Rusia

La investigación de la trama rusa golpea al círculo de Trump

El ex jefe de la campaña electoral Paul Manafort y un asesor suyo, Rick Gates, son los primeros imputados de la investigación del fiscal especial, Robert Mueller, sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.

El exdirector de campaña del presidente estadounidense Donald Trump, Paul Manafort, sale de su casa en un vehículo en Alejandría (Estados Unidos)
El exdirector de campaña del presidente estadounidense Donald Trump, Paul Manafort, sale de su casa en un vehículo en Alejandría (Estados Unidos)larazon

El ex jefe de la campaña electoral Paul Manafort y un asesor suyo, Rick Gates, son los primeros imputados de la investigación del fiscal especial, Robert Mueller, sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.

La investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones norteamericanas de 2016 se cobró ayer sus tres primeras víctimas. Paul Manafort, ex jefe de campaña del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Rick Gates, un socio suyo, fueron imputados con doce cargos, entre los que destaca conspiración contra Estados Unidos, fraude y lavado de dinero. Manafort y Gates se entregaron ayer al FBI y comparecieron después ante la jueza Deborah A. Robinson de la Corte del Distrito de Columbia, donde se declararon no culpables.

Con el ex asesor político George Padapoulous trascendió el acuerdo de culpabilidad alcanzado con el FBI el pasado 5 de octubre por mentir sobre sus contactos con el Kremlin. Padapoulous está directamente relacionado con la supuesta injerencia rusa en las elecciones. En octubre admitió haber mentido a los investigadores federales sobre su relación con el entorno del Gobierno ruso. Una de las conexiones se produce con un «profesor» que le asegura tener canal directo con el Kremlin y poseer información sobre los «miles de correos» de la candidata demócrata, Hillary Clinton. Padapoulous, todavía sin vínculos con la campaña de Trump, accedió a entrevistarse con este «profesor» supuestamente extranjero, pero cuya identidad no ha trascendido, y es éste encuentro el que después ocultó al FBI. El asesor político también admitió haber mentido a la agencia de seguridad sobre las gestiones que realizó para tratar de organizar reuniones entre miembros de la campaña de Trump y funcionarios del Kremlin. Incluso entre el actual presidente norteamericano y Vladimir Putin. Pero finalmente nunca se llegó a producir estas reuniones. En su escrito, el fiscal especial, Robert Mueller, apunta que Padapoulous revela en sus declaraciones al FBI «los nexos o coordinaciones eventuales entre personas asociadas a la campaña y el Gobierno ruso durante las elecciones presidenciales.

Dentro de un procedimiento separado, Manafort está imputado por un complot contra Estados Unidos y podría enfrentarse a un proceso judicial de manera inmediata. Los doce cargos contra Manafort y su socio Gates, aprobados por un gran jurado federal en Washington el pasado viernes, podrían desembocar en un rápido proceso judicial. En el escrito de imputación de 31 páginas entre el ex jefe de campaña del presidente republicano y su «número dos» no hay ninguna mención a la trama rusa, sino que los cargos están relaciones con amplios lazos financieros que ambos mantuvieron con dirigentes prorrusos en Ucrania. Manafort se unió a la campaña presidencial en marzo de 2016 y la dirigió entre mayo y agosto, mes en el que tuvo que dimitir después de que se conociera que había recibido 12,7 millones por asesorar al ex presidente ucraniano, el prorruso Viktor Yanukovich. No obstante, eso era la punta del iceberg.

Las labores de asesoramiento y «lobby» a los oligarcas ucranianos prorrusos, que, según el documento de la acusación se produjeron entre 2005 y 2016, les generaron más de 75 millones de dólares que desviaron a cuentas opacas en el extranjero. Contrataron dos firmas de Washington para trabajar con clientes ucranianos en su nombre. Entre sus funciones, se encontraba concertar citas con políticos de Estados Unidos y mejorar la imagen pública de Ucrania. Todas las actividades las canalizaron a través de una ONG con sede en Bruselas. De esta forma, les fue más sencillo esconder sus lazos con el Gobierno de Ucrania, y así no tuvieron que registrarse como exige la ley de agentes extranjeros. Manafort blanqueó hasta 18 millones de dólares y de ahí surgen las acusaciones de conspiración contra Estados Unidos, lavado de dinero o fraude.

El presidente Trump se lanzó ayer a Twitter a cantar victoria antes de tiempo. «Lo siento, pero esto fue hace años. Antes de que Paul Manafort fuese parte de la campaña de Trump. Pero, ¿por qué no nos centramos en Hillary la corrupta y los demócratas?», escribió en Twitter, su manera favorita de comunicarse con los norteamericanos, sobre los cargos contra Manafort, quien fue impuesto por el «establishment» republicano ante el carácter imprevisible del magnate inmobiliario. «También, NO hay INTERFERENCIA», recordó en un comentario a continuación en la red social donde tiene más de 40 millones de seguidores.

Desde la Casa Blanca, la portavoz Sarah Huckabee-Sanders incidió en que ninguna de las causas abiertas a los tres imputados implica un vínculo directo con la campaña electoral del presidente. Niega, por tanto, la conexión entre George Padapoulous y el entorno del Kremlin que sí podría sustentar la posible connivencia entre el actual presidente de EE UU y el Gobierno ruso.

Incluso las acusaciones contra Manafort y Gates suponen un quebradero de cabeza para la actual Administración, aunque el presidente no lo quiera reconocer. La investigación coloca al ex jefe de la campaña del presidente republicano en el centro de una trama delictiva relacionado con aliados del presidente Vladimir Putin y le dejan en una situación de gran debilidad ante posibles chantajes y amenazas.

Efe