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En la antesala de tiempos peores

La Razón
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Aunque no hay confirmación ni noticias oficiales de que Israel haya efectuado bombardeos en Siria en las últimas 48 horas, todos los datos extraoficiales así lo indican.

¿Por qué la frontera entre Israel y Siria puede convertirse en un campo de batalla después de 40 años de tregua? La respuesta es sencilla, pero sus consecuencias pueden ser trágicas, como toda situación bélica. La Siria del dirigente sirio Bachar al Asad es hoy un protectorado iraní, e Irán es una amenaza existencial para Israel. Siria se desangra desde hace más de dos años en una guerra civil que ha costado la barbarie de casi 100.000 muertos civiles sin que a la comunidad internacional se le alteren los nervios.

Pero la Siria de Asad ha sido y es provista de constante material bélico, por lo que si cae Asad, ¿dónde va su gigantesco arsenal?. Pues de Irán a Hizbulá, en Líbano, e incluso –según expertos en la materia– a través de un corredor sirio-libanés donde Hizbulá pueda hacerse fuerte junto a lo que queda de las tropas de Asad. Israel debe proteger a sus ciudadanos, así lo determina la ley en una democracia. Armas de precisión apuntando a Israel desde Líbano y Siria en manos de Hizbulá es algo que Israel no se puede permitir.

Un oficial del régimen de Asad ha declarado que el ataque israelí es una declaración de guerra. También dijo lo mismo otro oficial sirio cuando aparentemente hubo un ataque anterior de características parecidas a principios de este mismo año.

¿Está Siria en condiciones de hablar y actuar?. No, habla y actúa como portavoz de Irán y presenta la amenaza de un escenario muy peligroso en la frontera entre Israel y Líbano, donde Israel ya ha desplegado su escudo anti misiles.

Irán se prepara para un escenario post Bachar al Asad y para seguir operando con o sin la permanencia del régimen actual. Es un plan a largo plazo que lleva varios años y en el cual Hizbulá pretende jugar un papel central.

Israel está frente a una amenaza clara y tangible. Otros Estados árabes de la región también. La limpieza étnica cometida por los esbirros de Asad contra civiles en Banias (balneario sirio al norte del país) hace un par de días es un ejemplo más del caos absoluto en Siria y de la cada vez más rechazable y peligrosa indiferencia de los que deberían actuar para detener el baño de sangre.

¿Dónde está la ONU, Unasur y el resto interminable de organismos cuando se producen semejantes masacres? Pero la retórica es siempre la misma: marcar con dedos acusadores a Israel y dejar a Bachar al Asad que continúe con la barbarie a la que está sometiendo a su país. Es la antesala de tiempos peores, sin duda.