Turquía

Jóvenes turcas contra las ataduras en el campo

Las jóvenes agricultoras turcas Mukerrem Durkan (i), Derya Kisir (c) y Duygu Kaplan, de la provincia meridional de Antalya
Las jóvenes agricultoras turcas Mukerrem Durkan (i), Derya Kisir (c) y Duygu Kaplan, de la provincia meridional de Antalyalarazon

Aunque sus maridos se lo han prohibido, hay mujeres turcas que no se quitan de la cabeza la idea de formar una cooperativa ni la necesidad de aprender mejores técnicas agrícolas para afrontar su dura vida en el campo.

En Zumrutova, una remota aldea montañosa del sur de la península de Anatolia, hasta hace poco Mukerrem Durkan solo había oído hablar de una cooperativa manejada por hombres que resultó ser un "fracaso".

Con ese desalentador precedente, cuando algunas mujeres del pueblo propusieron aliarse en una nueva, sus maridos directamente "se lo impidieron", cuenta a Efe esta joven de 29 años.

Ellas acababan de participar en un taller organizado dentro de un programa entre Turquía y la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para desarrollar las capacidades de las mujeres rurales en el país.

Volvieron a sus hogares con el deseo de poner en marcha los consejos recibidos, pero pronto se toparon con obstáculos de tipo cultural, económico y social en esa zona de la provincia de Antalya, donde se concentra el 10 % de la producción agrícola del país.

A Mukerrem, que apenas ha completado la educación primaria, le gustaría especializarse en el procesamiento de verduras y hortalizas, y elaborar encurtidos, salsas y otros productos artesanales.

"Me he dado cuenta de que hay que aprovechar todo lo producido y no desecharlo", sostiene.

Su paisana Derya Kisir, también veinteañera, se lamenta de que, con sus ocupaciones diarias, "no puede dedicar mucho tiempo a la educación", aunque muestra interés en asistir a cursos que le enseñen -por ejemplo- a detectar enfermedades en los cultivos, plantar semillas y colocar mejor sus productos en el mercado.

Tampoco descarta en un futuro involucrarse en una cooperativa si le ayudan a conocer "buenas experiencias"y, aunque la voz masculina sigue pesando en este tipo de decisiones, defiende que en su casa "todo se comparte"y los ingresos de ella o su esposo "no se distinguen".

Otra de las jóvenes entrevistadas, Duygu Kaplan, admite que necesitan aprender más para diversificar su producción -recientemente se ha animado a producir patatas- y controlar las plagas con métodos biológicos, sin pesticidas, entre otras prácticas.

El acceso a los mercados le sigue pareciendo un reto pendiente, aunque esa responsabilidad recae en manos de su marido, comenta esta turca de 24 años, casada y con dos hijos.

Sin salario ni protección social

Según datos oficiales, las mujeres representan aproximadamente la mitad de la fuerza laboral agrícola en Turquía, si bien muchas de ellas no reciben un salario por el trabajo que desempeñan ni tienen protección social.

Las autoridades tienen que lidiar a veces con hombres que se niegan a que sus esposas acudan a las charlas formativas y, frente a sus suspicacias, intentan también hacerlos partícipes de las reuniones.

Así lo explica la responsable del Ministerio de Agricultura para el distrito de Elmali (Antalya), Dilek Bogatimur, quien cree que falta, sobre todo, elevar la educación de las agricultoras para garantizar el desarrollo sostenible del medio rural.

Considera necesario, además, potenciar las organizaciones de mujeres en su país, la venta de productos tradicionales y el desarrollo de planes de trabajo concretos.

Y, pese a que ve a las mujeres rurales turcas en clara desventaja frente a otras como las europeas, su percepción cambia cuando en vez de a Occidente mira al mundo musulmán.

"En otros países las mujeres no pueden ni salir de casa, pero nosotros hemos superado muchos de esos obstáculos. Ahora nos queda un problema básico: el ego de los hombres", asevera. Efe