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Israel y el tuit de Zapata como costumbre

La Razón
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El incidente protagonizado por el ex concejal de Cultura Guillermo Zapata fue reflejado por todos los medios en Israel y provocó una ola de reacciones indignadas en las redes sociales. Los israelíes no se mostraron sorprendidos por las expresiones antisemitas, ya que hay consenso en que las comunidades judías en toda Europa viven bajo constante amenaza. Los judíos europeos tienen miedo de circular por las calles portando símbolos que identifiquen su pertenencia religiosa, y las redes sociales están plagadas de insultos y ataques, páginas completas de tono antisemita e incitación a la violencia contra los judíos. Varios periodistas hicieron el «experimento», recorrieron las calles de las capitales con aspecto judío y la experiencia resultó en una desagradable sucesión de insultos y agresiones. Últimamente, los líderes de Europa han subido el tono de sus promesas y declaraciones, algunos han destinado presupuestos especiales, pero la realidad indica que no logran proporcionar seguridad a la comunidad judía.

El investigador del antisemitismo, Dr. Manfred Gerstenfeld, asegura en su libro «Demonización de Israel y los judíos» que 150 de los 450 millones de ciudadanos de la Unión Europea mayores de 16 años creen en la teoría conspirativa según la cual Israel está llevando a cabo una guerra continuada cuyo objetivo es el exterminio del pueblo palestino. En artículos posteriores, Gerstenfeld asegura que a los europeos no les gusta que les muestren como antisemitas, sencillamente no lo aceptan. El licenciado en Ciencias Políticas israelí de origen argentino, experto en Terrorismo Islámico, Gabriel Ben Tasgal, coincide en que, en su constante trabajo ante distintos públicos en Europa, llama la atención la fuerte presencia de preconceptos y mitos, algunos arraigados en los más antiguos y oscuros libelos antisemitas. Así, afirma que «muchas personas tienen preconceptos antisemitas sin ser conscientes. En Israel tenemos el radar bien preparado para detectar antisemitas, sencillamente porque tenemos al menos dos mil años de experiencia en reconocer ese fenómeno».

Una broma como la publicada por Zapata indica, según Ben Tasgal, «que el antisemitismo está latente en Europa y no es un tema menor, y que los europeos no entienden hasta qué punto el Holocausto es un tema sensible para los judíos. A muchos europeos les resulta cómodo acusar a Israel de hacer exactamente lo mismo que hicieron ellos, por comisión, omisión o mediante la colaboración activa con la matanza masiva de judíos. Ahora, si decimos que los israelíes son iguales, entonces nos quedamos un poco más tranquilos».

La ONG judía Liga Antidifamación, realizó recientemente una encuesta entre casi 6 millones de personas en un 97% de los países del mundo. Según este estudio, el estereotipo más «popular» y aceptado respecto de los judíos es que son más leales a Israel que a los países donde residen. La mayoría de las personas que lo creen viven en Europa Occidental. Ben Tasgal reconoce los orígenes del antisemitismo europeo actual en tres fuentes: «Por un lado, el antisemitismo clásico cristiano que se basa, entre otras cosas, en la acusación histórica del deicidio. A pesar de que el mundo cristiano ha hecho varias reformas en este sentido, como el Concilio Vaticano II, y que se nota un cambio radical y muy positivo en las relaciones con el mundo judío, todavía quedan resabios de aquellas ideas». La segunda fuente se encuentra en la extrema izquierda, que se traduce en el segundo mito antisemita actual, según el cual el sionismo es ilegal. Para Ben Tasgal, el antisionismo de la izquierda es un antisemitismo clásico disfrazado: «El pueblo judío es un pueblo, y por tanto tiene derecho a una tierra propia», explica, y advierte de que «en la extrema izquierda nadie pone en duda el derecho del pueblo palestino a su propia tierra, ni el de ningún otro pueblo. El único pueblo al que se le cuestiona ese derecho es al judío, y eso suena sospechoso». «Quien asegura que sólo odia a los sionistas, en realidad, está odiando al 90% de los judíos que abiertamente se declaran sionistas. Eso es suficiente para ser considerado antisemita», argumenta Ben Tasgal. «La izquierda ha hecho una alianza entre los postmodernistas y los premodernistas, que son los sectores radicales islamistas que quieren volver a la Edad Media. Eso es antisemitismo puro y duro», comenta. Por último, para Ben Tasgal la tercera fuente de este fenómeno es la inmigración musulmana en Europa, a la que define como «el gran motor del antisemitismo europeo moderno». Hay que recordar que el antisemitismo de origen musulmán radicalizado es de corte nazi, principalmente por la influencia de Hitler en personajes como el Mufti de Jerusalén o Khomeini». «Por un lado, Europa es consciente y trabaja para que algo así se arraigue en la gente y no se repita, pero al mismo tiempo transmite un mensaje contradictorio, cuando acusa a Israel de hacer lo mismo y provocar una matanza de millones de palestinos», advierte Ben Tasgal y agrega: «eso es banalizar el Holocausto». «Por eso –explica– hay israelíes que dicen que a los europeos les gusta la cultura judía, pero la de Toledo. Eso significa que a veces a los europeos les gusta más la historia de los judíos que ya no están, que la de los judíos modernos, que es el Estado de Israel».

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