Brexit

May se centra en el Brexit tras caer en las encuestas

La campaña electoral se reanuda tras el atentado de Manchester. Corbyn ha reducido la diferencia con los «tories» a más de la mitad.

La primera ministra, Theresa May, junto a su marido Philip a la salida de misa.
La primera ministra, Theresa May, junto a su marido Philip a la salida de misa.larazon

La campaña electoral se reanuda tras el atentado de Manchester. Corbyn ha reducido la diferencia con los «tories» a más de la mitad.

La «premier» Theresa May reanuda hoy la campaña electoral de cara a los comicios del 8 de junio, después de que los actos quedaran suspendidos tras el atentado del lunes, la peor masacre terrorista en suelo británico desde 2005. La cita con las urnas es clave, no sólo para Reino Unido, sino para toda la UE, ya que, dependiendo de a quién elijan los británicos, se desarrollarán de una manera u otra las negociaciones del Brexit. Con el objetivo precisamente de reforzar su liderazgo para poder ejecutar un «Brexit duro» –con el país también fuera del mercado único–, la «premier» convocó de manera inesperada los comicios en abril. Entonces, gozaba de gran popularidad y sacaba hasta 25 puntos de ventaja a la oposición laborista, sumida en una guerra civil por el rechazo de las filas a Jeremy Corbyn.

Sin embargo, el escenario ahora es otro. Los «tories» siguen siendo los primeros en intención de voto, pero en las encuestas publicadas ayer en los dominicales –las primeras tras el atentado de Manchester– su ventaja se veía reducida considerablemente. En el sondeo de YouGov de «The Sunday Times», los conservadores se situaban con el 43% de apoyo, a tan sólo siete puntos de los laboristas, con un 36%. De replicarse estos datos en las urnas, los «tories» conseguirían una mayoría sustentada en 50 escaños, una cifra que superaría los 17 asientos que tenía May antes de convocar elecciones. Pero los resultados serían interpretados como una derrota, ya que el objetivo siempre fue una barrida histórica a la oposición, similar a la que logró Margaret Thatcher sobre Michael Foot en 1983. En otro sondeo de Opinium para «The Observer», se reducía la ventaja de 13 puntos hace una semana a diez, con un 45% del voto para los conservadores y un 35% para los laboristas. Este mismo sondeo indicaba que May había perdido popularidad, al pasar de 17 puntos a 11, mientras que Corbyn, aunque seguía estando por detrás, había mejorado, de -18 a -11.

Un sondeo de ORB para «The Sunday Telegraph» otorgaba a los «tories» un 44% (dos puntos porcentuales menos que hace una semana), seguidos a sólo seis por los laboristas, con un 38% (un avance de cuatro puntos). Si esto se tradujera en las urnas, Corbyn conseguiría un porcentaje de voto superior al alcanzado por sus predecesores Ed Miliband y Gordon Brown, lo que serviría para afianzarlo su liderazgo, cuestionado desde el primer momento por sus filas, pero respaldado siempre por las bases. No es de extrañar, por tanto, el nerviosismo que se vive estos días dentro del Partido Conservador, donde el estratega de campaña, Lynton Crosby, ha ordenado recuperar el mensaje de que May es la mejor candidata para negociar del Brexit.

En este sentido, en los actos previstos para esta semana, cobran especial protagonismo los euroescépticos David Davis, ministro del Brexit, y Boris Johnson, titular de Exteriores. No hay noticias, sin embargo, de Philip Hammond, al frente del Tesoro, lo que increma los rumores de que en un futuro Gobierno conservador, May prescindiría del que hasta ahora es su ministro más proeuropeo. Se prevé que la jefa del Gobierno en funciones reitere el eslogan de que se necesita un Ejecutivo «fuerte y estable» para negociar con Bruselas durante la sesión de preguntas con la audiencia que protagonizará esta noche en la cadena Sky News. Por cierto que su negativa a mantener un cara a cara con Corbyn, que participará por separado en el mismo programa, tampoco ha ayudado a mejorar su imagen.

Antes de la masacre en Manchester, May ya había intentado sin éxito volver a centrar la atención en el Brexit tras perder terreno por el anuncio del denominado «impuesto de la demencia». La medida quiere hacer pagar asistencia social a los jubilados propietarios de casas de más de 160.000 euros. Y ante la avalancha de críticas, incluso por parte de la prensa conservadora, May tuvo que dar marcha atrás aclarando que los afectados sólo deberán pagar una cantidad aún sin determinar.

Tras el atentado del lunes, que ha costado la vida a 22 personas, May estudia aprobar nuevas leyes antiterroristas si se convierte en «premier». Por su parte, a la hora de afrontar la barbarie en el reinicio de su campaña el viernes, Corbyn puso de relieve los supuestos vínculos entre el terrorismo y la implicación británica en guerras en el extranjero. Consideró que si bien ningún Gobierno puede evitar un atentado, es responsabilidad del Ejecutivo «que la política exterior reduzca, en lugar de incrementar, la amenaza contra este país». En este sentido, remarcó que la guerra contra el terrorismo había fracasado y que era necesario replantear la manera de abordar ese tema. El veterano político, que es activista propalestino, siempre ha sido muy crítico con las operaciones en países árabes y en su día votó junto otros 139 diputados laboristas contra el entonces «premier» Tony Blair en su decisión de ir a la guerra de Irak. Entre sus planes para gobernar el país, aseguró que sólo desplegaría efectivos militares de las Fuerzas Armadas británicas en el extranjero si hubiera un «plan claro de paz duradera». Tras criticar las medidas de austeridad del Gobierno conservador, Corbyn se comprometió a «revertir los recortes a los servicios de emergencia y la Policía», si vence en los comicios, al observar que «de nuevo en Manchester han demostrado que son lo mejor que tenemos».