Oriente Medio

Marruecos, el nuevo aliado

La Razón
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La cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo ha incluido a dos participantes muy importantes. Por un lado, el rey de Marruecos, Mohamed VI, y por otro, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Uno de los principales propósitos de esta reunión era tratar la situación en la que se hallan los países del Golfo tras la firma del acuerdo nuclear con Irán. Las monarquías del Golfo no han conseguido digerir un texto que supuestamente previene la creación de una bomba atómica que proporcionaría más medios a Teherán. El propósito de Irán es clave: alcanzar la hegemonía en la región del Golfo, además de financiar y armar a los grupos chiíes, que «intervienen» en Irak, Siria, Yemen, Bahréin e incluso en Arabia Saudí.

Junto a este debate, se unió el del terrorismo. EE UU y Europa siguen analizando las controversias sobre la visión ultraconservadora del wahabismo –considerada como la matriz del yihadismo–, de la que Arabia Saudí es también una víctima. Es necesario ir más allá de estos clichés y proponer una lectura que se adapte a los distintos intereses en juego y la esencia de la evolución de esta visión del islam.

Y es que los países del Golfo se han convertido en una fuerte barrera que pretende evitar la explosión de la «caja de Pandora» en la que se ha convertido Oriente Medio. Mantienen a Egipto fuera del juego a través de un apoyo financiero que se torna en infalible y son esenciales para lograr la paz tanto en Irak como en Siria, en especial en lo que respecta a la reconstrucción de estos países. Buen ejemplo de ello es que un alto funcionario estadounidense se ha referido a esta responsabilidad. Pero estos países viven desconcertados por las posiciones americanas y, desde su punto de vista, lo ven como una deserción.

Esta alianza entre países del Golfo y Marruecos es histórica, aunque fuera crítica durante la Guerra Fría en todos los niveles, incluido el económico, puesto que estas naciones contribuyeron al crecimiento de las economías occidentales.

Los países del Golfo han dado luz verde a Marruecos como un aliado en el que se puede confiar. Esta unión ha sido posible por la fuerza y experiencia adquirida por el reino alauí en diversos campos, aunque no solamente por eso. El rey Mohamed VI ha señalado los peligros a los que se enfrenta la sociedad árabe-musulmana. «La región árabe vive al ritmo de intentos de cambio de regímenes y de fragmentación de Estados, como ocurre con Siria, Irak y Libia, con todo lo que ello supone en muertes, éxodo y expulsión de los hijos de la nación árabe», ha dicho el monarca, para agregar que, en este sentido, esta situación fue «presentada como la Primavera Árabe», pero ha dejado tras de sí «destrucciones y dramas humanos». «Ahora estamos viviendo un otoño catastrófico que tiene por objetivo apoderarse de las riquezas de los demás países árabes, intentando minar las experiencias exitosas de otros países como Marruecos».

Mohamed VI ha recalcado en su discurso que «el terrorismo no sólo perjudica la reputación del islam y de los musulmanes, sino que es utilizado por algunos como subterfugio para dividir nuestros países y avivar el fuego de la discordia en su seno».

Por todo ello, propone « corregir las falsedades y manifestar la verdadera imagen del islam, volviendo a nuestros verdaderos valores tolerantes». De hecho, la experiencia de Marruecos y su compromiso en la promoción de un islam tolerante y abierto ayudarán sin duda a la desradicalización de los extremistas en todo el mundo árabe.

Los jefes de Estado del Golfo reiteraron su apoyo incondicional a la integridad territorial de Marruecos sobre una solución para el problema del Sáhara, con la base de la propuesta marroquí de otorgar una amplia autonomía a sus provincias. La alianza entre los países del Golfo y Marruecos es histórica. Y no se necesita un tratado para validarla como tal. En este contexto, con la búsqueda de hegemonía de Teherán, los avances yihadistas, la ruptura de los países del centro –lo que representa una amenaza de inestabilidad–, esta alianza supone la única esperanza de salida a medio plazo. Debería ser una prioridad para los responsables de los Estados de que esta situación se analice.

*Editor de revistas en Marruecos y miembro del Atlantic Council