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«Ojalá el Tribunal Supremo revoque la pena»

El Papa recibe a Nadeem y al marido y la hija de Asia Bibi
El Papa recibe a Nadeem y al marido y la hija de Asia Bibilarazon

Pakistán decide hoy si Asia Bibi es condenada a la horca o no. Su familia pide ayuda a la comunidad internacional

Hoy es un día clave en el futuro de Asia Bibi. El Tribunal Supremo de Pakistán puede decidir que se revoque la pena a la horca o dejarla en libertad. Una libertad ansiada por los familiares y amigos de la cristiana paquistaní desde hace seis años. Cada vez que se le pregunta por Asia Bibi, él siempre da las gracias por contar su caso en los medios de comunicación y por la preocupación. Joseph Nadeem, el director de la Fundación Educativa Renaissance, tiene a las hijas de Bibi en su colegio y ayuda a toda la familia desde hace años en su gesta por su inocencia.

El calvario de Asia Bibi, como él mismo detalla comenzó hace ya seis años, en junio de 2009, cuando el mulá Qari Muhammad denunció a la cristiana a la Policía por delito de blasfemia. Bibi, madre de cinco hijos, había derramado un poco de agua, unas campesinas musulmanas la denunciaron al mulá por «contaminar el agua que bebían ellas». Y es que sus dedos de cristiana son impuros en Pakistán. Tras pasar unos meses en la cárcel, en 2010 fue condenada a la pena capital.

Es la penúltima oportunidad que tiene la familia para salvarla. A partir de hoy no habrá más recursos judiciales. «Hemos trabajado muy duro en que se resuelva este caso. Nuestra misión es lograr el perdón para Asia Bibi a cualquier precio porque ya sólo nos quedaría una opción para salvar su vida», asegura Nadeem desde Lahore a LA RAZÓN. El representante de la familia y tutor de las niñas les ha acompañado por todo el mundo para denunciar su injusta situación. De hecho, no hay pruebas concretas de que eso ocurriera, sólo está el testimonio de las dos campesinas.

El «plan B» de los seres queridos de la cristiana paquistaní es pedir formalmente un indulto al presidente de Pakistán. «Nos quedaría el perdon presidencial», indica Nadeem, quien se muestra optimista con la salud mental y física de Asia. «Se siente mucho mejor que en otras ocasiones», confiesa. Nadeem, el marido y la hija mayor de Asia Bibi vinieron a España en 2012, invitados por HazteOír. También han estado en París y recientemente conocieron al nuevo Papa, Francisco en El Vaticano. «Pedimos con todas nuestras fuerzas que la comunidad internacional rece por ella y que nos apoye en todos los sentidos».

Además, Nadeem expone que también financieros pues los gastos legales y el equipo de abogados (no es fácil que en Pakistán quieran defender a una cristiana y más en un caso tan mediático allí) son muy caros. Según reconoce: «Ni a mí ni a la familia nos faltan las fuerzas para seguir luchando por Asia Bibi y por demostrar que es una injusticia. La familia está bien. Sólo estamos tiendo problemas económicos».

Temor por su vida

En la última vista, en octubre de 2014, parecía que por fin se le perdonara la vida, pero antes de que comenzara el proceso judicial una turba de islamnistas acudió a la corte y presionó a los miembros del Tribunal de Lahore. El resultado fue la confirmación de la sentencia.

El mulá había alentado ello, por ese motivo, los familiares no acudieron entonces a la corte. «Hoy sí iremos junto al abogado de Asia Bibi aunque lo cierto es que hemos contratado seguridad especial y no accederemos por donde se suele hacer», asevera Nadeem. La precaución y el temor no son para menos. Todo aquel político que ha defendido a Asia Bibi en público lo ha pagado con su vida. El fundamentalismo se ha llevado por delante al gobernador de Punjab, Salman Taseer así como al ministro de Minorías, el cristiano Shahbaz Bhatti. De hecho, una vez se consiguiera el pedrón de la Justicia paquistaní, Bibi tendría que dejar el país, puesto que los islamistas han puesto precio a su cabeza. Según ha podido saber este periódico, Bibi ya tendría asegurado el asilo en Francia pues las autoridades galas, como la alcaldesa de París o la ex ministra de Justicia, Rachida Dati, se han preocupado por la flagrante iniquidad de su caso.