Elecciones

La extrema derecha regresa al Gobierno austriaco

Kurz cede al eurófobo FPÖ las carteras de Defensa, Exteriores e Interior

Kurz, a la izquierda, y Strache, a la derecha, presentaron al presidente Van der Bellen, en el centro, su programa
Kurz, a la izquierda, y Strache, a la derecha, presentaron al presidente Van der Bellen, en el centro, su programalarazon

Kurz cede al eurófobo FPÖ las carteras de Defensa, Exteriores e Interior.

La ultraderecha regresa al poder en Viena diecisiete años después de la mano del conservador Sebastian Kurz, que, con 31 años y sin haber terminado la carrera de Derecho, se convertirá mañana en el canciller austriaco y el líder europeo más joven. Tras casi dos meses de negociaciones, el Partido Popular (ÖVP), que fue el más votado en las elecciones anticipadas del 15 de octubre con el 31,5% de los votos, y el Partido Liberal (FPÖ), que quedó en tercera posición con el 26%, cerraron el viernes un pacto de coalición para gobernar Austria durante los próximos cinco años. El nuevo Ejecutivo turquesa-azul (por los colores de las formaciones que lo integran) dispondrá de una amplia mayoría (113 de los 183 diputados de la Cámara). Kurz y el líder de FPÖ y futuro vicecanciller, Heinz Christian Strache, acudieron ayer al Palacio de Hofburg para presentar al presidente de la República, Alexander van der Bellen, su programa de Gobierno, centrado en la bajada de impuestos y en la lucha contra la inmigración ilegal. El futuro Ejecutivo contará con 13 carteras, seis de las cuales estarán en manos de la derecha populista, que dirigirá Exteriores, Defensa e Interior. Precisamente, el hecho de que por primera vez el mismo partido ocupe estos dos últimos ministerios ha provocado las inmediatas críticas de la oposición socialdemócrata.

Para el futuro canciller, «el programa que hemos pactado es la base para nuestro trabajo en común en los próximos cinco años, es la base para el cambio, para una política en la que ahorraremos dinero en las finanzas públicas, pero no a costa de la población». «Sobre todo –insistió Kurz– queremos reforzar la seguridad en el país luchando contra la inmigración ilegal». A su lado, Strache, añadió que «nuestra preocupación común durante todas estas negociaciones se ha centrado en la responsabilidad hacia nuestra maravillosa patria que es Austria y sus habitantes, a los que queremos servir».

Para rebajar los temores que genera en la Unión Europea la presencia en el Ejecutivo del FPÖ, un partido eurófobo y xenófobo creado en 1955 por antiguos líderes nazis, Kurz ha decidido reservarse para él la dirección de la política europea, hasta ahora dependiente de Exteriores. Con todo, se descarta que se repita la situación de 2000, cuando otros socios emprendieron sanciones diplomáticas contra Austria. Strache, un técnico dental de 48 años que de joven coqueteó con el nenozaismo, ha aprendido de la experiencia de su antecesor, el fallecido Jörg Haider, y ha sabido limpiar el discurso extremista de su partido, que ha renunciado, por ejemplo, a su promesa de convocar un referéndum sobre la permanencia de Austria en la UE.

Y es que la situación política en Europa dista mucho de la de hace dos décadas. Ya hace tiempo que ha dejado de ser tabú la presencia de la extrema derecha en el poder. Así, los populistas son socios en las coalición de Gobierno en Finlandia o Noruega, o apoyan parlamentariamente a Ejecutivos en minoría, como es el caso de Dinamarca. La novedad austriaca es que el FPÖ ha sabido capitalizar su buen resultado electoral, mientras que sus homólogos en Países Bajos, Francia o Alemania permanecen en el ostracismo político. Con todo, algunos sectores de la sociedad austriaca no se fían de la ultraderecha 2.0 de Strache y advierten de los peligros de un lobo con piel de cordero. Para mañana, cuando está previsto que el Parlamento otorgue su confianza al nuevo Ejecutivo de derechas, se han convocado seis manifestaciones en Viena que convergerán en marchas que convergerán en la Plaza de los Héroes, frente al Hofburg, el antiguo palacio imperial de la Corte de los Habsburgo y hoy sede de la Presidencia de Austria. Precisamente, Van der Bellen, que hace un año venció por la mínima a la extrema derecha en unas polarizadas elecciones, ya ha advertido de que velará por el respeto a los valores europeos.