Leopoldo López

Leopoldo López: «No sabemos cuándo puede producirse un estallido social, tenemos que actuar»

El líder de Voluntad Popular está a punto de cumplir tres años en la cárcel militar de Ramo Verde. Desde hace uno está aislado, pero LA RAZÓN ha conseguido entregarle mediante sus abogados y las personas que pueden visitarlo un cuestionario que ha respondido en pequeños trozos de papel, que en algunos casos fueron decomisados, y anotaciones que sus visitantes se escribieron en la piel

Una imagen entre barrotes de Leopoldo López, líder del partido opositor Voluntad Popular
Una imagen entre barrotes de Leopoldo López, líder del partido opositor Voluntad Popularlarazon

A pocos días de cumplir tres años en prisión por disentir de Maduro, Leopoldo López contestó a LA RAZÓN a través de pequeños trozos de papel entregados a las personas que pueden visitarlo.

Leopoldo López, «Leo» para su círculo íntimo, no pierde el espíritu combativo con el que salió la mañana del 18 de febrero de 2014 para liderar una marcha pacífica en Caracas a sabiendas de que no regresaría a casa. Maduro consiguió encerrarlo y orquestar, en palabras del fiscal Nieves, una «farsa» para condenarle por el asesinato de 43 estudiantes en las manifestaciones de 2014. Leopoldo perdió su libertad, pero su popularidad ha ido creciendo dentro y fuera del país caribeño. «El que se cansa pierde», se podía leer en su camiseta el día que fue violentamente detenido por la Guardia Nacional. Hoy ese lema sigue vigente. Por eso, el líder de Voluntad Popular (VP) ha llamado a la movilización del los venezolanos el sábado 18 de febrero.

–El 18 de febrero, usted cumple tres años encarcelado. De acuerdo con la sentencia, le quedan diez, ¿hasta cuándo le van a acompañar las fuerzas?

–Ese día les expliqué a los venezolanos en la Plaza José Martí que esta lucha era por nuestros jóvenes, por los estudiantes, por los que han sido reprimidos, por los que están encarcelados, por todo el pueblo de Venezuela que ya estaba sufriendo y que hoy ese sufrimiento es casi insoportable. No sabía cuánto nos llevaría esta lucha, meses, años, pero que si no la iniciábamos, ese cambio no llegaría jamás.

–El deterioro de Venezuela se ha acelerado en estos últimos años, ¿cómo recibe las noticias sobre la crisis humanitaria y de desabastecimiento de productos básicos que afectan a todos los venezolanos?

–La población está sufriendo en colas, está sufriendo escasez. Los jóvenes no tienen empleo, no tienen futuro por culpa de un modelo equivocado, por un modelo importado de otros países, que no se parece al bravo pueblo de Venezuela. Nos encontramos en una lucha por cambiar no sólo al Gobierno más ineficaz y corrupto de nuestra historia, sino también a un Gobierno que degeneró en un sistema antidemocrático, en una dictadura. De manera que esta lucha se convirtió en una lucha por recuperar nuestras libertades y nuestra democracia y hasta alcanzar ese objetivo continuará. No puede ser de otra forma. O nos sometemos o luchamos por nuestra libertad. Y nosotros vamos a resistir, vamos a seguir luchando y vamos a triunfar. No tengo dudas de eso. Así es la historia de los pueblos frente a la opresión. Insisto, esta lucha no es una lucha dentro de un marco democrático, es una lucha frente a una dictadura y, por tanto, de resistencia democrática. Consciente de esto, me he preparado en cuerpo, alma y mente para afrontarla el tiempo que sea necesario.

–¿En este tiempo se ha arrepentido de haberse entregado a la Policía y haberse sometido a un juicio sin garantías? ¿Ha sentido la tentación del exilio?

–Yo estoy preso por decisión de la dictadura. De Nicolás Maduro y sus cómplices, quienes no menos de veinte veces desde el año 2013 me amenazó por cadena nacional con meterme preso. Ante la orden de captura tenía tres opciones: irme del país, que nunca consideré; irme a la clandestinidad, que hubiese limitado aún más la posibilidad de expresarme y me hubiese expuesto al asesinato ejecutado por el propio régimen o sus grupos armados; o presentarme voluntariamente ante una Justicia injusta. Opté por la tercera opción. Frente a los atropellos y las violaciones a los derechos se reacciona. Ahora bien, me pregunta si me arrepiento de haberme entregado y sometido a un juicio sin garantías: no. He conseguido ejemplos inspiradores en acciones de líderes como Martin Luther King y Ghandi, que se enfrentaron a una Justicia injusta de sus países desafiando el sistema, para precisamente desnudarlo más ante los ojos de sus compatriotas y del mundo. Presentarme a una Justicia injusta representó una nueva oportunidad de enfrentar la mentira, el abuso de poder y la necesidad de cambiar de raíz el sistema.

–Los venezolanos votaron por el cambio en las elecciones legislativas de 2015, pero la oposición en el Parlamento no ha logrado frenar el deterioro. ¿Tiene miedo a que los ciudadanos dejen de ver a la MUD y a VP como un vehículo para el cambio?

–Desde mi perspectiva, nuestro peor adversario no es Maduro ni la élite corrupta que lo acompaña, sino la desesperanza y el pesimismo. Por eso no podemos perder la moral, ni dejar de creer en nuestras convicciones. Una vez ganado en el terreno del espíritu, es necesario una estrategia. Nos guste o no, entramos en una fase distinta, una fase de resistencia. Nuestra actitud ante esta dictadura violadora de los derechos humanos tiene que ser de permanente irreverencia y desafío. La desesperanza vendrá si, dadas las circunstancias que vivimos, asumimos una timidez paralizante que impida que la oposición en su conjunto sea una opción creíble de cambio.

–¿Ha quedado debilitada la oposición tras la división exhibida con la operación de diálogo de Maduro?

–En el mismo momento de plantearse ese «diálogo» Voluntad Popular fijó una posición muy clara y firme, y fue la de no acudir. Lo hicimos en primer lugar por principios, y en segundo lugar, para ser consecuentes con una estrategia de lucha y con la coherencia para ejecutarla. Yo creo profundamente en la negociación y el diálogo y siempre lo he sostenido, pero ellos deben darse con base en principios.

–¿Faltó una respuesta-frente común?

–Ese diálogo estuvo planteado bajo condiciones inaceptables. En un ámbito de mayor represión (hoy hay más presos políticos) y después de arrebatarle al pueblo el derecho constitucional al voto mediante el secuestro del referéndum revocatorio. Pero además, es claro que ese «diálogo» fue totalmente ineficaz. ¿Qué se logro? Todos los venezolanos ven la forma desequilibrada e inconstitucional en la que sigue desempeñándose el sistema.

–¿Aprovecha el chavismo la heterogeneidad de la MUD para dividirlos?

–Es muy importante diferenciar a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y mucho más a la Unidad de la actuación individual de cualquier organización política. Cada organización política es responsable ante sus seguidores, ante la Unidad y ante la historia de explicar el por qué participan o no en tal o cual iniciativa. ¿Aciertos?, ¿errores? Todos los tenemos y cada organización es responsable de los suyos.

–¿El Gobierno está ahora más fortalecido tras el diálogo?

–Yo estoy convencido que es por la acumulación de esos errores y esos aciertos que la alternativa democrática se fortalece cada día más y cada día nos acompañarán más y más venezolanos que queremos un cambio.

–¿Puede la oposición derrotar al chavismo mientras éste siga controlando todos los resortes del Estado?

–Por supuesto que se puede. Pero para eso debe haber estrategia, coraje y determinación para ejecutarla. No hay ningún poder que pueda contener durante mucho tiempo la voluntad de cambio de un pueblo. En Venezuela somos millones los que clamamos por un cambio. Si se puede, pero nos necesitamos todos con la convicción de nuestro corazón, nuestra alma y nuestras acciones. La dictadura de unos pocos no podrá con la voluntad de millones de venezolanos. Sólo lo lograrán si no reaccionamos, si nos desmoralizan y nos desmovilizan. Sólo un pueblo organizado y movilizado puede hacerle frente a este tipo de regímenes.

–Los venezolanos han mostrado una enorme capacidad de asimilar las calamidades. ¿Cuánto tiempo puede resistir al desabastecimiento sin un estallido social?

–No lo sabemos y allí radica una de las mayores gravedades de esta situación. Debemos hacer hasta lo imposible por conquistar un cambio antes de que haya un estallido social que lamentaremos los venezolanos en especial los más humildes. Pero un colapso del país también tendría consecuencias en el exterior. No podemos dejar de liderar el cambio y esperar la posibilidad lamentable de que explote una situación que nadie quiere por las condiciones económicas y sociales en la que está el país creyendo que eso beneficia a algún sector político. El liderazgo debe ofrecer una salida y no la simple espera. Por supuesto que tiene un sentido de urgencia, pero ¿es que la situación del país, de destrucción de país y del sufrimiento de nuestro pueblo? Venezuela se cae a pedazos ante nuestros ojos. ¿Cómo le vamos a decir a las miles de madres que le han matado a un hijo producto de la violencia que reina en Venezuela, que debemos esperar hasta el año 2019 para salir de este Gobierno, cómo le vamos a decir a los venezolanos que hacen colas todos los días que hay que esperar a que la crisis económica empeore para que se den los cambios que merecemos como venezolanos? Como ya he dicho, ante las injusticias, los atropellos y las violaciones a los derechos se reacciona. A las injusticias se les combate. A las injusticias se les planta cara con decisión, sin miramientos, ni recelos, ni cálculos.

–¿Está vinculada la continuidad del chavismo al apuntalamiento del sistema militar?

–La continuidad no del chavismo, ya que hay un chavismo de base que es democrático, sino la continuidad de la dictadura está vinculada a la capacidad de movilización y organización de la sociedad. Cuando seamos millones resistiendo, en las calles y exigiendo la restauración de la democracia, no habrá ningún estamento, institución o sistema que pueda contener esa fuerza.

–Usted se ha convertido en la bestia negra del Gobierno venezolano. Ya fue acusado por corrupción en 2008 y luego consiguió probar su inocencia. ¿Esa experiencia le fortalece ahora?

–Sí. Ya me enfrenté a mi inhabilitación en 2008, pero finalmente logré demostrar mi inocencia y la violación a mis derechos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual falló a mi favor en septiembre de 2011. Para mí, esa fue una victoria no sólo moral sino política ya que demostró la arbitrariedad y sobre todo el miedo del régimen venezolano que ha sido la verdadera razón de la persecución que se ha emprendido en mi contra durante más de una década. Mandela dijo una y otra vez que no hay mejor defensor de los derechos humanos que quienes han sido víctimas de sus propios derechos. Estar en Ramo Verde –la cárcel militar en la que está preso desde el 18 de febrero de 2014– me ha acercado en carne propia a la descomposición de la Justicia venezolana que padecen miles de venezolanos.

–«Quién tenga un porqué para vivir sabrá encontrar el cómo», escribió Nietzsche...

–He conseguido la fortaleza para saber que esta experiencia por más dura que sea me ayudará a ser una mejor persona, un mejor líder, un mejor venezolano. Un líder debe ser capaz de inspirar a quienes como él persiguen un sueño. Porque con las duras circunstancias que vive el pueblo venezolano, he comprendido que los cálculos políticos sobraban y que debía asumir un riesgo en pro de la libertad de Venezuela.

–¿Ha dejado Venezuela de ser una democracia?, ¿cuándo el chavismo acabó con Montesquieu?

– Hace tres años, el 23 de enero de 2014, denunciamos claramente que en Venezuela había una dictadura y que, por tanto, debíamos oponernos frontalmente a ella. Menos de un mes después, fui encarcelado y luego juzgado por mis palabras y constituyó un «delito» decir: «Hay que salir a conquistar la democracia». Increíble pero cierto, ese fue un alegato de la fiscalía aceptado y usado por el juez para condenarme por supuestamente aletar a la violencia.

Las diferencias entre una democracia y una dictadura se asientan en tres aspectos: el origen y legitimidad del poder; el desempeño que se hace de ese poder, y la finalidad última del poder mismo. La legitimad sobre la llegada al poder de Maduro está cuestionada por la opacidad de las elecciones del año 2013, y yo sigo sosteniendo que esa elección no la ganó Nicolás Maduro. Durante la etapa anterior de Hugo Chávez la propaganda oficial se nutrió del discurso electoral. Venezuela era el país más democrático por someterse en dieciocho ocasiones a las urnas. Ésta era la verdad oficial, pero lo cierto es que cuando las circunstancias fueron adversas, como ocurre en estos momentos, se opta por suspender la vía electoral. Se impide a los venezolanos acudir al referéndum revocatorio porque saben que pueden verse perjudicados.

–La democracia es más que ir a votar cada cinco o cuatro años...

–La legitimidad de un sistema democrático requiere más que el voto universal, directo y secreto de sus ciudadanos. Es igualmente necesario preservar la separación de poderes y la vigencia del Estado de Derecho. Condición que tampoco se cumple en estos momentos en Venezuela. Es fundamental que prevalezca la autonomía de los poderes públicos y el compromiso de cada uno de éstos para con el resguardo y aplicación de la ley y el Estado de Derecho. Es lo que entendemos como el imperio de la ley. En Venezuela no existe frontera entre los poderes. Y se violenta la ley, normalmente con la finalidad de mantener el poder a quien lo ostenta.

En tercer lugar, ¿para qué el poder? ¿Con qué finalidad? En democracia el poder se ejerce con la finalidad de promover y defender los derechos y libertades de los ciudadanos, mientras se busca y logra el permanente bienestar de todos los ciudadanos, sin ningún tipo de discriminaciones. Sin embargo, en las dictaduras la finalidad en el ejercicio del poder es mantenerlo a cualquier precio para una pequeña cúpula corrupta, generando una fuerza inercial que de una forma u otra entrará en colisión con la vigencia de los derechos de todos los ciudadanos. Priorizan en sus actuaciones el mantenimiento del poder y no el bienestar y el progreso de los venezolanos en el marco de la legalidad.