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Un superviviente asegura que en el barco viajaban más de 900 inmigrantes

Imagen de las tareas de búsqueda de cuerpos.
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La mayoría de los ocupantes fueron encerrados en la bodega del barco por los traficantes, lo que habría impedido su huida en el momento del naufragio.

Hasta 950 inmigrantes podrían haberse ahogado a unos 110 kilómetros al norte de la ciudad libia de Khoms (entre Trípoli y Misrata) cuando el barco pesquero con el que intentaban llegar a las costas italianas se hundió en la noche del sábado al domingo. Uno de los 28 supervivientes que fueron socorridos en el naufragio afirmó ayer que en la embarcación iban a bordo "950 personas, de ellas, 40-50 niños y cerca de 200 mujeres". Según informan los medios locales, el hombre originario de Bangladesh expuso estas cifras a la Fiscalía de Catania, ciudad de la isla de Sicilia (sur) donde fueron trasladados estos inmigrantes que fueron salvados en el mar Mediterráneo, informa Efe. Según este testimonio, el barco partió de un puerto situado a 50 kilómetros de Trípoli con dirección a Italia, pero durante la travesía los traficantes obligaron a algunos de ellos a permanecer encerrados en los niveles más bajos de la embarcación.

Si se confirma la cifra de muertos, se trataría de la mayor tragedia humana jamás sucedida en el Mediterráneo desde la Segunda Guerra Mundial. Varios mercantes y barcos de la Guardia Costera italiana y maltesa peinaron ayer la zona del naufragio, pero sólo pudieron recuperar a 50 supervivientes y 24 cadáveres. En el operativo de rescate participaron medios de la operación «Triton», desplegada por la Unión Europea en las aguas del Canal de Sicilia para tratar de evitar estas catástrofes.

El pesquero, que partió de Egipto y que no superaba los 30 metros de eslora, por lo que los inmigrantes viajaban hacinados, lanzó un llamamiento de ayuda al centro nacional de socorro de la Guardia Costera italiana por las dificultades que tenía para navegar. Las autoridades italianas pidieron entonces al carguero «King Jacob», de bandera portu-guesa, que se encontraba en la zona, que se acercara a la nave de los indocumentados para socorrerlos. Según las primeras informaciones, al ver acercarse al mercante, los inmigrantes se habrían desplazado en masa a una de las bandas del barco, desestabilizándolo y provocando al final que volcara.

Los tripulantes del «King Jacob» comenzaron una desesperada operación para intentar salvar a los náufragos, pero sólo pudieron sacar del agua a 28 personas. Los otros mercantes y los efectivos de la Guardia Costera italiana y maltesa que fueron llegando a continuación a la zona del desastre recuperaron un gran número de cadáveres y a otro superviviente. Hasta 20 barcos y tres helicópteros participaron en el dispositivo de rescate. «Estamos en el lugar de la tragedia buscando a las víctimas», comentó a la agencia Adnkronos el coronel Alessandro Carrozzo, responsable de la unidad aeronaval de la Guardia de Finanzas en Sicilia. «Nuestros guardacostas, que se encontraban en Lampedusa en el operativo ‘‘Triton’’, partieron de inmediato hacia Libia cuando se produjo la alarma por la noche», contó Carrozzo, explicando que en la operación participó también un avión despegado desde Catania.

Según Carlota Sami, portavoz en Italia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), podría tratarse de «una de las mayores tragedias sucedidas en el mar Mediterráneo». «Si el balance de esta enésima tragedia se confirma, el número de muertos en el Mediterráneo en estos últimos diez días llegará a más de mil», advirtió Sami, recordando que durante la pasada semana hubo otro naufragio en el que perecieron más de 400 inmigrantes. «Esta tragedia de enormes proporciones confirma la necesidad de una intervención europea con adecuados medios de socorro. Pedimos desde hace más de un año una operación ‘‘Mare Nostrum’’ europea», indicó. Con este nombre se conocía al dispositivo desplegado por el Gobierno italiano hasta el pasado 31 de octubre en el Canal de Sicilia después de que murieran 366 personas frente a la isla de Lampedusa a principios de octubre de 2013. «Mare Nostrum» le costaba a las arcas públicas italianas 9,3 millones de euros al mes, una cifra que el Gobierno de Matteo Renzi consideraba exagerada. Pese a la polémica por su coste y por la falta de cooperación por parte de otros países europeos, la operación fue un éxito y evitó miles de muertes.

En el año que estuvo funcionando, se rescató a más de 120.000 personas, algo menos de las que viven en la ciudad de León. Tras su supresión fue sustituida por el dispositivo «Triton», con medios mucho más modestos y un presupuesto de 2,9 millones de euros al mes. La tragedia de ayer demuestra que ni las autoridades italianas ni el operativo «Triton» tienen ahora mismo capacidad para responder a tiempo y evitar cientos de muertes. «Desde Libia parten embarcaciones llenas hasta un punto inverosímil», señaló la portavoz de Acnur. «Cuando estas naves lanzan una petición de socorro, la Guardia Costera italiana tarda demasiado tiempo en llegar a donde se encuentran», explicó. El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, también pidió que Europa cambie «de forma urgente» su política migratoria, recordando la «obligación» ante todo de salvar la vida de estas personas.

Si no comienza a cocinarse un cambio en la postura de los Veitiocho en el Consejo Europeo de Exteriores que se celebra hoy, los naufragios multitudinarios están condenados a repetirse. Según advirtió la semana pasada el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni, hasta 250.000 inmigrantes, en su mayoría sub- saharianos, están esperando en Libia su oportunidad para cruzar el Mediterráneo y entrar en Europa a través de Italia. Podrían llegar en las próximas semanas y meses. En la semana pasada arribaron a los puertos del sur del país transalpino, donde desembarcan a los indocumentados, más de 11.000 personas extranjeras.

La mayoría de las personas que se embarcan desde el norte de África rumbo a Europa en busca de una mejor vida no saben nadar, por lo que si los equipos de rescate no llegan con rapidez la mayoría se ahogan. Según informaron fuentes del operativo de rescate, los supervivientes, al igual que los cuerpos sin vida, serán trasladados a Catania donde serán alojados en centros sociales. La decisión de llevarlos a esta ciudad siciliana se tomó debido a que todos los centros de recepción de inimgrantes de Lampedusa, el territorio más cercano al lugar del naufragio están saturados. El buen tiempo ha provocado una mayor avalancha migratoria. Entre el 10 y el 17 de abril, según datos publicados por Acnur, aproximadamente 13.500 inmigrantes fueron rescatados, mientras que en los tres primeros meses de este año, alrededor de 900 han perdido la vida en su intento por alcanzar «El Dorado» europeo. En lo que va de año, 31.500 indocumentados salieron de las costas africanas, lo que sin duda ha puesto en alerta a las autoridades europeas.

Fracaso de la UE

Este naufragio vuelve a poner de manifiesto el fracaso de las políticas de la Unión Europea sobre inmigración, una situación que han denunciado ONG así como los Gobiernos de Malta e Italia. Con los fallecimientos de hoy, ya son más de 1.500 los muertos en el Mediterráneo desde principios de año. Antes de esta tragedia, el número de víctimas mortales ya era diez veces mayor que el registrado durante los primeros cuatro meses de 2014.

Después de la tragedia de 2013 en la que más de 360 personas perdieron la vida frente a las costas de Lampedusa, Italia lanzó la operación Mare Nostrum, un dispositivo humanitario que salvó decenas de miles de vidas, pero que finalmente fue declarado insostenible a falta de un mayor apoyo de la Unión Europea, denuncia la ONG Human Rights Watch.

Italia puso fin a la operación Mare Nostrum en noviembre de 2014 y fue sustituida por la llamada Operación Tritón. Esta nueva iniciativa, implementada por la agencia de frontera exterior de la Unión Europea, Frontex, era un pálido reflejo de su predecesor: un tercio del presupuesto, menor alcance geográfico y, sobre todo, un cambio de directiva: reforzar la seguridad fronteriza por encima de las labores de búsqueda y rescate.

A principios de marzo, la Comisión Europea anunció el inicio del Equipo Operativo Conjunto Mare. No es una réplica de la operación 'Mare Nostrum' de la Marina italiana. Por el contrario, se trata de un centro de inteligencia marítima destinado a la lucha contra el contrabando de personas; el mismo contrabando de personas que está floreciendo porque la UE ha cerrado sus fronteras terrestres. Hoy en día, la energía y los recursos se centran en cortar el flujo. Pero cortar el flujo -- sin ofrecer otras opciones para las personas que buscan refugio y asilo-- solo se traduce en mayor sufrimiento y muerte, según Médicos sin Fronteras.

Como consecuencia, las cifras de muertos desde la puesta en marcha de Tritón se han disparado. Si se confirman los más de 600 fallecidos en el desastre de hoy, el Mediterráneo se habrá cobrado las vidas de 1.000 personas en una sola semana, después del naufragio similar ocurrido días antes en el que murieron 400 personas, la mayoría mujeres y niños.

"La Unión Europea sigue de brazos cruzados mientras cientos de personas mueren en sus orillas", ha denunciado la subdirectora de la ONG Human Rights Watch, Judith Sunderland. "Son muertes que se podrían haber evitado si la UE hubiera lanzado un operativo de verdad para labores de búsqueda y rescate", indicó.

Lo mismo opina Amnistía Internacional. "El último naufragio es una tragedia causada por el hombre que podría haberse evitado perfectamente. Estas muertes provocan consternación, pero no sorpresa", ha lamentado su director para Europa y Asia Central, John Dalhuisen.

"Los barcos mercantes y sus tripulaciones han intentado con valentía cubrir el hueco que deja por norma la ausencia de equipos especializados de rescate, pero no están diseñados ni entrenados para hacer frente a estas ocasiones", indicó.

En los últimos 15 años, el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para más de 20.000 inmigrantes y refugiados que buscaban protección y una vida mejor en Europa. Al menos 3.500 personas se ahogaron en 2014 tratando de llegar a las costas europeas. La mayoría de los inmigrantes proceden del Africa subsahariana, Eritrea, Somalia y Siria, y suelen hacer escala en las llamadas "casas de conexión"en Libia, donde esperan durante un mes mientras son objeto de "abusos sistemáticos", según la Organización Internacional para la Migración.

El número de entradas de personas por mar registradas en 2014 llegó a 218.000, frente a los 60.000 de 2013; con una guerra siria que azota sin cesar el país y la creciente inestabilidad en Libia, se espera que el número de personas que se lanzarán al mar este año no tenga precedentes. Mientras los canales y medios seguros para llegar a Europa sigan siendo escasos, existen pocas opciones disponibles para los refugiados que no sea intentarlo por mar.