Israel

Un bebé palestino muere en un ataque atribuido a colonos

Benjamin Netanyahu condena el atentado y llama a la ANP a «combatir juntos el terrorismo venga de donde venga». El caso será llevado a la Corte de La Haya

En el lugar del siniestro hubo una explosión y luego el fuego se propagó muy rápido, incluso hasta alcanzar los inmuebles cercanos IMAGEN DE ARCHIVO
En el lugar del siniestro hubo una explosión y luego el fuego se propagó muy rápido, incluso hasta alcanzar los inmuebles cercanos IMAGEN DE ARCHIVOlarazon

Un cruento atentado terrorista cometido en la madrugada del jueves en la aldea palestina Duma, cerca de Nablus, supuestamente por radicales israelíes de ultraderecha se cobró la vida de Ali Dawabshe, un bebé de aproximadamente un año, quemado vivo, y dejó además gravemente heridos a sus padres y a su hermano de cuatro años. Al cierre de esta edición, el Ejército buscaba a los responsables, que según testigos presenciales eran «cuatro judíos» que rompieron las ventanas de dos casas, lanzando hacia su interior botellas incendiarias que de inmediato provocaron un fuego devastador. Una de las casas estaba vacía pero la otra era la de la familia Dawabshe, que quedó presa de las llamas.

En las paredes quemadas fueron halladas las «firmas» de los asesinos, la razón por la cual se supone ahora que se trata de israelíes judíos: una estrella de David, la palabra en hebreo «venganza» y un «que viva el Rey Mesías». Testigos palestinos de Duma que intentaron capturar a los atacantes contaron que éstos lograron huir al parecer en dirección al asentamiento aledaño de Maale Efraim.

Los heridos fueron internados en estado grave en el hospital Rafidie de Nablus, pero poco después se los trasladó en helicópteros de la Fuerza Aérea israelí al hospital Tel Hashomer, cercano a Tel Aviv. El padre tenía quemaduras en el 60% de su cuerpo y la madre en el 90%. Horas después acudieron a visitarlos tanto el presidente del Estado, Reuven Rivlin, como el primer ministro, Benjamin Netanyahu. Ambos sabían de antemano que no podrían hablar con los padres y el hermano del pequeño asesinado, pero estimaron evidentemente que su presencia en el lugar transmitía un mensaje de repudio a lo ocurrido. No fue el único. Las condenas y expresiones de horror ante el atentado fueron manifestadas ayer tanto en la izquierda como en la derecha del espectro político israelí, incluida también la plana mayor de las autoridades, que calificaron lo ocurrido de «un acto terrorista» y pidieron que «los asesinos sean castigados con todo el rigor de la ley».

Benjamin Netanyahu recalcó que «el terrorismo debe ser combatido venga de donde venga» y que debe haber «tolerancia cero ante estas acciones inaceptables». Antes de entrar a visitar al niño hospitalizado, el hermano del bebé muerto, el jefe de Gobierno llamó por teléfono al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abas, para expresarle su conmoción por el ataque. Le aseguró que «Israel entero se estremeció por lo sucedido» y le aseguró que ha ordenado a las Fuerzas de Seguridad «tomar las medidas necesarias para capturar a los asesinos». También exhortó a Abas a «combatir juntos el terrorismo, sea de la parte que sea».

Antes, la ANP, su primer ministro, Rami Hamdallah, y diversos portavoces palestinos habían responsabilizado al Gobierno israelí por lo sucedido, alegando que «su política permisiva ante la violencia de los colonos es la base que hace posible estos atentados». El portavoz de Abas anunció que el caso será llevado a la Corte Internacional de Justicia en La Haya.

Por parte israelí se obvió responder a las acusaciones palestinas y se evitó entrar en discusiones al respecto. Todo el énfasis se puso en una tajante condena al máximo nivel del atentado contra la familia palestina. El presidente del Estado, Reuven Rivlin, fue uno de los primeros en expresar su horror, exhortando a que se responda «con hechos y no sólo con palabras» y pidiendo que Israel «haga una introspección que le permita ver con qué está lidiando». También el ministro de Defensa, Moshe Yaalon, aseguró que lo ocurrido fue un «atentado terrorista» y prometió capturar a los responsables y castigarlos con todo el peso de la ley. Cabe destacar que también políticos del espectro identificado con la población de los asentamientos se pronunciaron en forma tajante contra el ataque, recalcando que nadie tiene derecho a tomar la ley en sus manos y menos para violar el mandamiento de «no matarás».

Como trasfondo, todas estas reacciones estaban motivadas tanto por el repudio desde el punto de vista moral a lo sucedido como por la preocupación. Se estimó de inmediato que el ataque podría desencadenar una fuerte escalada que sería difícil de detener. Por ello se organizó un gran despliegue de seguridad en distintas partes de Jerusalén Este, temiendo disturbios al finalizar las plegarias en las mezquitas en la capital. Las oraciones musulmanas terminaron en casi absoluta tranquilidad, en parte probablemente porque Israel limitó el acceso a las mismas a hombres mayores de 50 años, dado que los enfrentamientos violentos tienen siempre de protagonistas a gente mucho más joven. Pero poco después estallaron tumultos en algunas partes de la zona, también en la aldea Issawie y en el puesto de control de Kalandia, al norte de Jerusalén. En Duma, miles de personas salieron a la calle tras la oración para sumarse al funeral por el bebé fallecido, según los medios palestinos. La concentración derivó en enfrentamientos con las fuerzas israelíes, que hirieron al menos a un manifestante. Fuentes palestinas dijeron que por lo menos 20 palestinos resultaron heridos en el conjunto de choques con efectivos israelíes. También resultaron heridos varios agentes de la Guardia de Fronteras y de la Policía de Israel. Por otra parte, el automóvil en el que viajaba una familia israelí fue tiroteado cerca del asentamiento Kojav Hashajar, aunque el conductor logró maniobrar a tiempo para huir del ataque y salir ileso. En las dos carreteras principales que llevan a Jerusalén desde Tel Aviv se produjeron atascos de tráfico debido a los puestos de control instalados, probablemente por una alerta.

Los radicales, un serio desafío para el gobierno israelí

Antes incluso de conocerse con precisión las identidades de los responsables del asesinato en la aldea Duma y de las heridas sufridas por los familiares del bebé muerto, nadie en Israel parece dudar de que estos provienen de un sector de la ultraderecha nacionalista y religiosa que ve en la guerra total contra los palestinos, incluidos los civiles, un arma legítima en su lucha por «los derechos de Israel». Es un tanto complejo hacer aseveraciones categóricas antes de la captura de los asesinos, de conocerse sus nombres y sus argumentos. Pero las propias autoridades israelíes parecen convencidas del origen de los mismos, jóvenes radicales de ultraderecha, que en su mayoría actúan solos y convencidos de que defienden los derechos de la nación judía ante autoridades que «se rinden» ante los palestinos y la comunidad internacional. De todo esto, es lógico que haya entre las altas esferas un alto nivel de preocupación. Además, está de por medio el difícil desafío de las autoridades de separar a los responsables del crimen del sector de la población del que salen, distinguiendo entre quienes están a favor de fortalecer los asentamientos y construir en ellos, y quienes consideran que en aras de defender «los derechos judíos» tienen permitido violar la Ley.