Relaciones internacionales

Pence da un ultimátum a sus socios europeos

Durante una visita relámpago a Bruselas. el vicepresidente estadounidense exige a los aliados de la OTAN aumentar este mismo año su presupuesto militar. «La paciencia del pueblo americano no durará para siempre», advierte el «número dos» de la Casa Blanca.

El vicepresidente de EE UU, Mike Pence, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ayer, en Bruselas
El vicepresidente de EE UU, Mike Pence, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ayer, en Bruselaslarazon

Durante una visita relámpago a Bruselas. el vicepresidente estadounidense exige a los aliados de la OTAN aumentar este mismo año su presupuesto militar. «La paciencia del pueblo americano no durará para siempre», advierte el «número dos» de la Casa Blanca.

Nunca antes una Administración estadounidense había jugado al poli bueno y el poli malo de manera tan poco sutil. Tras tres meses de continuos desencuentros, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, llegó ayer a Bruselas tras participar en la Conferencia de Seguridad de Múnich para intentar limar asperezas. Con un mensaje medido al milímetro, Pence intentó sortear los numerosos charcos en los que el presidente Donald Trump ha conseguido meterse en tan sólo un mes desde su toma de posesión. «El compromiso de Estados Unidos con la Unión Europea es firme y duradero. Nos separa un océano, pero nos une una herencia común y el compromiso con la paz y el imperio de la ley», aseguró el vicepresidente norteamericano en una comparecencia junto al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que los medios de comunicación no pudieron hacer preguntas, en un intento de que cualquier discrepancia no viera la luz.

El encuentro entre los dos líderes venía precedido por la tensión después de que el político polaco hubiera incluido a Trump en la misma lista que otras «amenazas» para la UE como el yihadismo o la voracidad anexionista rusa en su carta de invitación a los líderes europeos antes de la cumbre celebrada en Malta. Un encuentro, en el que por otra parte, el resto de los líderes europeos rebajaron el tono a la espera de esta visita y de un incipiente deshielo del que aún quedan numerosas incógnitas por despejar.

Ya en la sede de la OTAN, Pence admitió preguntas de medios estadounidenses y volvió a ahondar en las mismas ideas expuestas la semana anterior por el jefe del Pentágono, James Mattis, en su primera reunión con sus homólogos de la Alianza Atlántica. Según el vicepresidente de EE UU, el compromiso de Washington con la organización multilateral es firme, pero la factura debe repartirse y, por eso, quiere compromisos este mismo año del aumento del gasto militar para que el reparto de la carga sea de, al menos, el 2% del PIB. Un objetivo al que se sumaron los Veintiocho miembros de la Alianza en 2014 con el horizonte del año 2024, aunque no existen mecanismos coercitivos para asegurar esta promesa.

Actualmente sólo cuatro países europeos (Reino Unido, Polonia, Grecia y Estonia) cumplen esta cifra, pero Rumanía podría alcanzarla este año y Lituania y Letonia dentro de dos. Mattis la semana pasada amenazó de manera velada con «moderar» el compromiso de EE UU con los aliados si el resto de los socios no muestra propósito de enmienda. Pence volvió a jugar con la ambivalencia calculada, a veces más desasosegante que un ultimátum frontal, al asegurar que «la paciencia del pueblo estadounidense no es infinita». Si bien sus palabras fueron matizadas por el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, que definió como «incondicional» el Artículo 5 del tratado relativo a la defensa mutua y que Trump puso en cuestión durante la campaña electoral. Palabras bienintencionadas aparte, EE UU quiere números y plazos concretos y la cumbre del mes de mayo será la prueba de fuego. «No sólo se trata de gastar más sino mejor», aseguró Stoltenberg en un intento de echar un capote a países que, como España e Italia, quieren que también se contabilice el apoyo en las misiones internacionales o la ayuda al desarrollo.

En este tira y afloja diplomático, el propio Tusk reconoció antes de su intervención «no poder pretender que todo sigue igual», en referencia a la retórica incendiaria que ha dominado las relaciones trasanlánticas tras la llegada del nuevo inquilino del Despacho Oval y se definió como un pronorteamericano «fanáticamente devoto» que se permite hablar con franqueza. Resulta evidente que, aunque la UE está dispuesta a establecer nuevas alianzas con otros potencias como China en los acuerdos comerciales y el respeto a los acuerdo de cambio climático, el tablero internacional es demasiado complejo para quemar los puentes que han unido los dos lados del Atlántico desde el final de la la II Guerra Mundial, cuando Washington amadrinó el proyecto de integración europea. «Los rumores sobre la muerte de Occidente son claramente exagerados», zanjó Tusk. A pesar de las buenas palabras, el discurso de Pence mantuvo la ambigüedad calculada en los frentes que separan a ambos lados de Atlántico: el proteccionismo y Rusia.

En el primer aspecto, tras loar las transacciones comerciales que crean puestos de trabajo tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea, Pence se refirió a «elecciones duras, pero necesarias» para «mantener y reforzar nuestra vitalidad económica» en lo que puede interpretarse como una luz de esperanza en la reanudación de las negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio trasanlántico (TTIP) o todo lo contrario.

En cuanto a Rusia, Washington es consciente de que el aumento del gasto militar en el seno de la Alianza por parte de los países del Este deberá estar condicionado a garantizar su seguridad frente a Moscú. Por eso, Pence se mostró como un defensor de la «integridad territorial», en referencia a la anexión ilegal de la península de Crimea por parte de Rusia, aunque no renunció a llegar a «acuerdos» con el presidente Putin.