Elecciones en Alemania

Los desafíos de la nueva Alemania

Los desafíos de la nueva Alemania
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¿Cuáles serán las prioridades del nuevo Gobierno? Una mirada al programa de la CDU/CSU no revela mucho: «prosperidad y seguridad para todos» es lo prometido, «pleno empleo» ya no es un prospecto imaginario, un recorte de impuestos de 15.000 millones de euros para aquellos con ingresos bajos y medios y un respiro aún mayor para familias con niños no es una oferta demasiado generosa para un Estado que espera una recaudación de impuestos récord de 735.000 millones de euros y que acaba de revisar su proyección para 2020 con una subida de 55.000 millones. En otra Gran Coalición, se habrían producido algunas disputas sobre una subida de impuestos a los ricos y quizás más gasto social. En una con Los Verdes, más disputas sobre metas medioambientales más ambiguas. Pero nada sacudiría la República.

En cuanto a la política de refugiados de Alemania y las implicaciones europeas, el compañero más difícil para Merkel ha sido su hermano bávaro. El CSU ha insistido en un límite anual al número de refugiados que entran el país cuando Merkel lo ha rechazado con una consistencia inusual. Que los números permanezcan bajos. Sin embargo, este debate no influyó en la campaña.

Cuando se trata del futuro gobierno de la Eurozona –un tema complejo en el que Merkel muestra mucho interés, pero poco liderazgo– el futuro compañero de coalición puede que marque la diferencia. El SPD y su eurófilo candidato Martin Schulz mostró su claro apoyo al presidente Emmanuel Macron en su discurso para un presupuesto y emisión de deuda conjunta en la eurozona. Los Verdes también lo apoyan. Sin embargo, para el FDP, mayor reparto del peso fiscal dentro de la eurozona y otra ronda de reestructuración de la deuda o rescate para Grecia (o quizás pronto para Italia) han sido excluidos de su manifiesto electoral y podrían convertirse en una línea roja en un gobierno. Para un partido que está siempre amenazado por conseguir al menos un 5% para ser representado en el Parlamento, unos pocos votantes descontentos pueden ser muy importantes, como el FDP ha podido comprobar ahora y en elecciones pasadas.

En términos de geopolítica, uno puede observar un cambio simbólico, pero digno de mencionar, en la propia plataforma del partido de Merkel: Estados Unidos ya no es denominado «el amigo más importante» de Alemania, sino el «compañero más importante». El nuevo presidente estadounidense es el que menos ha gustado de los presidentes norteamericanos en Alemania; incluso a Vladimir Putin se le ve bajo una luz más positiva. Al mismo tiempo, el reto de Donald Trump ha llevado a muchos europeos y alemanes a darse cuenta de que tienen que tomar más responsabilidades para con su propia defensa, geopolítica y comercio internacional.

En lo concerniente a defensa, la CDU/CSU se ha comprometido a destinar un 2% del PIB al gasto de defensa, (ahora está en el 1,2). Otros partidos como el SPD o los Verdes no se han mostrado proclives a cumplir con las obligaciones de la OTAN–especialmente ahora que han sido presentadas de maneras tan poco ceremoniosas por el señor Trump.

Geopolíticamente, cualquier gobierno liderado por Merkel es probable que mantenga su curso de mediador o facilitador, tal y como demostró en la cumbre del G20 en Hamburgo este julio. Pero uno no debería espera que Merkel o Alemania, realmente aspiren a ser capaces de llenar el vació como «líder del mundo libre».

En términos de comercio global, Donald Trump puede llevar también a un replanteamiento en Europa y Alemania. Sus amenazas de mercantilismo y proteccionismo ha tenido el efecto secundario en la izquierda y en los Verdes respecto de la política alemana. Están ahora más dispuestos a aceptar las virtudes del libre comercio no solo para el beneficio de la fuerte industria de exportaciones de Alemania, sino por principio y para reducir la pobreza alrededor del mundo.

Con referencia a la Rusia de Putin, muchos temas complejos serán tratados ahora y en el futuro. La canciller Merkel es la única del los líderes occidentales que, no solo habla ruso dada su juventud en la antigua RDA, sino porque ha lidiado con Putin durante más de una década. Tratando con Rusia, los Verdes darían su pleno apoyo a Merkel en su política de contención, pero no aislarían a Rusia en asuntos globales. Esta misma afirmación serviría para la Turquía de Erdogan. La posiciones del FDP y del SPD son menos claras en este aspecto. Algunos de los miembros más prominentes del partido parecen estar dispuestos a ser más permisivos con Rusia. La izquierda y derecha radicales: Linke y el AfD a menudo flirtean con la Rusia de Putin.

Mientras, el Brexit no ha influenciado apenas las elecciones alemanas. Una Alemania bajo el mando de Merkel (y sin importar quién sea su compañero de coalición) estará lista para trabajar para evitar el daño mutuo; pero no puede ser la compañera más sencilla y mejor para Reino Unido en el Brexit. La consolidación de los Veintisiete se mantiene como la primera prioridad para Alemania en política europea; y ahí el creciente populismo liberal y nacionalismo en partes de Europa del este se han convertido en una grave preocupación y tema tratado durante la campaña.

Pase lo que pase en los próximos años, esta será la última cancillería de Angela Merkel. De momento, solo Helmut Kohl completó un mandato como canciller de 16 años y muchos observadores (incluida Merkel) concluyeron que 16 eran suficientes. Normalmente, saber que es el último mandato puede crear una sensación de espléndida independencia de pensamiento y un incentivo para dejar algún legado en los libros de Historia.

¿Qué será de Merkel? No se puede estar seguro siquiera de que ella piense en tales términos dada su distinta falta de visión o ideología. Pero esta característica puede de buena manera convertirse en su legado en tiempos de incertidumbre política, hipocresía, y calamidad: haber hecho de Alemania un país racional en Europa y en el mundo en el que se puede confiar.