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Merkel planta cara al racismo

La canciller visita un centro de refugiados en Heidenau, donde varios inmigrantes han sido atacados. «Tolerancia cero contra los violentos», dijo la mandataria, que fue increpada por grupos neonazis

La canciller alemana, Angela Merkel (2i), el jefe del Gobierno del estado de Sajonia, el cristianodemócrata Stanislaw Tillich (i), el presidente de la Cruz Roja alemana, Rudolf Seiters, y el alcalde de Heidenau, Jürgen Optiz (2d), durante su visita al centro de refugiados objeto de violencia por parte de grupos neonazis
La canciller alemana, Angela Merkel (2i), el jefe del Gobierno del estado de Sajonia, el cristianodemócrata Stanislaw Tillich (i), el presidente de la Cruz Roja alemana, Rudolf Seiters, y el alcalde de Heidenau, Jürgen Optiz (2d), durante su visita al centro de refugiados objeto de violencia por parte de grupos neonazislarazon

La canciller visita un centro de refugiados en Heidenau, donde varios inmigrantes han sido atacados. «Tolerancia cero contra los violentos», dijo la mandataria, que fue increpada por grupos neonazis

En pleno auge de ataques xenófobos en Alemania, la canciller Angela Merkel visitó ayer el albergue de refugiados en Heidenau, tras los episodios de violencia del pasado fin de semana por la oposición de cientos de manifestantes al asilo de inmigrantes en su ciudad. Es la primera visita de la canciller a un centro de refugiados en diez años. Merkel ya había definido los altercados de Heidenau como «repugnantes», al tiempo que tachó de «vergonzoso» el hecho de que las familias llevasen niños pequeños a las protestas. A pesar del despliegue de las Fuerzas de Seguridad, Merkel se encontró con más de un centenar de ciudadanos que la recibieron entre bocinazos de vehículos, abucheos y pitidos. Los manifestantes, militantes de ultraderecha en su mayoría y convocados por el partido neonazi NPD, habían acordado reunirse a través de las redes sociales.

Inalterada ante los gritos de «traidora» y «preocúpate primero de los tuyos», la canciller definió las agresiones xenófobas como una vergüenza para Alemania y anunció que habría tolerancia cero para los atacantes. «No habrá tolerancia para quienes cuestionan la dignidad de otros, ni la hay para los que no están dispuestos a ayudar cuando se requiere asistencia humana», puntualizó con firmeza, añadiendo que «Alemania va a apoyar a quienes necesiten ayuda».

Además, el Gobierno había anunciado cambios legislativos de cara a septiembre en la política de refugiados y el pasado 21 de agosto se adoptó una medida con vistas a facilitar la llegada de inmigrantes sirios, al proponer la tramitación directamente desde Alemania, en lugar de ser reenviados al país de entrada. Una decisión que la Comisión Europea ha visto como «un acto de solidaridad».

Muchos sectores y parte de la Prensa alemana acusan a la mandataria de cierta «lentitud» en su reacción ante la crisis migratoria y los actos xenófobos. El «fin de semana negro» de violencia que vivió Heidenau, que dejó 31 policías heridos y registró gritos aclamando la figura de Hitler, así como las numerosas críticas recibidas por parte de la oposición, pudieron ser algunos de los factores que llevaron a Merkel a personarse en el lugar de las protestas y reunirse con algunos de los refugiados del albergue, la mayoría originarios de Siria, como muestra de solidaridad con ellos.

La canciller fue acompañada durante la visita por el alcalde de la ciudad, Jürgen Opitz, y por el jefe del Gobierno regional de Sajonia, Stanaislaw Tillich, ambos pertenecientes a su partido, la Unión Cristianodemócrata. El alcalde ya había reclamado su presencia el lunes pasado, cuando acudió a Heidenau el vicecanciller socialdemócrata Sigmar Gabriel, quien calificó a los manifestantes como una «horda de fanáticos». Desde aquellas declaraciones, la sede en Berlín de su partido, el SPD, ha recibido varias amenazas, entre ellas un aviso de bomba.

Mientras los altos cargos alemanes plantean una solución al problema, las agresiones antiinmigrantes continúan sin tregua. Al comienzo de esta semana, en la localidad de Leipzig, se lanzó un artefacto con llamas en un centro también destinado al hospedaje de refugiados. El martes, dos hombres que portaban un arma blanca irrumpieron en otro albergue para asilados en Parchim, al noreste de Alemania. Incluso la vivienda del actor alemán Til Schweiger sufrió un incendio días después de que el artista se declarara públicamente a favor de la llegada de refugiados a su país. Sólo en el primer semestre de 2015 se han producido más asaltos a centros de asilo para inmigrantes que en todo 2014, año en el que ya se incrementaron los altercados de violencia racista en un 40%. Especialmente, el despunte se da en la zona este (el territorio que un día perteneció a la RDA), tradicionalmente la más pobre y con índices más altos de desempleo.

La crisis migratoria es ya considerada uno de los problemas más preocupantes en Alemania. Además del rápido aumento de los ataques racistas, debe atender al enorme número de peticiones de asilo que está recibiendo. Se prevén 800.000 en 2015, cuatro veces más que el año pasado. Sin embargo, la mayoría de la opinión pública sigue confiando en sus recursos. El 60% de los alemanes considera que Berlín dispone de los medios suficientes para acoger a todos los solicitantes de asilo previstos, según una encuesta publicada por la cadena pública ZDF.

Merkel asistirá hoy en Viena a la cumbre de los Balcanes. Aunque el punto central de la reunión era acercar los países balcánicos a la UE, la crisis migratoria formará parte de la agenda, tras la crisis desatada en Macedonia, Serbia y Hungría estos días.