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La cascada de dimisiones desgasta al errático Trump

Renuncian otros tres consejeros por su tibieza con el racismo mientras aumenta la presión para que cese a Bannon, miembro de la «alt-right»

La Razón
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Renuncian otros tres consejeros por su tibieza con el racismo mientras aumenta la presión para que cese a Bannon, miembro de la «alt-right».

La condena en diferido de Donald Trump al ataque de supremacistas blancos en Charlottesville (Virginia) contra manifestantes pacíficos que acabó con la vida de una mujer no convenció ni a la opinión pública ni a gran parte de los miembros de su equipo del Ala Oeste de la Casa Blanca. Ayer, además Trump volvió a culpar a los dos bandos de la violencia en Charlottesville: «Había un grupo en una parte que era malo y un grupo en la otra que también era violento». Los estándares morales del presidente están ahora más en entredicho que nunca y la sangría en su consejo de asesores no cesa. A la del consejero delegado de la farmacéutica Merck, Kenneth Frazier, se sumaron ayer otros dos nombres de peso: el director general de Intel, Brian Krzanich, y el director general de Under Armour (una empresa de zapatillas), Kevin Plank. Ambos, miembros hasta ahora del Consejo de Fabricantes Estadounidenses creado por Trump, consideran inapropiada la tibieza con la que el magnate ha respondido a los extremistas xenófobos. También el presidente de la Alianza de Fabricantes Americanos, Scott Paul, optó ayer por darle de lado dejando así cuatro de las 28 sillas del consejo vacías.

Unas deserciones «de conciencia» a las que el presidente respondió airado en Twitter: «Por cada uno de los CEO que abandonan el consejo tengo muchos otros para sustituirles». Y para echar más leña al fuego, el mandatario retuiteó a un conocido miembro de la corriente «Alt-right» (ultraconservadores), Jack Posobiec, que criticaba la negativa reacción a la condena de Trump a lo ocurrido en Charlottesville. Tras teclear sus 140 caracteres de rigor, Trump acudió ayer a su dorada torre neoyorquina donde fue recibido con una marabunta de manifestantes que exigían la salida de los miembros de su equipo que simpatizan con los grupos xenófobos. A la cabeza de esta «lista negra» se encuentra Steve Bannon, su jefe de estrategia en la Casa Blanca y ficha clave en su victoria electoral. Pero no es el único en el punto de mira. Los líderes del «caucus» de minorías del Congreso han pedido también al presidente a través de una carta el cese inmediato de otros dos asesores: Stephen Miller y Sebastian Gorka.

Aunque sin duda la bestia negra e ideólogo de las medidas más polémicas y radicales tomadas por Trump es Bannon, un hombre oscuro que ahora estaría contra las cuerdas. Según informaba ayer «The New York Times», la relación entre ambos no pasa por su mejor momento. Hace más de una semana que no mantienen una reunión cara a cara. Sin embargo, la gestión de la crisis de Charlottesville, tachada de nefasta por parte del equipo más íntimo del presidente, fue orquestada por Bannon, otrora conocido por sus comentarios machistas, xenófobos, homófobos, populistas y amante de las conspiraciones políticas a través de su plataforma «Alt-right» Breitbart.

Con la llegada de John Kelly como jefe de Gabinete tras el despido de Reince Priebus, el ex militar le dijo a Bannon que no toleraría sus maquinaciones en la sombra. Le paró los pies sumándose así al recelo hacia el periodista que también han mostrado otros pilares de la Administración como Jared Kushner o el general McMaster. Incluso, en una cena celebrada recientemente en la Casa Blanca, según revela el diario neoyorquino, el magnate Rupert Murdoch urgió a Trump a expulsar a Bannon. A pesar de que la soga le aprieta cada vez más fuerte el cuello, éste tiene escuderos que todavía le hacen mantenerse en pie. Eso sí, entre los suyos ha reconocido que no ve posible que se mantenga en su puesto más de un año.