Europa

Crisis migratoria en Europa

Europa invierte en África a cambio de contener el éxodo

La canciller alemana, Angela Merkel, junto a otros líderes europeos al comienzo de la cumbre de La Valeta
La canciller alemana, Angela Merkel, junto a otros líderes europeos al comienzo de la cumbre de La Valetalarazon

Líderes de 63 países discuten una salida a la crisis migratoria que pasaría por inyectar 1.800 millones para el desarrollo del continente negro.

Hace 500 años Malta fue escenario del choque entre dos culturas, la cristiana y la islámica, y todavía hoy esta pequeña isla del Mediterráneo se encuentra a su pesar a caballo entre dos mundos: por un lado África –el continente más pobre del mundo que, según se prevé, habrá doblado su población para 2050– y, por otro, la próspera Europa, celosa de sus riquezas. No sorprende, por tanto, que se hayan escogido las fortalezas de La Valeta, capital además del Estado menos poblado de la UE, para alojar una Cumbre sobre Migración en la que los europeos están dispuestos a poner la cartera encima de la mesa sólo si sus homólogos al otro lado del Mediterráneo –y más al sur, en los países subsaharianos donde se origina la inmigración– cumplen su parte del trato. 63 líderes –28 europeos y 35 africanos– se dan cita desde ayer y durante dos días en un encuentro en el que el objetivo final de unos y otros es contener los problemas económicos y de seguridad que provocan el flujo migratorio y convencer a los países africanos para que vuelvan a recibir a las personas que no consiguen llegar al paraíso europeo con éxito. El problema es que muchos inmigrantes destruyen sus documentos de identidad al llegar a Europa desde África, lo que imposibilita a las autoridades devolverlos a sus países de origen. «Si no conoces quiénes son ni de dónde vienen están en el limbo y te los tienes que quedar», afirmaban fuentes del Consejo Europeo. Esta es la situación que los líderes europeos quieren remediar y para ello es indispensable la cooperación de los gobiernos africanos. En este sentido han de entenderse la declaraciones que hizo la canciller alemana, Angela Merkel, a su llegada a Malta. Según Merkel, cuyo país está soportando una avalancha diaria de inmigrantes debido a la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial a la que se enfrenta el viejo continente, Europa promoverá «relaciones amistosas con África», pero «al mismo tiempo planteará demandas claras». El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, hizo referencia a un aspecto clave: «La repatriación eficiente de todos aquellos que no puedan aspirar a un visado y de todos los que no necesiten protección internacional». «Es básico asegurar que los flujos migratorios sean ordenados. La migración bien gestionada puede ser beneficiosa y positiva para el país de destino», aseguró el presidente español Mariano Rajoy.

En los pasillos del Albergue de Castilla –el palacio de La Valeta donde se celebra la Cumbre– se rumoreaba que la parte africana centrará sus demandas en insistir en que los europeos abran la mano y eliminen trabas para que, de manera controlada, pequeños grupos de inmigrantes puedan entrar legalmente en Europa.

Eso y, por supuesto, más dinero. La Comisión europea ha comprometido un fondo fiduciario de 1.800 millones de euros para contener la crisis migratoria africana. Lo hizo en buena parte con la idea de animar y servir de ejemplo a los Estados miembros a que aportaran una cifra similar. Hasta ahora sólo se ha aportado la irrisoria cifra de 32 millones, tres de los cuales provienen de España. Los miembros de las delegaciones provinientes de África hicieron escuchar su voz ayer quejándose de que Europa esté dispuesta a dar 3.000 a un solo país, Turquía, para resolver la crisis migratoria con origen en Siria, y tan sólo dedique 1.800 para paliar la inmigración que tiene su origen en África.

La Cumbre sobre Migración de La Valeta fue planeada después de que 800 personas perdieran la vida en la tragedia de Lampedusa el 18 de abril. Desde entonces muchas cosas han cambiado y la atención de los líderes europeos se ha desplazado hacia una zona más preocupante a corto plazo: la ingente cantidad de personas que está entrando en Europa a través de Grecia, Turquía y, más tarde, los balcanes huyendo de los casi cinco años de conflicto en Siria. Hoy se espera que los Veintiocho traten de buscar soluciones para aplacar la ola de refugiados del frente sirio que está provocando el colapso de los países de la Europa central.

Sin embargo el problema migratorio que tiene su origen en África sigue ahí y ya son más de 150.000 personas las que, tan sólo durante 2015, han intendado llegar a Europa a través del Mediterráneo con las costas italianas y la pequeña isla de Malta como primer destino. Mientras, ayer mismo llegó a Malta la noticia del último naufragio: 14 peronas, entre ellas 7 niños, perdieron la vida tras hundirse la emparcación en la que viajaban entre Turquía y la isla griega de Lesbos. Son las últimas víctimas de una crisis migratoria que ya se ha cobrado la vida de 3.440 personas en el Mediterráneo, según la ONU.

Ayer también hubo un protagonista con nombre propio, el primer ministro británico, David Cameron, que acudió a la Cumbre un día después de plantear sus demandas reforma a la UE de cara al referéndum. El órdago ha tenido distinto encaje en el club y será objeto de un duro debate de aquí a 2016.