Crisis migratoria en Europa

La evacuación de la Jungla aflora la tensión social

Municipios como Saint-Bauzille rechazan la cuota de migrantes fijada por el Gobierno.

Los operarios empezaron ayer la demolición del campamento de Calais
Los operarios empezaron ayer la demolición del campamento de Calaislarazon

Municipios como Saint-Bauzille rechazan la cuota de migrantes fijada por el Gobierno.

Para el Gobierno francés, el desmantelamiento de la Jungla de Calais se ha convertido en un elemento mayor en términos de comunicación e imagen. Ayer por la mañana fueron puestas al abrigo otras 1.056 personas, mientras comenzaban las labores de destrucción de tiendas y cabañas. Como el campamento de Calais se ha convertido en el foco de atención de la prensa internacional, las autoridades han decidido que no podían ofrecer una imagen de los bulldozers entrando en la Jungla para destrozar lo que ha servido como vivienda a miles de personas durante los últimos meses. Así que apostaron por un desmantelamiento «artesanal», llevado a cabo por una cuarentena de agentes de una empresa de limpieza que fueron destruyendo una a una las casetas de plásticos y madera. Antes, unos equipos de voluntarios fueron revisando uno a uno los refugios para confirmar que sus inquilinos habían sido desalojados.

En los próximos días las autoridades tendrán que estudiar qué hacer con los cientos de inmigrantes que se niegan a ir a un Centro de Acogida y Orientación (CAO) porque quieren pasar como sea a Reino Unido. Mientras, los que sí han aceptado quedarse en Francia han pasado su primera o segunda noche en los centros. En muchos casos están situados en localidades muy pequeñas, lo que contribuye a que su presencia sea especialmente visible y no siempre bien acogida.

El alcalde de Saint-Bauzille-de-Putois, que había dimitido junto a la totalidad del consejo municipal para protestar contra la decisión del Gobierno de obligarlos a acoger a 87 inmigrantes en una localidad de 1.800 habitantes sin haberles consultado previamente, ha logrado que se dé marcha atrás a la iniciativa. El prefecto de la región les escribió ayer una carta anunciando que, tras consultar con el Ministerio del Interior, ha decidido que Saint-Bauzille-de-Putois reciba 44 inmigrantes en lugar de los 87 que estaban previstos. Además, el prefecto promete que el CAO que va a ser instalado en los locales del centro será cerrado «como muy tarde en junio de 2017», antes de los nueve meses previstos en principio.

En Chardonnay, una pequeña localidad de Bourgogne-France-Comté, conocida por la variedad de uva que lleva su nombre, tienen un CAO con capacidad para acoger a 50 personas. El pueblo tiene 162 habitantes. Para Brigitte Maitre, que trabaja en la ONG Médicos del Mundo, no hay ningún problema: «La coexistencia es perfectamente posible, y los que estamos con ellos varias veces a la semana podemos decir que para nosotros es una experiencia enriquecedora». No piensa lo mismo Patrick Poncet, profesor de matemáticas, que, en declaraciones a Afp, dice que le inquieta la deso-cupación de los jóvenes que llegan: «No podemos aportarles nada aparte del hospedaje y la comida. Aquí no hay nada». En algunos lugares, el Frente Nacional ha abanderado las protestas contra la acogida de inmigrantes. Pero no toda la extrema derecha está en la misma línea. Es el caso del alcalde de Villers-Cotterêts, Franck Briffaut, que ya acoge un grupo desde este verano y reconoce que «no hay problemas de orden público de momento».