Vegas afirmó que no se estimaba que Danley estuviera involucrada en la preparación del tiroteo, pero se la considera una «persona de interés» en la investigación. «No vamos a comentar eso por ahora, pero actualizaremos esa información pronto. La investigación no ha acabado con la muerte de Paddock», según Lombardo.

Igual que sus otros tres hermanos, Paddock creció echando de menos a su padre al pensar que había muerto. Era lo que les había dicho su madre. Pero en realidad estaba en la La Tuna, la prisión federal de Texas. Allí había sido condenado en 1961 por cometer una serie de robos a bancos. En 1968 consiguió escaparse y encontró trabajo como vendedor de coches usados y recepcionista de una sala de bingo en Oregón. Fue entonces cuando su padre pasó a formar parte de la lista de los más buscados del FBI. Su madre tuvo que educar a los cuatro hijos sin ayuda. Viajó a lo ancho y largo del país en busca de un mejor trabajo: Iowa, Arizona y California.

Donald Trump calificó al asesino de «hombre demente» y evitó de nuevo hablar del control de armas. «Se trata de un individuo muy enfermo», zanjó, evitando una vez más condenar o simplemente referirse a la violencia por armas de fuego. La portavoz presidencial, Sarah Sanders, dijo que es «prematuro» hablar de legislación para un mayor control de armas y opinó que ese debate puede tenerse más adelante, aunque Trump, recordó, es «un férreo defensor» del derecho a portar armas. Numerosos demócratas pidieron el lunes a los republicanos que dejen de bloquear las leyes para el control de armas después del tiroteo de Las Vegas, que se cometió con un arma de fuego muy potente. Desde la campaña electoral de 2016, Trump se ha alineado con la postura de la Asociación del Rifle, contraria a un mayor control de armas.