China

Hong Kong reabre sin esperanza sus paraguas contra China

Un año después de las masivas protestas pro democracia, los estudiantes se quedan prácticamente solos en sus reivindicaciones de libertad

Varios manifestantes de «Occupy Central», ayer, en Hong Kong
Varios manifestantes de «Occupy Central», ayer, en Hong Konglarazon

Durante 79 días, el régimen chino no apartó la mirada de Hong Kong. Unos simples paraguas se convirtieron en el mayor desafío al que la dictadura comunista se había enfrentado en los últimos años. Miles de jóvenes de Hong Kong activaron hace un año el movimiento «Occupy Central», con el que consiguieron paralizar la vida en la ex colonia británica en pro de un sistema democrático que rompiera definitivamente con las imposiciones de Pekín. Ocuparon centros gubernamentales y agitaron sus armas (los mencionados paraguas amarillos) para hacerse oír al tiempo que les servían de protección ante las agresiones de la Policía, que no dudó en reprimir las protestas con gases lacrimógenos. A pesar de que las manifestaciones se volvieron multitudinarias en cuestión de horas y la repercusión internacional aumentaba al mismo ritmo, el régimen chino permaneció impasible. No hubo comentarios al respecto. Optaron por la ley del silencio y por dejar que la protesta muriera lentamente. Y ganaron. Un año después, ninguna de las reclamaciones que hacían desde Hong Kong ha sido aceptada. El objetivo primordial de los manifestantes era reformar el sistema electoral para los comicios de 2017. Según lo estipulado, es Pekín quien ofrece a los hongkoneses una lista de 1.200 candidatos a jefe de Gobierno y, a partir de estos nombres, son los ciudadanos quienes votan por uno de ellos, algo que irritaba a los habitantes de la ex colonia británica.

Pekín no movió ficha en este sentido, entre otras cosas porque el haber aceptado habría hecho tambalear la omnipresencia del régimen y demostrado que la fórmula «un país, dos sistemas» que rige la península habría fracasado. Algo inconcebible para Xi Jinping, que intenta exportar este modelo a Taiwán. De hecho, cortaron cualquier comunicación con Hong Kong, para que este movimiento no se contagiara al continente.

Aun así, ayer los artífices de «Occupy Central» regresaron al escenario que hace un año se convirtió en el epicentro de las protestas. «El 28 de septiembre fue un día histórico porque zarpó un movimiento democrático en contra de la supresión de libertades. Puede que no consiguiéramos todo el éxito esperado en nuestra lucha, pero sí logramos cambiar a una generación que seguirá luchando por la democracia», afirmó Joshua Wong, máximo representante del movimiento. La celebración del aniversario fue una protesta silenciosa ante un millar de policías que impidieron que los manifestantes volvieran a ocupar edificios gubernamentales. Sí que se instalaron algunas tiendas de campaña y puestos informativos donde se facilitaban panfletos con la estrategia que el movimiento quiere implantar para continuar su lucha.

Precisamente ayer, Amnistía Internacional aprovechó el aniversario de «Occupy Central» para pedir la liberación de ocho activistas chinos que se enfrentan a penas de prisión en Pekín por haber apoyado desde el continente las protestas.