Elecciones en Alemania

Merkel se plantea un giro a la derecha

La canciller se ha propuesto recuperar la confianza del millón de votantes que se han fugado a los ultras de la AfD. Crece la presión de sus socios bávaros para rectificar sus políticas tras la debacle. La líder de la CDU deja abierta la puerta a los socialdemócratas por si fracasan las negociaciones con liberales y verdes

Angela Merkel
Angela Merkellarazon

La canciller se ha propuesto recuperar la confianza del millón de votantes que se han fugado a los ultras de la AfD. Crece la presión de sus socios bávaros para rectificar sus políticas tras la debacle. La líder de la CDU deja abierta la puerta a los socialdemócratas por si fracasan las negociaciones con liberales y verdes.

Sin ni siquiera haberse sentado a negociar el próximo Gobierno, Merkel ya tiene sobre la mesa la primera tarea de la nueva legislatura: recuperar a sus votantes. Un trabajo complejo puesto que los cálculos postelectorales cifran en siete millones los votos perdidos por la derecha desde las elecciones de 2003 y, lo que es peor, casi un millón de ellos han ido a parar a la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD). Una circunstancia que, junto a su peor resultado desde 1949, le valieron ayer a la canciller un sinfín de reproches y otros tantos mensajes escritos entre líneas a los que tendrá que dar respuesta por el bien de su proyecto político.

El más directo y encendido le llegó desde Baviera y de boca del mismísimo jefe de la Unión Socialcristiana (CSU), Horst Seehofer, que exigió a Merkel un giro de timón hacia la derecha. «Fue un error abrir el flanco derecho y ahora tenemos que llenar ese vacío con posiciones decididas», aseguró Seehofer. El líder del partido hermanado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller tiene motivos para estar enojado. No sólo su partido se dejó el domingo un 10% de su electorado, sino que con este dato se enfrenta el próximo año a las regionales en un momento en el que Baviera continúa en lo más alto de la lista nacional en acogida de refugiados.

La crispación entre los socialcristianos fue tal que en la mañana de ayer se difundió que la CSU quería separarse de la CDU, aunque más tarde Seehofer señaló su intención de respetar la tradicional coalición que mantiene con el partido de Merkel. La polarización política le pasó factura a la canciller, tal y como ella misma reconoció ayer en una comparecencia en la que admitió su «responsabilidad personal». La profunda división que se ha producido a nivel político en Alemania también «está asociada a mí como persona», añadió. No obstante, y en la misma línea en la que se pronunció el domingo por la noche, la mandataria no quiso hablar sobre los posibles errores cometidos durante la campaña.

Los problemas de Merkel no acaban aquí. A las críticas y el trago que tendrá que pasar al ver entrar a los xenófobos de AfD en el Bundestag, se suma la incertidumbre para formar Gobierno, después de que los socialdemócratas, con el peor resultado de su historia, decidieran abandonar la coalición que formaban con la canciller y pasarse a la oposición. En esta situación a Merkel no le queda otra solución que buscar una alianza entre conservadores, liberales y verdes. Una posibilidad que, aunque se tildóde positiva a tenor de las primeras señales entre los partidos, tiene visos de complicarse una vez que los grupos se sienten a negociar.

Según la Prensa, el FDP y Los Verdes tienen muchos puntos de desacuerdo en cuestiones como la inmigración, el futuro del diésel o el abandono de las energías fósiles. El jefe de los liberales, Christian Lindner, ve factible este tripartito y ayer aseguró que quiere «cambiar la dirección de la política», aunque advirtió de que dentro de las negociaciones debe, por ejemplo, aclararse la orientación de la zona euro y volver a la vieja estabilidad económica.

Aunque todavía no han comenzado las negociaciones, Merkel es sabedora de que una de las condiciones de los liberales para entrar en el Ejecutivo es el rechazo a las ideas de reforma de la zona euro promovidas por el presidente francés, Emmanuel Macron. Punto complicado para la canciller y de ahí que ayer, nuevamente, volviera a instar al que fuera el candidato del SPD, Martin Schulz, a que desistiera de su posición y estuviera dispuesto a regresar a la futura mesa de negociación. La respuesta de Schulz fue contundente. «Si quiere llamarme, puede hacerlo, pero creo que no debería gastar su tiempo, es mejor que llame a otros», replicó el líder del SPD en un tono que dejó patente su más que evidente enojo ante el desenlace electoral.

En la misma línea, el vicepresidente del SPD, Ralf Stegner, reiteró la decisión de su partido de pasar a la oposición. «Salimos de la Gran Coalición con menos votos con los que entramos, a pesar de haber hecho un buen trabajo», dijo Stergner. Todo apunta a que los socialdemócratas, sólo un día después de la debacle en las urnas, se apresuraban por redefinir la imagen de su partido y de ahí que, como primera medida, propusieran a la popular ministra de Trabajo, Andrea Nahles, como futura jefa del grupo parlamentario en el Bundestag, reemplazando a Thomas Oppermann.

Las negociaciones para conformar una coalición podrían durar meses. Merkel dijo que estaba «segura» de que Alemania tendría un nuevo Gobierno para Navidad. Algunos no están tan seguros y, aunque desde ninguna formación política se ha planteado la posibilidad de repetir las elecciones, la simple mención de esta salida por parte de algunos medios hace de ella algo no imposible.