Represión en Venezuela

Leopoldo López, a su padre: «Estos años han sido muy duros, papá»

El padre del opositor relata a LA RAZÓN cómo fueron los 45 minutos de conversación con su hijo, con el que no hablaba desde 2015. «No ha perdido su fuerza, está más delgado, pero sigue firme en su lucha», dice.

Leopoldo López, a su padre: «Estos años han sido muy duros, papá»
Leopoldo López, a su padre: «Estos años han sido muy duros, papá»larazon

El padre del opositor relata a LA RAZÓN cómo fueron los 45 minutos de conversación con su hijo, con el que no hablaba desde 2015. «No ha perdido su fuerza, está más delgado, pero sigue firme en su lucha», dice.

Me ha vuelto el alma al cuerpo. Ha sido una respuesta a mis rezos. Era temprano. Me despertó la llamada de mi nuera Lilian. Me dijo que tenía una sorpresa para mí y que me lo iba a contar mi nieta Manuela. Pero en vez de escuchar su voz sentí la de mi hijo Leopoldo: «Hola papá, bendición. ¿cómo estás?». Llevaba más de dos años y medio sin escucharla, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentí alegría al tiempo que preocupación porque no entendía qué estaba ocurriendo. Sin embargo, su voz era suficiente para saber que algo bueno había ocurrido. Fueron 45 minutos de intimidad, de conversación entre un padre y un hijo que hasta ahora nos la habían robado. Reímos, lloramos, nos contamos... Teníamos mucho de qué hablar, mucho que compartir.

Le conté los progresos de sus hijos estos años, lo que hemos hecho juntos. Fue un momento familiar, no había política de por medio, la digestión desde ese ángulo se hará más adelante. «Ya estoy en casa papá», me dijo mientras escuchaba a los dos pequeños saltar encima de la cama. Estaban los cuatro juntos celebrándolo. «Papi, papi, papi ya está con nosotros, ya está en casa», decía Leopoldo Santiago, mi nieto pequeño. No podía contener mis lágrimas. Se sentía mucha alegría al otro lado del teléfono. «¿Pero qué haces que no estás aquí papá, que me han llevado a casa. ¿No vienes a darme un abrazo?», bromeaba mi hijo. «Ya no tendrás que cocinarte más huevos fritos», le contesté yo. Echaba en falta esa ausencia de comunicación con él, esa complicidad que siempre ha definido nuestra relación. Me contó con detalle cómo lo habían trasladado de la prisión de Ramo Verde a su domicilio. Fue rápido, sin previo aviso. El Supremo por orden del Gobierno así lo decidió. Dicen que por razones humanitarias. En este momento tengo que reconocer que me preocupa saber cómo está realmente mi hijo Leopoldo. En estos dos años no han permitido que nuestros médicos entraran a comprobar su estado de salud, así que eso será lo primero que haga ahora, someterse a un exhaustivo examen médico.

«Ha sido muy duro, papá», me confesó. Era la confirmación de lo que hemos estado contando al mundo en este tiempo: el maltrato que ha recibido en Ramo Verde. Sobre todo los últimos meses.

Pero a pesar del dolor, sentí que la esencia de mi hijo seguía viva, nadie ha podido con él. Está fuerte. Sentía su risa. Está fuerte como un miura en la Plaza de Las Ventas. Es un hombre duro. Constaté que sigue claro en sus ideas, en su pensamiento, en sus objetivos. Sabía que Leopoldo seguiría hasta el final sin ceder en sus principios que tienen como meta la liberación de Venezuela y la instauración de la democracia. Antonieta, mi esposa, estuvo ayer junto a nuestro hijo, lo vio delgado. Cansado, pero con ganas de seguir luchando. Estamos todos llenos de preguntas. No sabemos todavía quién podrá visitarle, cómo funcionará el régimen de visitas. Él no lo tiene tampoco claro. Ahora él debe estar con su familia, recuperar el tiempo perdido y que sus abogados, con los que no ha podido reunirse en más de 90 días, analicen su situación actual. Espero un nuevo parte con mucha emoción.

Pero tengo que aclarar que ésta no es mi lucha sólo por la libertad de Leopoldo, sino por la liberación del pueblo de Venezuela y de los 300 presos políticos que todavía están en la cárcel. Es una lucha que nos mantiene unidos y que debe conseguir que se compense a las familias de los que han perdido su vida. A las casi cien personas que se han sacrificado para sacar adelante a este país en busca de libertades, justicia y democracia. No podemos pasar página, hay que seguir luchando y yo lo haré personalmente, lo haré por los derechos de los venezolanos. Porque el pueblo no puede seguir sufriendo. Ni un muerto más en las calles de Venezuela. Pero hasta entonces habrá que seguir manifestándose. Sólo se pondrá fin a esta protesta cuando consigamos la democracia.

A nuestro lado hemos tenido el apoyo de diversos gobiernos y quiero dar mi especial gratitud a España. A su Gobierno, a sus líderes y dirigentes democráticos, a la Prensa, a la Academia, los cuales, cada uno desde su espacio, ha apoyado nuestra causa. Los españoles de a pie de calle no se han separado nunca de nosotros. Es un país que ha estado al cien por cien con nosotros.

Mi objetivo ahora es seguir ayudando a mi pueblo. Tengo unas ganas inmensas de reencontrarme con mi hijo, de hecho mis maletas ya están listas para viajar a Venezuela. Soy consciente de que cuando entre en el país me quitarán el pasaporte y no me dejarán salir, pero por mi hijo y mi país estoy dispuesto. Antes, seguiré mi trabajo desde Europa, viajando por diferentes países para que conozcan la realidad de lo que está ocurriendo en Venezuela. Allá donde están mis raíces y mi pelea. Siempre junto a mi hijo y al pueblo de Venezuela.