Japón

Abe impone su política dura con una supermayoría en Japón

Con su holgada victoria en las elecciones anticipadas de ayer, el primer ministro nipón podrá reformar la Constitución para cambiar el carácter pacifista del país vigente desde 1945

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, pronuncia un discurso en un acto de campaña de su partido
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, pronuncia un discurso en un acto de campaña de su partidolarazon

Con su holgada victoria en las elecciones anticipadas de ayer, el primer ministro nipón podrá reformar la Constitución para cambiar el carácter pacifista del país vigente desde 1945.

Pese a las decenas de miles de personas evacuadas y los servicios ferroviarios interrumpidos, Japón salió ayer a la calle para dar un espaldarazo a su primer ministro, Shinzo Abe, en unas elecciones parlamentarias en las que el tifón Lan se convirtió en el principal protagonista. Las fuertes lluvias y vientos que provocaron el cierre anticipado de algunos colegios electorales y el retraso en la apertura de otros no evitaron que con la victoria de Abe se haya abierto la posibilidad de cambiar el carácter pacifista de la Constitución nipona, objetivo perseguido por el previsible vencedor.

A las ocho de la tarde, cuando cerraron los 48.620 colegios electorales de las 47 provincias de Japón, los medios locales publicaron unos sondeos a pie de urna que erigían como vencedora a la coalición liderada por Abe. La cadena TBS informó de que el Partido Liberal Democrático (PLD) habría alcanzado unos 311 escaños y su socio de Gobierno –el Partido Komeito– conseguiría entre 27 y 36 diputados, mientras las principales fuerzas opositoras –el Partido de la Esperanza (Kibo no To) y el Partido Democrático Constitucional de Japón (CDP)– habrían obtenido alrededor de medio centenar de escaños cada uno. A la espera de que hoy se conozcan los resultados finales, la única certeza de ayer a última hora era que el mandatario había obtenido la gran mayoría de dos tercios en la Cámara Baja de 465 miembros, lo que podría animarle a postularse el próximo año para un tercer mandato como líder de los Demócratas Liberales y convertirle en el jefe de Gobierno japonés con más años de servicio al frente de la tercera economía del mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

«Apoyo al partido político que presenta medidas viables en medio de la situación actual», declaró al diario «The Asahi Simbun» tras echar su papeleta Hiroshi Yamada. Este anciano de 82 años explicó que su voto se basaba en «asuntos como [una posible] guerra» con Corea del Norte, país que en los últimos meses ha realizado un ensayo nuclear y disparado dos misiles elevando la tensión en la zona y la preocupación entre la sociedad japonesa. Aquellos proyectiles, que sobrevolaron las islas niponas, activaron unas alarmas antiaéreas que no habían sonado desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial trayendo a la memoria de los japoneses uno de los episodios más turbulentos de su historia reciente.

Abe, que disolvió el Parlamento el pasado 28 de septiembre adelantando 14 meses la cita electoral con la firme intención de lograr los 310 escaños del Congreso que le permitieran cambiar la Constitución, hizo de la defensa de la nación ante la amenaza norcoreana su principal baza. «Esta elección va sobre si podemos defender Japón de Corea del Norte y asegurar que podemos vivir felizmente», afirmó a lo largo de la campaña el mandatario, que había visto caer su credibilidad hasta un 30% a principios del pasado verano tras haberse visto implicado en diversos escándalos por tratos de favor.

Para darle un giro a esa negativa tendencia, llevó a cabo un cambio de Gobierno el 3 de agosto y a partir de ahí se sirvió del asunto norcoreano, de la leve mejora en la economía y de la imprevisibilidad de Estados Unidos bajo el presidente Donald Trump para ganarse a un electorado que votara por la estabilidad, especialmente después de que el país asistiera al nombramiento de seis primeros ministros en el mismo número de años antes de su llegada al poder en 2012. Así lo hizo con Natsuyo Kobayashi, de 38 años, para quien «el PLD ha estado sirviendo durante mucho tiempo y sabe qué hacer. Creo que Japón debería convertirse en un país que pueda protegerse a sí mismo con la enmienda de la Constitución». Este cuidador de personas con discapacitad confirmó al diario «The New York Times» sus dudas de que «Estados Unidos realmente venga a protegernos.

Sin embargo, su postura contrasta con la de una importante parte de la población japonesa que se opone a deshacerse del «pacifismo» que ha imperado en el país desde la última contienda mundial, según muestran unas encuestas en las que hay más ciudadanos en contra de abandonar ese término que a favor. Pese a ello, diversos medios locales aseguraron antes de la jornada electoral que el triunfo de la coalición del PLD era tan esperado que sus miembros ya habían preparado una propuesta de remodelación de la Carta Magna para los próximos meses. Concretamente, se trataría de modificar el artículo 9, que estipula que Japón no puede «mantener fuerzas armadas terrestres, marítimas o aéreas, y otro potencial bélico», e incluir una clara definición de las Fuerzas de Auto-Defensa (SDF) japonesas, como se conoce al Ejército nipón. Pese a que dicha iniciativa parlamentaria requiere ser secundada por una mayoría en un referéndum, la mera posibilidad de poner sobre la mesa el fin de ese credo pacifista, algo que viene haciendo el primer ministro desde 2007, ha enfurecido enormemente a China y Corea del Sur, países que todavía recuerdan el sangriento paso de las huestes niponas por su territorio en la primera mitad del siglo XX. Mientras, en el interior del archipiélago los temores se centran en que esa «normalización» de las Fuerzas Armadas les lleve a involucrarse en guerras lideradas por EE UU.

A la espera de la confirmación de los resultados, a última hora de ayer los partidos de la oposición –cuyas disputas han servido para reforzar al PLD– analizaban las causas de su derrota. La que fuera ministra con Abe, Yuriko Koike, ahora gobernadora de Tokio y fundadora del Partido de la Esperanza, lamentó que su formación política hubiera fracasado y manifestó que asumiría las responsabilidades. Sin embargo, el supuesto ganador de las elecciones no hizo declaraciones. Quizás estuviera tratando de recabar apoyos políticos que le sirvan para implementar unas promesas electorales que parecen dar a la población una de cal y otra de arena. Entre ellas, el impopular aumento del impuesto al consumo y ventas con el que el mandatario se propone hacer frente al costo de la seguridad social y el pago de una deuda pública que dobla la economía del país y, a cambio, gastar parte de los ingresos adicionales en educación preescolar y cuidados de enfermería para una de las poblaciones más envejecidas del planeta.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, felicitó a Abe por su victoria y le instó a seguir trabajando a favor de un comercio «libre y justo». «Felicidades Shinzo Abe. Estoy deseando continuar con nuestra cooperación por una sólida asociación entre la Unión Europea y Japón a favor del comercio libre y justo», escribió en Twitter.