Corea del Norte

Las Mata Hari norcoreanas

Jóvenes, políglotas y de gran atractivo físico. Así son las espías de Pyongyang que se someten a un estricto entrenamiento para ejecutar operaciones encubiertas como la que sufrió el hermanastro de Kim en Malasia.

Un malasio lee el diario «New Straits Times» que lleva en portada el asesinato del hermanastro del líder de Corea del Norte, ayer, en Kuala Lumpur
Un malasio lee el diario «New Straits Times» que lleva en portada el asesinato del hermanastro del líder de Corea del Norte, ayer, en Kuala Lumpurlarazon

Jóvenes, políglotas y de gran atractivo físico. Así son las espías de Pyongyang que se someten a un estricto entrenamiento para ejecutar operaciones encubiertas como la que sufrió el hermanastro de Kim en Malasia.

Un hermano incómodo para el régimen, dos posibles mujeres espías y un veneno letal son los ingredientes que a esta hora alimentan las teorías de la inteligencia surcoreana y estadounidense de que la misteriosa muerte el pasado lunes de Kim Jong Nam, hermanastro del actual líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, fue obra de agentes especiales que recibían órdenes directas de Pyongyang. Una operación singular que pone el foco en el papel que juegan las mujeres en las operaciones clandestinas del régimen Juche fuera de sus fronteras. «El uso de mujeres para llevar a cabo una operación de tal magnitud no es algo nuevo en Corea del Norte», aseguró desde Malasia a LA RAZÓN, Brian Bridges, profesor adjunto en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Lingnan de Hong Kong. Además de resaltar el revuelo causado, este experto en Inteligencia incidió en que «todavía no se ha confirmado que las sospechosas detenidas sean realmente agentes norcoreanas».

Las imágenes recogidas por las cámaras de seguridad del aeródromo donde fue envenenado el hermanastro del «Amado líder» norcoreano fueron esenciales para permitir identificar a las dos sospechosas que a lo largo de esta semana han sido detenidas. Las autoridades malasias revelaron que se trataba de la vietnamita Doan Thi Houng, de 28 años, y de la indonesia de 25 años, Siti Aishah. Ambas declararon haber sido víctimas de un engaño por parte de unos hombres extranjeros. Según su versión, aceptaron dinero a cambio de gastar «una broma» y dijeron desconocer que se tratara de un asesinato. Por el momento hay un total de cuatro detenidos, el último de ellos identificado como Ri Jong Chol y original del denominado Reino Ermitaño. Para el desertor An Chan Il, lo declarado por ambas mujeres podría ser cierto ya que «si fueran espías, deberían haber desaparecido o haberse suicidado momentos antes de ser arrestadas. Su manera de actuar no encaja con los procedimientos habituales», añadió Chan Il. No obstante, a lo largo de las últimas décadas, las conocidas como las Mata Hari norcoreanas han llevado a cabo operaciones en el extranjero de gran calado. En 1987, dos agentes encubiertos –un hombre y una mujer– volaron un avión de las aerolíneas surcoreanas matando a 115 personas. Mientras el hombre se suicidó al ingerir cianuro, la joven Kim Hyun Hee sobrevivió, fue detenida y acabó confesando su crimen. Condenada a muerte para ser perdonada posteriormente. Ahora vive en Corea de Sur y está casada con un ex agente de inteligencia del país asiático.

Decenas de mujeres como ella son reclutadas al final de su adolescencia y temprana juventud por su inteligencia y buena apariencia. «Un día, un sedán negro apareció en mi escuela. Eran del Partido Central y me dijeron que había sido elegida», detalló la ex espía norcoreana años después. Tras pasar ocho años en la escuela de espionaje, le dieron un nuevo nombre y un entrenamiento intensivo en artes marciales, armas, además de tres años de japonés y un período en Macao para aprender cantonés. Estas «supermujeres» están obligadas a dominar el taekwondo, practicar la natación de resistencia y son entrenadas para asesinar, secuestrar y usar explosivos, informó el diario surcoreano «Chosun Ilbo».

El historial de uso de mujeres para operaciones en el extranjero es amplio. «Casi con toda seguridad que algunos de los ciudadanos japoneses procedentes de países europeos y de Oriente Medio que fueron secuestrados y llevados a Corea del Norte a finales de los años setenta, fueron engañados por mujeres espías», señaló Bridges.

En octubre de 1992 salió a la luz el arresto por parte de la agencia de inteligencia de Corea del Sur de 62 personas pertenecientes a una rama del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte que se había establecido de manera clandestina en el sur. Las autoridades de Seúl acusaron a Lee Sun Sil, norcoreana de 75 años, de encabezar dicha formación y haber operado de manera ilegal allí durante diez años. Su actuación le valió el reconocimiento del líder fundador de Corea del Norte, Kim Il Sung, abuelo del actual mandatario, Kim Jong Un.

Aumento de mujeres espías

Otro de los casos más sonados fue el de Won Jeong Hwa, quien entró en Corea del Sur en el año 2001, aproximadamente. Apodada por los medios surcoreanos como la «Mata Hari norcoreana», consiguió información sensible para matar a oficiales militares surcoreanos a cambio de sexo. De hecho, diversos expertos coinciden en señalar que hay muchos otros casos desconocidos hasta la fecha como el de Won. «Cuando Corea del Norte reorganizó su actual servicio de inteligencia en 2009, aumentó visiblemente el número de espías femeninas y amplió su rango de acción», afirmó otro desertor que trabajaba para dicha oficina en una entrevista con Radio Free Asia.

El ex agente secreto norcoreano Kang Myong Do estima que cientos de espías operan en países de todo el mundo, incluyendo Estados Unidos, aunque la mayoría se reparte por los países de la región asiática. El temor de Corea del Sur a que sus ciudadanos caigan en las redes de estas mujeres ha elevado la alarma hasta el punto de pedirles que no acepten solicitudes de Facebook de mujeres atractivas que no conozcan. Para las autoridades del país, se podría tratar de agentes que buscan recopilar información para usarla en su contra. Tras la muerte de Kim Jong Nam, otro destacado desertor norcoreano manifestó que hoy en día los agentes masculinos han sido desplazados en favor de sus homólogas femeninas que, armadas con seductoras miradas y veneno escondido en sus barras de labios son «el arma predilecta de un régimen despiadado que acosa a sus oponentes».

El asesinado del hermanastro ha tensado la relación entre Malasia y Corea del Norte, pues las autoridades malasias han condicionado la entrega del cadáver a una prueba de ADN. Kim Jon Nam se encontraba en la terminal dos del aeropuerto internacional de Kuala Lumpur, capital de Malasia, listo para coger su vuelo de vuelta a Macao, ciudad donde residía con su mujer y su hijo. Cuando se encontraba imprimiendo su tarjeta de embarque en los contadores automáticos, una mujer le abordó de frente mientras otra le agarraba la cabeza por detrás para rociarle con una sustancia, al parecer venenosa y cuya composición la autopsia todavía no ha revelado. Instantes después, Kim se acercó a un mostrador de información para explicar lo que le había sucedido diciendo que sentía un fuerte dolor de cabeza. Tras un primer reconocimiento en la clínica de las instalaciones y vista la gravedad de su estado, decidieron trasladarlo al hospital en una ambulancia de la que salió ya cadáver. Según informó el diario «China Press» sus últimas palabras fueron: «Mucho dolor, mucho dolor».