Unión Europea

May retrasa la salida definitiva de Londres de la UE a 2021

La primera ministra británica dijo que su país seguirá contribuyendo al Presupuesto de la Unión Europea (UE) hasta 2020.

La primera ministra británica, Theresa May
La primera ministra británica, Theresa Maylarazon

La primera ministra británica dijo que su país seguirá contribuyendo al Presupuesto de la Unión Europea (UE) hasta 2020.

En política, un gesto de acercamiento puede ser tan significativo que no importa demasiado si los detalles no se ponen de manera inmediata encima de la mesa. Y eso es exactamente lo que hizo ayer la premier Theresa May en su esperado discurso en Florencia sobre el Brexit. La líder tory no especificó una hoja de ruta para salir del bloque. Pero sí mostró una actitud conciliadora para desbloquear las negociaciones y demostrar que está dispuesta a realizar avances en las exigencias de la Unión Europea (UE).

May afirmó que Londres seguirá contribuyendo al presupuesto comunitario hasta 2020 y propuso un periodo de dos años de transición a partir de la culminación de la salida de Reino Unido –la fecha oficial está fijada para 29 de marzo de 2019–, durante el cual el país seguiría sometido a la normativa comunitaria.

«La duración de este periodo estaría simplemente determinada por el tiempo que tardáramos en poner en práctica los nuevos procesos y sistemas», señaló. Entre estos «nuevos sistemas» se encontraría una nueva política migratoria cuya adopción «va a tardar su tiempo», durante el cual los comunitarios podrían seguir viviendo y trabajando en suelo británico, tras un proceso de registro previo.

No ofreció más datos. Ni tampoco mencionó cifras concretas sobre la factura de salida, uno de los mayores puntos de fricción con Bruselas. Mientras la Comisión Europea baraja un número que ronda los 60.000 millones de euros, según la prensa británica, Londres estaría pensando más una cifra en torno a los 22.000 millones de euros. «Algunas exigencias son exageradas», se limitó a decir May. «Pero los compromisos financieros se respetarán y ningún país tendrá que pagar más de lo que reciba», añadió. En definitiva, no se anunciaron medidas explícitas, pero el tono fue totalmente diferente al discurso que la líder tory ofreció el pasado mes de enero en Lancaster House, cuando se decantó por un Brexit duro y llegó a decir que prefería irse «sin acuerdo» que con «uno malo». En Florencia el objetivo era tranquilizar a la City, a los tres millones de comunitarios que viven en Reino Unido y, ante todo, allanar el camino ante la cuarta ronda de las negociaciones con Bruselas, después de que se tuvieran que retrasar del 18 al 25 de septiembre en medio de las duras críticas de la UE ante la falta de progresos.

Y para ello, la ciudad italiana como escenario no se eligió al azar. May justificó el viaje a Florencia por su «relevancia histórica» en el contexto europeo y por sus seculares relaciones comerciales con las islas británicas desde tiempo de los Médicis, un mensaje velado con el que volvió a recordar que Londres quiere comenzar a negociar cuanto antes su futura relación comercial con el bloque.

En este sentido, la líder tory pidió «imaginación» para no basarse en los modelos principales: el noruego –defendido por su ministro del Tesoro– y el canadiense –el preferido del bando euroescéptico del gabinete–. «No empezamos con una hoja en blanco como otros socios externos. Empezamos con una situación sin precedentes, porque tenemos las mismas reglas», matizó.

May estuvo ayer arropada por Philip Hammond, titular del Tesoro, Boris Johnson, responsable de Exteriores, y David Davis, al frente del ministerio del Brexit, aparentando una imagen de unidad. Pero lo cierto es que el Ejecutivo está completamente dividido ante cómo afrontar la salida y la primera ministra no cuenta con especial autoridad después de que en junio perdiera la mayoría absoluta en las generales.

En la antesala del importante discurso, el jefe de la diplomacia británica publicó un polémico artículo donde apostaba por un Brexit duro. Aquello se interpretó con un claro signo de reabrir la guerra por el liderazgo. Pero zanjando la tensión que estos días se ha vivido en Downing Street, Johnson alabó ayer la intervención que calificó de «positiva, optimista y dinámica».

Con miras a limar asperezas entre sus filas de cara al congreso anual que el Partido Conservador celebrará a partir del 1 de octubre, May reunirá hoy sábado a sus diputados sin cartera en Chequers, la residencia de verano que se pone a disposición de los primeros ministros. Es consciente que tiene que volver a ganarse el respeto entre los suyos tras el batacazo electoral y sabe que el Brexit genera mucha división.

Sobre todo en cuestiones como el Tribunal de Justicia de la UE, donde la «premier» se declaró ayer dispuesta a admitir los dictámenes en cuestiones aplicables a los ciudadanos de la UE residentes en Reino Unido, pero no en los casos que involucren directamente a su país con el eurobloque. En este sentido, propuso la creación de un mecanismo alternativo, ya que esta clase de rivalidad no puede quedar a expensas ni de la decisión de los tribunales británicos ni de la corte europea.

Durante su discurso, May dijo que la UE es una estructura en la que Reino Unido «jamás se ha sentido completamente en casa». Con todo, reiteró que el país nunca terminará de desvincularse. «Podremos dejar la UE, pero no vamos a dejar Europa», afirmó.