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Las elecciones en Irán dejan un panorama con menos extremistas y más moderados

El ex presidente Hashemí Rafsanyaní y el actual jefe de Estado iraní, Hasán Rohaní, líderes del movimiento moderado y reformista en la República Islámica, dominan el recuento en las elecciones

Las elecciones en Irán dejan un panorama con menos extremistas y más moderados
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El ex presidente Hashemí Rafsanyaní y el actual jefe de Estado iraní, Hasán Rohaní, líderes del movimiento moderado y reformista en la República Islámica, dominan junto a sus candidatos el recuento en las elecciones a la Asamblea de Expertos en Teherán, la mayor circunscripción del país.

El ex presidente Hashemí Rafsanyaní y el actual jefe de Estado iraní, Hasán Rohaní, líderes del movimiento moderado y reformista en la República Islámica, dominan junto a sus candidatos el recuento en las elecciones a la Asamblea de Expertos en Teherán, la mayor circunscripción del país.

Según anunció hoy el Ministerio del Interior, los primeros resultados provisionales para ese cuerpo, encargado de controlar y elegir a un nuevo líder supremo en caso de quedar vacante el puesto, arrojan que 13 de los 16 clérigos que Teherán envía a la cámara están en la lista encabezada por Rafsanyaní y Rohaní.

Las autoridades electorales iraníes han comenzado este sábado el recuento de las votaciones en las elecciones celebradas ayer en Irán, donde las estimaciones provisionales arrojan un índice de participación en torno al 60 por ciento, según ha informado este sábado el Ministerio del Interior.

Los aires de cambio que se respiran en las calles de Teherán se mezclan con el inmovilismo y el odio hacia Occidente. Ayer, casi 55 millones de iraníes estaban llamados a las urnas para decidir el rumbo del país tanto en el próximo Parlamento como en la Asamblea de Expertos. En la actualidad, la mayor parte de sus asientos están ocupados por ultraconservadores, por lo que muchos iraníes se volcaron ayer en desalojar a los políticos que ven como una pesada losa en su futuro. «He estado dando un paseo por distintos colegios electorales en Teherán y me he sentido muy orgulloso. Estos comicios son vitales. Por primera vez en unas elecciones, he notado que la mayoría de los iraníes quiere que se vayan haciendo cambios gradualmente, no de manera dramática, y por eso están apoyando a los reformistas», explica contento Mesiam Khalilinejed, profesor de inglés de 34 años, en Hoseini Jamaran, al norte de Teherán.

Al haber tanta gente esperando para votar en algunas áreas, las autoridades de Teherán decidieron montar «colegios móviles» en varios puntos de la megalópolis. En uno de ellos, que cerró a las 4 de la tarde, un grupo de iraníes pedía por favor a los militares que lo guardaban que les abrieran la verja para poder votar. Una actitud que se repitió en varios centros de votación móviles que fueron más que bienvenidos, pues el proceso de votación es largo y tedioso. Incluso el propio presidente Rohani celebró la alta participación y aseguró que «las elecciones son un símbolo de la independencia política del país. Al votar, la gente decide su futuro».

Mujeres en estricto chador entregaban a los votantes dos listados vacíos, al Parlamento (Majlis) y a la Asamblea de Expertos; los electores de Teherán tenían que rellenar uno a uno los 30 nombres de sus diputados, más los de los 16 clérigos, respectivamente. Muchos ayer, optaron por traerse las papeletas rellenas de casa. Algunos despistados tuvieron que ir copiando los 46 nombres, apellidos, y números de los candidatos. Un señor mayor había arrancado uno de los carteles de campaña en la calle para poder escribir los nombres de su lista. Aunque no es obligatorio el voto, si en Irán se quiere acceder a un cargo gubernamental, las autoridades se fijarán en si su carné tiene todas las estampas electorales.

«He llegado a las 6 de la mañana para votar, me daba miedo morirme hoy y no haber depositado mi voto», confiesa Ali Asghar, de 60 años. «He votado en todas las elecciones desde que se instauró la República Islámica», añade mostrando los sellos en su documentación junto a una foto del líder supremo de joven, el ayatolá Ali Jamenei. Este voluntario de la guerra contra Irak (1980-88) durante cinco años, asevera que «hay que votar por la independencia de Irán, por los candidatos que creen en Dios y puedan servir al pueblo y seguir los pasos de la revolución pensando en los jóvenes». En Hoseini Ershad, la preciosa mezquita en la que ha votado, había filas de gente que llevaba más de tres horas esperando. Este lugar es significativo y como en Teherán se puede votar en cualquier centro electoral (no están inscritos) muchos lo eligieron ayer por su gran simbolismo. Dentro, Siavash, un ingeniero de 27 años, cuenta en perfecto inglés que al principio no iba a venir a votar, pero que tras el llamamiento del máximo exponente del reformismo en Irán, el ex presidente Mohamad Jatami, ha entendido que era importante acudir a las urnas. «Al menos habremos cambiado algo. Iremos paso a paso a paso, tenemos necesidad de libertad y democracia». Al preguntarle si el Gobierno del presidente Rohani va en esa línea, lo suscribe. «Lo que ha hecho es admirable, ese es el camino hacia el aperturismo que deseamos. El levantamiento de sanciones nos dará estabilidad y vendrá más enriquecimiento. Al final, los ultraconservadores son unos extremistas, no tengo adjetivos para describirlos».

A pesar del sentir de la calle, la experta en el funcionamiento de la teocracia iraní, Mirjam Kuenkler asegura a LA RAZÓN que no hay que hacerse ilusiones. «En la Asamblea de Expertos, tantos de sus candidatos han sido descartados, que en algunos distritos sólo compite un clérigo ultraconservador, por lo que ni siquiera hay opción de elegir. En cuanto al Parlamento, los movimientos políticos se han organizado alrededor de dos listas: la más conservadora (apoyada por JRM, la Sociedad de Clérigos Combatientes, respaldada por el líder supremo) y una que es menos ideológica, apoyada por el equipo del presidente. Muchos de los verdaderos reformistas han sido excluidos, por lo que las opciones son conservadores o tecnócratas». La clave reside en lo que decida la capital iraní. Normalmente, sólo registra una participación del 20-30%, en comparación con el 70% de media nacional. «Si el voto supera el 50% será en beneficio de los reformistas», manifiesta el sociólogo y profesor Babak Mousavifard.